Editorial: Peligro de rescate
Cada vez con más frecuencia en medios internacionales se compara la situación de España con la de Irlanda por el problema inmobiliario y, sobre todo, por el problema financiero que dio lugar al rescate. Se argumenta que Irlanda, como está haciendo España, optó inicialmente por una solución gradual para resolver su crisis financiera, hasta que comprendió que el problema no se resolvería y tuvo que acudir a la ayuda del FMI y la Unión Europea.
El Gobierno español hizo gestiones ante Bruselas para conseguir que la banca española recibiera 20.000 milllones de ayudas del Fondo de Estabilidad Europea Financiera (FEEF), pero la Comisión recordó que este mecanismo sólo puede ser utilizado por los Estados miembros y no por sectores concretos.
Es decir, que las entidades financieras españolas podrían recibir estas ayudas si España era intervenida, lo que representaría que Bruselas, como ya ha sucedido en Grecia, Portugal e Irlanda, monitorizase la política económica e impusiese ajustes todavía más duros. Además supondría el reconocimiento del fracaso gubernamental por no haber podido solventar la situación.
De este modo, el peligro no se ha despejado en absoluto porque la reforma financiera aprobada el viernes no parece suficiente para solucionar y clarificar los graves problemas de las entidades. La financiación del saneamiento se convirtió en un obstáculo muy difícil de salvar: la ayuda de Bruselas suponía la intervención, el Tesoro Público no tiene capacidad para recaudar el capital necesario y se cargó el esfuerzo sobre los mismos que deben ser ayudados. Conclusión: se rebaja la intensidad de la reforma. El problema derivado de esta decisión es que si ahora se fracasa estamos abocados al rescate.