Pruebas

Prueba: Mercedes GLC Coupé 220 d 4Matic, un SUV que alegra la vista


    Jorge Arenas

    En su diseño está la clave. Quizá no sea tan práctico como un todocamino al uso, pero con su aire coupé sabe ganarse a una clientela que, por encima de todo, busca distinción.

    El concepto de todocamino coupé no es nuevo. Hace ahora 12 años, el fabricante coreano SsangYong se lanzó a la aventura de hacer un coche con aspiraciones offroad, pero con un diseño de carrocería diferente al habitual. Aquella caída del techo en su parte trasera, sólo antes vista en modelos de corte deportivos, generalmente de dos puertas, le convirtió en pionero dentro de un subsegmento inexplorado hasta el momento.

    Curiosamente, el éxito y la fama no fueron para el SsangYong Action, un modelo que aún se sigue vendiendo (en su variante pick-up) aunque siempre ha pasado muy de puntillas en nuestro mercado. El reconocimiento fue para el mismísimo BMW X6 que, aunque llegó a los concesionarios tres años después, sí supo llamar la atención de tal manera que ha terminado siendo, en el imaginario colectivo, el punto de partida de los SUV Coupé. Desde el X6 hemos visto nacer algunas secuelas como su hermano pequeño el X4 o, dentro de marcas rivales, los Mercedes GLE Coupé y GLC Coupé.

    Y es precisamente este último el que hoy traemos a nuestra sección de pruebas. Lo primero es lo primero: ¿qué lugar ocupa dentro de la gama Mercedes este modelo? Dentro de la clase C encontramos una berlina, un familiar derivado de esa berlina y dos SUV. Quien busque versatilidad y espacio, probablemente descarte la primera opción, ya que su condición de sedán de cuatro puertas plantea limitaciones. Nos queda entonces un vehículo familiar y dos todocaminos. El cliente que tenga claro que le gusta la estética voluminosa de un todocamino, la posición elevada de conducción y que además vaya en busca de una cierta amplitud interior, eliminará de su lista el familiar. Ahora toca elegir entre uno de los dos GLC.

    El GLC normal es un SUV al uso, mientras la variante Coupé que hoy probamos plantea una serie de peculiaridades que pueden ser muy satisfactorias para determinados usuarios y nada convincentes para otros. Vamos por partes.

    La primera diferencia que plantea el Mercedes GLC Coupé es evidente: su diseño. De hecho, si el principal argumento de compra suele ser este, en el caso del Mercedes lo es aún más. Estamos convencidos de que la inmensa mayoría de clientes que se decante por la versión coupé lo hará porque le entra bien por la vista. Y es que este SUV llama la atención por ese aire deportivo de su parte trasera, que elimina de un plumazo las formas más cuadradas del modelo del que deriva. De alguna manera, esos trazos redondeados, con ese techo claramente descendente, hacen que resulte menos serio, como queriendo decir que ha nacido para ser disfrutado sin ataduras.

    Todo esto podría quedarse ahí, en un mero ejercicio de estilo para llamar la atención y poco más. Pero no, resulta que este Mercedes no sólo parece más deportivo sino que lo es. Los ingenieros han optado por una puesta a punto de chasis diferente, en la que la protagonista es una suspensión más firme y que deja el coche 1,5 centímetros más cerca del suelo. El resultado es una respuesta más directa, certera y aplomada sobre el asfalto. No es que sea un deportivo como tal (quien busque esto, mejor que dirija su mirada hacia el Porsche Macan), pero sí ofrece un paso por curva bastante plano, sin balanceos, y rápido. Dentro de las limitaciones que plantea un SUV como este (peso elevado, centro de gravedad alto), lo cierto es que permite ciertas alegrías al volante para aquellos que disfruten de la conducción.

    Eso sí, al ganar en deportividad, pierde en confort. Esto es algo que deben tener claro quienes busquen un coche cómodo por encima de todo. Durante la prueba nos hemos dado cuenta de que esa suspensión típicamente Mercedes que se lo traga todo, es decir, que absorbe las irregularidades de la carretera sin que apenas se note en el interior, aquí no existe. En el GLC Coupé sí se notan los badenes de ciudad o guardias tumbados, sí se nota el asfalto roto y más vale pasar con cuidado por esas zonas en las que hay irregularidades bajo las ruedas. Es, quizá, uno de los mayores peajes a pagar en este coche que, dado su enfoque más deportivo, deja de lado ese rodar dulce que sí encontramos en su hermano GLC. Ojo, que sobre asfalto bueno, el coupé es una delicia. Es más, podemos decir que es uno de los mejores rodadores de autovía que han pasado por nuestras manos. Con este coche es un verdadero placer quemar kilómetros por la suavidad y el silencio que se respira a bordo. Simplemente, como decíamos, la suspensión es menos absorbente de lo que uno espera en determinadas situaciones, cosa que para muchos puede ser un dato importante a tener en cuenta.

