Argentina prepara una amnistía fiscal para rellenar la 'hucha' de dólares
- Llega a un acuerdo con EEUU para compartir datos fiscales
Víctor Ventura
El Gobierno de Argentina, en plena sacudida ante la condena por corrupción en primera instancia a la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, quiere enfrentarse al próximo año electoral con una mínima estabilidad económica y sin los recortes pactados con el FMI. Y para ello, el ministro de Economía, Sergio Massa, que aspira a suceder a Kirchner como líder del peronismo, está preparando una amnistía fiscal para rellenar de dólares las maltrechas reservas del Banco Central (BCRA).
Massa, el tercer ministro de Economía en este año, llegó con plenos poderes para gestionar el acuerdo con el FMI con el que cubrieron los vencimientos de deuda más urgentes. El acuerdo implica llevar el presupuesto hasta el superávit para frenar la impresión de dinero por parte del BCRA, una de las causas por las que la inflación llegó al 94% interanual en noviembre, según los datos publicados hoy. Esto significa que la única forma de aumentar el gasto público en año electoral es aumentar la recaudación. Así que Massa ha dado un paso que hasta entonces era herejía en su movimiento: negociar un tratado fiscal con EEUU para tratar de encontrar a todos los evasores argentinos refugiados en el país norteamericano.
A partir del 1 de enero, Argentina y EEUU intercambiarán datos sobre los ciudadanos de un país que residan en el otro, como llevan haciendo numerosos países de todo el mundo desde hace décadas, de acuerdo a la llamada "ley FATCA". Y la Hacienda argentina espera encontrarse grandes cantidades de dólares en cuentas estadounidenses a nombre de argentinos.
El Gobierno quiere tener preparada para entonces una ley que permita gestionar la regularización de esos activos: si se repatrían antes del 31 de marzo, se tratarán como ingresos declarados legalmente, con los impuestos corrientes a la renta. A partir de esa fecha se impondrán multas adicionales, que se irán multiplicando cada pocos meses para incentivar su regularización lo antes posible.
Con ese dinero, el objetivo del Gobierno es destinar un 20% de lo que se ingrese a pagar la deuda con el FMI, un 20% a un programa de subsidios a Pymes, un 20% a becas y el 40% restante a proyectos "para la exploración, desarrollo, construcción y mantenimiento de infraestructura, transporte y producción de gas natural". En otras palabras, una forma de financiar un gasto público extra en un año en el que el cinturón estatal deberá ajustarse bastante.
Incertidumbre política
El año que se abre, con elecciones presidenciales y legislativas, llega con la mayor incertidumbre en décadas. La condena de seis años de cárcel e inhabilitación de por vida a Kirchner, aún recurrible, ha llevado a la vicepresidenta, figura central de la política argentina desde 2003, a anunciar su retirada de la primera línea. El presidente, Alberto Fernández, que llegó a la Casa Rosada de la mano de Kirchner, tiene unos índices de aprobación minúsculos y nadie espera que se presente una vez perdido el apoyo de su vicepresidenta (y, de hacerlo, nadie espera que obtenga más que un porcentaje simbólico en las primarias peronistas).
Todo esto deja completamente abierta la carrera de las primarias del Partido Justicialista, la 'casa grande' del peronismo que lleva años dividida y dominada por los Kirchner. Massa es la única figura nacional con el suficiente renombre para presentarse, pero nadie descarta una posible sorpresa de algún político de segunda fila que dé un paso adelante o incluso el salto de Máximo Kirchner al nivel más alto de la política nacional, como aspirante a sucesor de su madre.
Enfrente, la coalición que va del centro-izquierda al centro-derecha que lideraba Mauricio Macri tiene que decidir si da una segunda oportunidad al expresidente, o si apuesta por el que fue su sucesor como alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. En los sondeos, el 'macrismo' ronda el 35-40% de intención de voto, seguido del peronismo, en el 30%. Más atrás quedan el 'ultraliberalismo' conservador de Javier Milei, con un 20%, y el comunismo del Frente de Izquierdas, con un 5-7%. La 'primera vuelta' de unas elecciones que, en la práctica, van a tres rondas será en agosto. Pero se espera que la batalla presidencial empiece a calentarse en cuanto se acabe el Mundial.