El campo estadounidense está viviendo una tormenta perfecta en la que no hubiese querido participar. Y es que están empezando a quedarse sin riego económico. A la debilidad en los precios de los productos básicos y el temporal que daña los cultivos, se ha unido la subida de los tipos de interés y la pérdida de uno de sus principales consumidores: China.
A este respecto, en la guerra comercial que disputan Estados Unidos y el gigante asiático, los agricultores son los que están cosechando más daño, ya que China ha impuesto aranceles a productos agrícolas como las semillas de soja. Precisamente, el país asiático es el principal comprador de esta semilla a Estados Unidos, 12.000 millones de dólares anuales. En el último año el precio de la soja ha caído más de un 15%, mientras que el de otras materias como el arroz y el trigo, lo han hecho en más de un 14% y 10%, respectivamente.
A principios de marzo, el presidente norteamericano Donald Trump, vía Twitter, comunicó que había pedido al Gobierno chino que retirase "de inmediato" los aranceles sobre los productos agrícolas, ya que las relaciones comerciales entre ambos países han mejorado. Asimismo, está sufriendo notablemente la carne de res, también sujeta a aranceles. Tanto es así, que en los primeros once meses de 2018 la exportación de este producto a China se redujo un 20%
Prueba del difícil momento que está atravesando este sector, es que la deuda agrícola de Estados Unidos ha aumentado a 409.000 millones de dólares, niveles que se vieron por última vez durante la crisis agrícola en la década de 1980. La administración de Trump ha prometido hasta 12.000 millones en ayudas para que los agricultores compensen sus pérdidas por la guerra comercial.
Además, otro de los factores que pesan en las finanzas de los agricultores son las cuatro subidas de tipos de interés que hubo el año pasado en Estados Unidos, "que está amenazando con añadir presión en un momento en que los préstamos a explotaciones agrícolas alcanzaron máximos en 2018", advierte el analista Jason F. Miner, de Bloomberg Intelligence. "El interés nominal total que pagan los granjeros está en su nivel más alto desde 1984, pese a que los tipos son una quinta parte de lo que eran entonces", contextualiza el experto.
Este temporal ya se está dejando notar en los beneficios de las compañías del sector. En poco más de dos meses que llevamos de 2019, las previsiones de las principales firmas agrícolas han caído, de media, casi un 10%.
Bunge, dedicada a la compra, venta, almacenamiento, transporte y procesamiento de semillas oleaginosas y grano, es una de las que más recorte ha sufrido. Si en enero los expertos esperaban que este año ganase unos 760 millones de dólares, ahora esperan 445 millones, un 41% menos. Asia es el tercer mercado más importante, donde recolecta casi un 20% de sus ventas.
Fuentes del mercado señalan que "el menor margen de la soja limitará las ganancias este año". Es más, la inestabilidad de los mercados agrícolas podría llevar a la firma a vender varios activos y así conseguir mejores resultados. De momento, el consenso de mercado recomienda comprar sus títulos, el mismo consejo que recibe la química DowDuPont, que ha visto como sus previsiones se reducían casi un 17%, hasta la cota de los 8.900 millones de dólares.
Para los analistas de JP Morgan, quizás sería más atractivo comprar a la firma a medida que se separa que junta. Y es que la compañía dividirá su unión de Ciencia de Materiales (Dow) el 1 de abril de 2019, y las divisiones de Agricultura (Corteva Agriscience) y Productos Especiales (DuPont) para el 1 de junio de 2019.
CF Industries es otra de las firmas que más están viendo caer sus previsiones de ganancias, en concreto, ya son un 16% inferiores a lo que pronosticaban a comienzos de este año. La compañía fabrica fertilizantes a base de nitrógeno y fosfato que transforma en productos como el amoniaco o el nitrato de amonio. Pese a la disminución de sus estimaciones, lo cierto es que CF, que se utiliza como acrónimo para Central Farmers, duplicará su beneficio neto entre 2018 y 2020, año este último en que superará los 500 millones de euros, si no se agrava la situación económica.
En el caso de Nutrien, firma canadiense que también cotiza en Estados Unidos, los beneficios han caído un 10% desde enero. El mayor distribuidor de productos agroquímicos en Estados Unidos y Canadá pasará de perder 26 millones de euros en su año fiscal 2018 a alcanzar los 1.600 millones en 2019 y 1.700 millones en 2020, según las cifras de consenso del mercado que recoge FactSet.
La compañía gusta a los analistas que la siguen, un 74% de los cuales (23) aconsejan adquirir sus títulos, unos títulos que ganan cerca de un 14% en lo que llevamos de año y están a un 4% de los máximos de 2018.
Los agricultores norteamericanos están volviendo al maíz, en detrimento de la soja, y el terreno dedicado a este cultivo podría aumentar entre 800.000 hectáreas y 1,6 millones, según cifras de Nutrien, algo positivo, ya que el gasto en fertilizantes para el maíz es aproximadamente el doble, lo que ayudaría a engrosar sus cuentas.
Si hay un cultivo en el que destaca Archer-Daniels-Midland (ADM) es por el maíz, ya que lidera la lista de compañías que más han exportado por vía marítima el maíz, la soja y el trigo estadounidenses en los dos primeros meses del año. El procesamiento del maíz es una de sus unidades de negocio clave, aunque su cuota de mercado en esta área se ha "empequeñecido" frente al aumento del cultivo de maíz estadounidense en un 36% entre 2013 y 2018.
Así, las previsiones de beneficio de la firma norteamericana han descendido casi un 4% desde enero, aunque, pese a la fragmentación global del mercado del maíz, "ADM podría todavía aguantar su liderazgo en varios de sus productos elaborados a partir del maíz", señalan desde Bloomberg, como edulcorantes, alcohol, o aminoácidos.
Archer cuenta con el respaldo de la mitad de los 15 expertos que la siguen y se prevé que su beneficio neto crezca un 21,5% entre 2018 y 2020, hasta alcanzar los 1.684 millones de euros.