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Turismo sostenible: fin a las prácticas de devastación

    Foto: Archivo

    Xavier Gil Pecharromán

    El año 2017 ha sido declarado por Naciones Unidas (ONU) como el Año Internacional del Turismo Sostenible por la Organización Mundial del Turismo (OMT), en el contexto de la Agenda 2030 y de los objetivos de desarrollo sostenible. Con esta efeméride se trata de sensibilizar de las ventajas del turismo sostenible tanto a las Administraciones Públicas como a los grupos de interés del sector turístico, desde los grandes touroperadores hasta el turista más sencillo.

    Este tipo de realidad turística tiende a producir un mínimo impacto ambiental, ya que se da un uso óptimo a los recursos medioambientales, manteniendo los procesos ecológicos esenciales y ayudando a conservar los recursos naturales y la diversidad biológica. Además, respeta a la autenticidad sociocultural de las comunidades locales conservando sus activos culturales y arquitectónicos, así como sus valores tradicionales y se contribuye al entendimiento y la tolerancia intercultural. Y en el capítulo de la generación de empleo local, se estimula el desarrollo de empresas turísticas -agencias de viajes, transportes, alojamiento, alimentación, recreativas y complementarias-, así como también de empresas dedicadas a actividades suplidoras -ganadería, agricultura, comunicaciones?-.

    Según los datos de la OMT, el turismo supone el 10 por ciento del PIB mundial, el 7 por ciento del comercio global y uno de cada 10 puestos de trabajo. Exceltur -entidad que agrupa a 23 relevantes empresas de la cadena de turística- cifra en un 4,1 por ciento el crecimiento del turismo en el ejercicio de 2017 en España, que eleva la contribución del sector a la economía nacional hasta el 11,2 por ciento del PIB y asciende a ocho los años consecutivos en que el sector ha experimentado crecimiento económico.

    Una muestra de la necesidad de acabar con el turismo devastador la dan las cifras históricas de los desplazamientos en España que maneja el sector. Así, en 1950 el número de desplazamientos, lejos aún del turista.

    En 1950 se registraron 20 millones, mientras que en 2010 vinieron a sumar 1.000 millones y para 2030 se espera que la cifra superará los 1.800 millones de desplazamientos. Otra comparativa, según las cifras de la OMT, es que en 1950 hacían turismo fuera de las fronteras de sus países 25 millones de personas, mientras que en 2012 ya eran más de 1.000 millones. Pese a estos beneficios, el turismo convencional, que se ha globalizado y masificado, produce cada vez más efectos negativos evidentes, como el aumento de la contaminación del agua -incluso con productos derivados del crudo por el incremento del uso de embarcaciones deportivas-, introducción de especies vegetales invasoras con carácter decorativo, erosión, excesiva producción de basura, hacinamiento hotelero, desplazamiento de la población local ante la llegada de visitantes, congestión del tráfico, etc. Por ello, cada vez tiene más importancia el concepto de turismo sostenible.

    ¿Pero, que es el turismo sostenible? La OMT lo define como "el turismo que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas".

    Gracias a la diversidad de relaciones implicadas en la actividad turística, el turismo sostenible tiene la capacidad de actuar como catalizador de cambio en el mundo, beneficiando a la lucha de causas como el hambre, la paz y seguridad, el fomento de las economías locales. Los objetivos de la OMT para haber declarado 2017 como año del turismo sostenible persiguen que esta actividad fortalezca el crecimiento económico inclusivo y sostenible; se incremente la i inclusión social, el crecimiento y fortalecimiento del empleo y reducción de la pobreza; el uso eficiente de los recursos, protección ambiental y lucha contra el cambio climático; los valores culturales, diversidad y patrimonio; y la colaboración del entendimiento mutuo, paz y seguridad.

    Preservar los tesoros actuales

    Como ejemplo de la actividad de turismo sostenible, gracias al acuerdo de colaboración alcanzado por la OMT y la Red Española de Pacto Mundial trece compañías españolas se han sumado al compromiso de desarrollar prácticas de responsabilidad social corporativa que aboguen por un turismo sostenible. Bajo el título Turismo responsable: un compromiso de todos, la iniciativa, que se lanzó el 19 de septiembre de 2016, destaca el papel de estas empresas turísticas para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

    Estas trece empresas son: Europa Mundo Vacaciones, Formagrupo, Fuerte Hoteles, Iberia, Ilunion Hotels (Grupo Ilunion), Minube, NH Hotel Group, Ostelea, School of Tourism & Hospitality, Port Aventura, RENFE, Segittur, Tarannà Viajes con sentido y Viajes El Corte Inglés.

    La Carta Mundial de Turismo Sostenible, adoptada por unanimidad en la Sesión Plenaria de la Cumbre Mundial de Turismo Sostenible -celebrada en Vitoria en noviembre de 2015-, establece que "el turismo bien gestionado puede ser un protagonista trascendental a la hora de preservar los tesoros actuales para las generaciones futuras, asegurando la protección y la integridad de nuestro patrimonio común, material e inmaterial".

    Por ello, esta actividad debe ser compatible con la conservación de la naturaleza y de la biodiversidad, ya que un medio ambiente sano constituye un recurso turístico fundamental y sirve para tomar conciencia del valor intrínseco de la naturaleza para todos. Además, tiene que responder de forma activa y de manera urgente al cambio climático, en el marco evolutivo de las Naciones Unidas, reduciendo progresivamente sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) para poder crecer de manera sostenible.

    Una de las claves fundamentales del turismo sostenible es maximizar los beneficios económicos del turismo para la comunidad de acogida y crear vínculos fuertes con la economía local del destino y otras actividades económicas del entorno, así como preservar los valores de destino diseñando procesos de seguimiento del cambio, evaluando las amenazas, los riesgos y las oportunidades, y permitiendo a los líderes públicos y privados sostener la esencia y la identidad del sitio.