La deuda ha sido un elemento clave, sino la base, en el desarrollo económico del ser humano. La posibilidad de disponer de unos recursos que no se tienen a cambio de la promesa de un pago futuro ha permitido que se produzca una mejora rápida en la calidad de vida, sin que las personas tengan que depender sólo de su capacidad de ahorro. Sin embargo, si bien la deuda es una herramienta que ha demostrado ser de gran utilidad, también entraña riesgo y puede usarse de forma que termine convirtiéndose en un problema. La excesiva acumulación de deuda, que se aceleró desde la crisis financiera global, es un riesgo que señalan ahora muchos expertos e inversores como uno de los grandes peligros a los que se enfrenta el mundo, y que podría terminar haciendo que descarrile la locomotora de la economía mundial.
Según explican desde Citi, "la deuda global es ahora más de tres veces superior al nivel que había hace 20 años. En 1999, era de 79 billones de dólares, y desde entonces se ha disparado hasta los 247 billones de dólares contabilizados en el primer trimestre de 2018". El banco explica también cómo el crecimiento de la deuda "parece haberse acelerado desde 2015". Los casi 250 billones de dólares de deuda mundial son más de tres veces el tamaño de la economía mundial, según los datos del Banco Mundial a cierre de 2017, que la sitúan en casi 81 billones de dólares en aquel momento. A mediados de 2018, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya alertaba de que la deuda global había alcanzado el equivalente del 225% del PIB mundial, un nivel que, según avisa el organismo, nunca antes había sido tan elevado. La última encuesta a gestores de Bank of America Merril Lynch (BofAML) muestra como, por primera vez desde el año 2009, "el apalancamiento financiero es la principal preocupación entre los inversores, prefiriendo la mitad de los encuestados que las empresas utilicen su dinero para fortalecer sus balances, antes que aumentar la inversión o devolvérselo a los accionistas", explican desde el banco estadounidense.