    Cuestión de prioridades

    Fundamental, también, hablar de la practicidad. Otro rasgo diferenciador del GLC Coupé, consecuencia de su diseño, es la pérdida de espacio interior. Para empezar, la forma del techo hace que entrar en las plazas traseras sea más difícil. Toca agacharse más de lo debido si uno es alto o accede al interior con un niño que va a ser colocado en una silla de retención infantil. También se pierde altura libre al techo en estas plazas posteriores (unos 10 centímetros frente al GLC) y el maletero se deja por el camino 50 litros (su volumen es de 500 litros en lugar de 550).

    ¿Qué quiere decir todo esto? Que si alguien está buscando hilar fino con el espacio, este no es su coche. Nos consta que hay bastantes usuarios que dan el salto al mundo SUV porque quieren desahogo y el máximo aprovechamiento interior. Si este el caso, el GLC es la mejor opción; sin embargo, todo aquel que no le de tanta importancia a este apartado y sí más a la apariencia, seguramente quede encantado con el GLC Coupé por dos motivos: el primero es que es mucho más pintón y el segundo es que, a pesar de la pérdida de habitabilidad, no deja de ser un vehículo amplio y capaz. Esas plazas traseras mermadas de las que hablábamos son amplias, incluso para personas de talla muy elevada, y ese maletero no deja de tener unos estupendos 500 litros, que ya los quisiera para sí, sin ir más lejos, el Clase C Estate. Así que práctico también es este coche.

    El motor que hay bajo el capó de esta unidad de pruebas es el más pequeño de la gama. Se trata de un diésel de cuatro cilindros y 170 CV, que permite ajustar el precio de salida y que, todo sea dicho, ofrece un rendimiento muy bueno. Acelera bien, es todo lo silencioso (o más) que uno espera, sobre todo a velocidad de crucero, cuando sólo se escucha el ruido de rodadura y el motor pasa desapercibido, y además ofrece un gasto relativamente contenido. Son 5 litros exactos a los 100 km lo que anuncia la ficha (lo mismo que el motor diésel de 204 CV que ocupa el siguiente escalón), que en la práctica han terminado siendo algo más de 7, cifra que resulta bastante adecuada a las pretensiones del coche.

    El propulsor 220d resulta más que correcto para quien busque un rodar suave y económico en el día a día. En cualquier caso, si lo que se busca es una capacidad de aceleración más explosiva, lo suyo sería decantarse por el 250d o incluso por el 350d, que es un seis cilindros de 258 CV cuyas prestaciones son notablemente superiores y transmite mejores sensaciones a los mandos.

    Todos los GLC, tanto con motor diésel como de gasolina e híbrido, se asocian a la tracción integral 4Matic y a una transmisión automática de 9 velocidades. Este cambio es suave, rápido y permite aprovechar al máximo las posibilidades del motor, tanto a la hora de exprimir las prestaciones como de rebajar el consumo. Las primeras marchas son cortas y la última, suficientemente larga como para poder rodar a velocidad de crucero siempre a regímenes muy bajos.

    El Mercedes GLC 220 d 4Matic es un modelo apetecible por su diseño, que además gusta por su tacto de conducción y su notable habitabilidad. Cierto es que no llega ser tan práctico como un GLC y que cuesta, de media, unos 4.500 euros más. Pero muy probablemente quien apunte hacia un modelo como este, más aspiracional que otra cosa, no le dé especial importancia a este apartado. ¿O si? Una vez más, la elección dependerá de la balanza de cada uno. En cualquier caso, a quien le cuadre este modelo por sus características, adelante: es una buena opción de compra.

    Lo más destacable

    -Diseño llamativo

    -Aplomo en carretera

    -Silencio a bordo

    Lo mejorable

    -Visibilidad trasera reducida (luneta pequeña)

    -Suspensión poco confortable

    -Precio elevado

    FICHA TÉCNICA

    Motor: turbodiésel, 4 cil, 2.143 cc

    Potencia: 170 CV a 3.000-4.200 rpm

    Par motor: 400 Nm a 1.400-2.800 rpm

    Consumo mixto oficial: 5,0 l/100 km

    Transmisión: automática, 9 velocidades

    Maletero: 500 litros

    Velocidad máxima: 210 km/h

    Aceleración 0-100 km/h: 8,3 segundos

    Precio: 52.500 euros




    Más Leídas
    Ver más noticias