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Jesús Nieva: "La magia del educador es que los alumnos crean en ellos mismos y no en el maestro"

  • "Alas de mariposa" está lleno de vivencias y nostalgias

Carmen García
Madrid,

Jesús Nieva es un profesor que ejerce en el colegio San Francisco Javier de Tudela (Navarra) desde hace más de 30 años. Ha dirigido más de una treintena de obras de teatro en la compañía del colegio y a través del libro "Alas de Mariposa" (Ediciones Arzalia), ha querido reflejar la importante labor del maestro y traslada el mensaje de que educar es mucho más que impartir clase.

Tras 30 años de docencia, ¿cómo evalúa los cambios de la educación?

La educación ha cambiado muchísimo, pero no han sido los sistemas educativos los que lo han propiciado. Cuando una persona regresa a las aulas después de 25 años no tiene la impresión de que haya habido modificaciones sustanciales, al margen de los elementos tecnológicos nuevos. Es cierto que la ESO, por ejemplo, modificó las asignaturas, las instalaciones o el número de horas de clase, pero tampoco supuso una revolución.

Lo que sí se ha modificado es la exigencia al profesorado para documentar todo lo que hace en el aula: programaciones, memorias, evaluaciones. Es cierto que este control es necesario, pero no nos puede hacer perder de vista lo sustancial: la atención a los chicos.

También se han desarrollado nuevos métodos de atención a la diversidad en los que se han invertido importantes medios humanos, materiales y económicos, y creo que ha sido, y es, un gran acierto.

¿Qué puntos cambiaría de la educación actual?

En primer lugar, trataría de inculcar a los alumnos lo que es absolutamente esencial, que no son las notas, ni el título, sino prepararse para salir a la sociedad a hacer un servicio, a mejorar el mundo en que vivimos, a hacer felices a los demás con nuestros conocimientos y nuestro trabajo.

La sociedad trata de imponer un criterio basado en la competitividad y les dice a los chicos que esto es así: o pisas o te pisan, y el resultado son jóvenes ambiciosos, que no está mal, pero a la vez egoístas. El alumno del futuro debe buscar la excelencia, pero al servicio del otro, con generosidad. Poner la lupa en los demás. Eso sería una revolución y le daría mucho más sentido al esfuerzo diario. Saber por qué se estudia y para qué es fundamental. La motivación, en definitiva. Un alumno motivado es un alumno dispuesto al trabajo.

En segundo, crearía espacios de colaboración entre educadores y alumnos. Que la educación no sea ir al aula donde yo enseño y tú aprendes, sino un lugar donde aprendemos juntos y vamos más allá de puros conocimientos académicos. Aprender para la vida.

Y en tercer lugar, trataría de que el sistema en general fuese menos memorístico. Todos lo vemos -padres, educadores y alumnos- pero no encontramos el modo de modificarlo. Tenemos voluntad, pero acabamos absorbidos por la legislación y las exigencias del último curso con la prueba de selectividad, donde hasta los idiomas se preguntan por escrito, imponiéndose criterios económicos y prácticos.

¿Considera que los alumnos de ahora son diferentes a los de antes?

No tengo la menor duda. Son diferentes, lo que no significa que sean ni mejores ni peores. Por ejemplo, las clases de los años ochenta estaban masificadas y no había apenas atención a la diversidad, era "café con leche" para todos y allí el chico sobrevivía o se marchaba porque "no valía para estudiar". El alumno de antes no tenía tantos medios para tantas actividades extraescolares y se permanecía en los centros desde las nueve de la mañana hasta las seis y media de la tarde. Era otra convivencia, otra forma de trabajar.

Ahora, los chicos son más dóciles, más permeables a la educación, que a su vez es más personalizada y trata de llegar a todos con sus peculiaridades.

La normativa de convivencia también es distinta. Veníamos de una disciplina impuesta en los años ochenta y noventa donde eran frecuentes las expulsiones de clase o expulsiones varios días a casa. Hoy en día se habla mucho más con las familias y con los alumnos, y se buscan sanciones distintas, eso los jóvenes lo sienten. La sociedad en general es más dialogante y tolerante.

¿Qué competencias debe tener un profesor para dar clase?

Es una pregunta muy interesante, pero para contestarla yo modificará el nombre "profesor" por "educador" "maestro". Si no, no puedo explicarlo. Séneca decía que profesor es el que enseña y maestro es de quien se aprende. Un educador sabe que lo quiere ser desde una edad muy temprana. Lo vive, lo siente, le gusta.

