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La Universidad vista desde el bar
- La inversión en I+D+i cae en picado
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Madrid,
No hay mejor garante del lema "bueno y de calidad" que los bares de toda la vida. Esos en los que se podría rodar un episodio de Cuéntame tal y como están. Cuesta entender por qué la gente elije un "Starbucks" o un "Granier" pudiendo pedirse un chocolate con churros en la "Cafetería El Diamante" o un pincho de tortilla en "El Regalado BAR". Sin embargo, es habitual alzar la vista sobre tu desayuno y descubrir que eres la persona más joven del bar; y que la siguiente quizá te saque veintitantos años o tenga pinta de estar jubilada. Se sufre entonces al pensar: ¿Qué pasará cuando esta gente ya no esté? ¿Qué ocurrirá con mi bar de toda la vida? Es una lástima. Aunque luzca anticuado y endogámico, su producto es excelente. Una duda similar nos surge al pensar en la Universidad.
La calidad de la Universidad española también es espectacular. Apenas manteniendo la inversión, España aumenta cada año su producción científica. Es más, cada año se capta más inversión extranjera, en parte atraída por la alta capacitación y talento locales. Sin embargo, la excelente relación calidad/precio, por sí sola, no salvará ni a nuestros bares de toda la vida ni a nuestra universidad de su problema.
La Universidad española es vieja. Y no hablamos de antigüedad en el 800 cumpleaños de la Universidad de Salamanca, la primera de España. Hablamos de que, con una edad media de 54 años, el personal universitario va camino de convertirse en parte del patrimonio histórico de la institución. En los próximos 15 años, afrontaremos la jubilación de quienes hoy ocupan el 50% de nuestras cátedras. Mientras tanto, los sucesivos Gobiernos nacionales y autonómicos no contemplan en sus presupuestos ninguna apuesta decidida por la renovación. Ni tan siquiera dejan entrever ambición alguna de reforma. Más bien todo lo contrario: vemos cómo nuestra inversión en I+D+i cae en picado mientras aumenta en los países de nuestro entorno. Esos países a los cuales emigran nuestros jóvenes investigadores ante la ausencia de oportunidades. Regalamos nuestro talento y nos quedamos atrás, cada vez más lejos de los objetivos marcados por la Unión Europea. A este paso, perderemos la oportunidad de transformarnos en una economía del conocimiento, y luego nos preguntaremos de dónde salen las invenciones e industrias que enriquecen a nuestros vecinos.
Actualmente, el grueso de la producción científica española procede de la Universidad. Sus profesionales, a quienes se remunera principalmente por su función docente, desempeñan labores de investigación y gestión casi por vocación —cuando no por puro heroísmo—, en eterna batalla contra una burocracia cada vez más hipertrofiada e irracional. No deberíamos tomarnos el severo envejecimiento de nuestra plantilla universitaria a la ligera. De no hacerse una apuesta decidida por la juventud, la retención del talento, la renovación y el fortalecimiento de nuestro sistema universitario, pronto nuestro país conocerá el destino de ese bar de toda la vida que, sin ideas frescas ni nada nuevo que ofrecer, muere lentamente junto a sus parroquianos.
Elaborado por Pablo Gimenez Gomez, Presidente de la Federación de Jóvenes Investigadores