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¿Qué es una educación de calidad?
- El buen profesor tiene que inspirar a futuras generaciones
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Madrid,
Es un hecho que la educación se ha transformado a través de la Historia. Repasando los orígenes históricos de la educación, el principal punto de referencia son Grecia y los grandes clásicos. Simplificándolo mucho, la educación tenía el propósito de preparar a las élites para gobernar y a los hombres libres para combatir o para ejercer una profesión.
Tal como decía Platón, "cualquier hombre es capaz de tener hijos, pero no cualquiera es capaz de educarlos". Estas referencias se centran en la EDUCACIÓN con mayúsculas, la promovida por el Gobierno de alguna manera y, siempre, vinculada al objetivo de fortalecer la sociedad. Así, la responsabilidad de la educación recaía sobre el Estado y, eso, sí que no ha cambiado tanto.
Tanto los Gobiernos como las instituciones locales y globales, son conscientes de la importancia de la educación. El progreso de una sociedad está estrechamente ligado al nivel cultural y de alfabetización de los individuos que la componen. Así pues, ¿qué es una educación de calidad?
En la época de Platón y Aristóteles la buena educación estaba vinculada con el buen gobierno y con el éxito de la civilización establecida. Se formaba a los líderes en varias áreas de conocimiento y en dos vertientes: la intelectual y la física. Aunque la definición de lo que se considera buena educación ha ido cambiando a lo largo de la Historia, podríamos concluir que una buena educación es aquella que permite al individuo estar integrado, ser útil a la sociedad y triunfar en ella.
Vivimos en una sociedad cada vez más compleja y cambiante. Por eso es necesario que formemos a los niños para que puedan ser parte de esta sociedad tan dinámica. También tenemos que dar importancia a las necesidades del individuo y sus talentos. Combinar las necesidades de la sociedad con aquellas innatas a la condición humana.
La buena educación, en mi opinión, es la que forma personas cívicas y con valores que hoy, quizá más que nunca, están asociados con los derechos humanos reconocidos para una sociedad global.
Si nos ceñimos a los derechos reconocidos del niño, no son válidos los sistemas tradicionales de antaño en los que el castigo, físico y moral, era la herramienta para establecer la autoridad del educador (incluyendo a los padres) y así lograr los objetivos establecidos con éxito. Realmente la educación no se imparte, sino que se adquiere.
Una educación de calidad es un viaje apasionante que permite al niño soñar y luego le sirve de vehículo para alcanzar ese sueño. Los educadores y las instituciones tenemos la responsabilidad de vigilar que esos sueños contribuyan a que nuestra sociedad sea mejor.
Los líderes educativos tenemos la compleja tarea de ser capaces de inspirar, de motivar y estimular para que el aprendizaje sea percibido como positivo. Por eso, el alumno tiene que adquirir las herramientas y conocimientos establecidos por la sociedad en la que tendrá que vivir después como adulto, pero debe hacerlo no por imposición, sino comprendiendo que es bueno para él.
El buen profesor tiene que inspirar a futuras generaciones. Para esto, la habilidad de establecer relaciones y motivar, son cualidades imprescindibles. La educación integral de una persona requiere educadores que valoren tanto el conocimiento como las habilidades de cada individuo. Los mejores profesores son los que incluyen al estudiante en el proceso del aprendizaje, como socios, valorando también el debate, la creatividad y las cualidades que nos hacen humanos.
Elaborado por Mercedes Hernández Estrada, Directora del British Council School