En estos momentos se vive una situación curiosa en la que parece que se busca en el perfil ideal de un profesor una persona que domine los idiomas y las nuevas tecnologías, y los currículos se imponen por encima de otras cualidades personales y morales. He sido director y sé de qué hablo.

A un educador se le puede mandar a cursos de formación y acude feliz y satisfecho, y es una esponja que absorbe todo. Un profesor cree que dominar su materia es suficiente y que debe limitarse a enseñar los conocimientos que ha adquirido. Es un error. Un maestro aprende cada día de sus compañeros, de los alumnos, y llega a casa y todo lo que hace y lo que ve lo adapta a la educación. El educador empatiza con los chicos y va más allá de la enseñanza reglada.

¿Qué cree que es lo más importante hoy en día a la hora de enseñar algún conocimiento a los alumnos?

En mi libro, Alas de Mariposa, cuento mi evolución desde que empecé y cómo me preocupaba dominar la materia los primeros años. Pero luego aprendes. El educador sabe que una asignatura es el medio para enseñar no solo conocimientos sino valores. Sabe que al final no enseña unos conocimientos académicos, enseña lo que es.

Por eso es fundamental cómo se muestra ante ellos, cuál es su actitud. Un maestro feliz y motivado con su trabajo facilita el intercambio de conocimiento, y sobre todo, que el alumno lo acepte con gusto. Son muchas horas delante de los jóvenes y al final te conocen por fuera y por dentro. La asignatura les gusta o no les gusta, en muchos casos, por la persona que la imparte.

¿Hasta qué punto son necesarias las tecnologías aplicadas a la educación en los colegios?

Los avances tecnológicos son imparables, de modo que es mejor reconocerlo y buscar el modo de que su uso sea equilibrado y beneficioso. Dicho esto, es necesario colocar las tecnologías donde les corresponde. Son un recurso, un medio y jamás un fin en el aspecto educativo.

Pienso que a veces se le quiere conceder más importancia de la que tiene y se presiona demasiado a los educadores con su dominio. Puede que en determinadas materias sea una herramienta muy útil, pero para otras carece de importancia.

Un educador puede entrar en clase sin ordenador ni pizarra digital en muchas materias y enseñar y educar perfectamente con el don de la palabra, con tiza y pizarra porque lo esencial no son los medios ni los materiales.

¿Cómo se enfrenta día a día sus alumnos? ¿Cuáles son sus trucos?

Creo que a lo largo de esta entrevista ya ha ido quedando claro. Un educador disfruta de lo que hace. Seguramente muchos lectores se estarán preguntando ahora mismo por los alumnos que no se comportan bien. Mi consejo es siempre el mismo: hablar con el chico en privado y ofrecerle ayuda. Implicarte más allá de las paredes del aula.

También es importante hacerles saber que todos son maravillosos, aunque muchos no lo saben. Todos son perfectos dentro de las limitaciones que todos tenemos, pero seguro que son el mejor a algo, seguro.

La magia del educador no es que crean en el maestro, sino que crean en ellos mismos, en sus cualidades y su potencial que deben apreciar y explotar al máximo. Si se consigue esto, no hay límites para las personas.

¿Qué pretende transmitir con su libro "Alas de Mariposa"?

"Alas de mariposa" es un homenaje a la educación y a los que forman parte del proceso educativo: los maestros, los alumnos y las familias. Es un libro de experiencias reales, en el que se muestra mucho de lo que me ha hecho aprender y que me ha servido para ser lo que soy.

"Alas de mariposa" está lleno de vivencias y nostalgias, y sobre todo de mucho amor a mi profesión, mucho cariño a las personas que me han rodeado durante toda mi trayectoria profesional. También quiero transmitir un mensaje ilusionante de la educación a una sociedad, en un momento un tanto convulso.

¿Qué importancia tiene el teatro en la educación?

El teatro tiene muchísimos valores educativos. Se trabaja la unión, la diversidad, la igualdad…Se trata de un equipo trabajando unido para conseguir sacar adelante un proyecto, en el que todas las personas que forman parte de él son importantes y tienen un papel esencial.

Me gustaría que escuchaseis lo que dicen del teatro quienes han pasado por ahí. Hace años, en las viejas paredes ya restauradas del colegio apareció una pintada que decía "Sin teatro para mí no hay vida". También recuerdo con cariño una ocasión en la que un alumno que ejercía de actor protagonista de una de las obras tomó el micrófono el día de la presentación y dijo: "Ya sabéis que hasta que yo no entré en teatro jamás había tenido amigos".

Así, el teatro es un lugar de encuentro y trabajo, pero también un medio para que muchos chicos se sientan útiles, reconocidos y felices.