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"La investigación en España es una apuesta que necesita recursos duraderos"


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    Cinco universidades públicas -Pompeu Fabra, Politécnicas de Cataluña y Valencia, Carlos III, Rovira i Virgili- encabezan U-Ranking 2017, desarrollado conjuntamente por la Fundación BBVA y el Ivie. Cataluña posee el mejor sistema universitario regional, seguida por Cantabria, Comunidad Valenciana, Islas Baleares y Navarra.

    Joaquín Aldás-Manzano, Investigador del Ivie y uno de los directores de U-Ranking

    ¿Cómo es la metodología para elaborar este ranking?

    Los rankings son listas ordenadas construidas a partir de un indicador sintético de información. En el caso de U-Ranking, este indicador se calcula a partir de 25 indicadores que tratan de medir el rendimiento de las universidades en sus tres principales actividades: la docencia, la investigación y la transferencia de conocimiento. Así, el ranking ofrece una comparación entre universidades que intenta ser objetiva y basada en datos, superando las limitaciones de las comparaciones subjetivas basadas en el prestigio.

    Además, U-Ranking tiene también en cuenta el tamaño de las universidades, definiendo por separado un ranking de rendimiento en los que se corrige el efecto del distinto tamaño de las universidades para poder compararlas, y un ranking de volumen de resultados en el que se considera el impacto total de las universidades independientemente de su tamaño.

    ¿Qué hace este ranking diferente al resto?

    Todos los ranking son útiles si se conoce su metodología y las ventajas y limitaciones que se derivan de ella. En el caso de U-Ranking la metodología es explícita y verificable. Realiza el esfuerzo de sintetizar los indicadores en una ordenación y no limitarse a ofrecer los indicadores para que cada usuario haga su interpretación. Ponderar los indicadores es delicado, pero se facilita así la interpretación. U-Ranking permite a los usuarios realizar sus propios rankings personalizados de tal manera que no tenga que utilizar los pesos de nuestra propuesta sino que pueda ordenar las universidades dando la importancia relativa que considere a la investigación, la docencia y la innovación y desarrollo tecnológico (transferencia de conocimiento). Finalmente U-Ranking no solicita información directa a las universidades, sino que las obtiene directamente de fuentes independientes y, en la mayoría de los casos, pública. También incluye a todo el sistema público y la gran mayoría del privado.

    ¿Por qué las universidades catalanas siempre salen mejor valoradas que el resto?

    Como en casi todas las cuestiones complejas la razón no es única, sino una combinación de varios factores. Se han combinado núcleos de investigación y politécnicos originarios potentes con políticas de incentivos que han apostado muy decididamente por la calidad, la competencia y la internacionalización. Iniciativas de atracción del talento puestas en su momento en marcha por el conseller de Economía de la Generalitat de Catalunya Andreu Mas, como el programa ICREA o el Plan Estratégico para la calidad del sistema gestionado por la AQU, explican buena parte de ese hecho. Además, no puede ignorarse que cuenta con un entorno empresarial muy favorable, con un tejido productivo denso y que apuesta en mayor medida que en otros territorios por la economía basada en el conocimiento.

    ¿Por qué la universidad privada no investiga tanto como la pública?

    Las universidades privadas aportan mayor diversidad de oferta docente, sobre todo, y con buenos resultados en ese ámbito pero aportan poco en investigación. La investigación es una apuesta que necesita recursos duraderos. Obtenerlos del sector privado no es fácil y los del sector público a los que pueden acceder las privadas son solo los más competitivos, y eso no es fácil tampoco si no se parte de núcleos investigadores. También hay que añadir la juventud de muchas universidades privadas. Generar equipos humanos y equipos físicos exige tiempo y una apuesta decidida en recursos que necesita del paso del tiempo para cristalizar. En la medida en que los equipos de gobierno de estas universidades realicen esa apuesta, como ya ocurre en algunas de ellas, cabe esperar en los próximos años una mejora en los resultados investigadores

    Las universidades privadas se sitúan en el ranking general por debajo de la media del Sistema Universitario Español (90%). ¿Esto quiere decir que son peores?

    Eso quiere decir que una universidad privada promedio tiene un rendimiento ligeramente inferior (10%) a una universidad pública promedio. Pero ya hemos apuntado que existe una fuerte especialización de las universidades privadas en docencia, aspecto en el que tienen un rendimiento algo mejor que las públicas. Lo que las penaliza es un rendimiento significativamente menor en investigación y transferencia. Más que decir que las universidades privadas son peores en términos generales, diría que tienen mucho más descuidado que las públicas su investigación y su transferencia por los motivos a los que aludíamos con anterioridad.

    ¿Qué significa que las universidades públicas lideran la transferencia tecnológica?

    La misión de una universidad no es solo investigar, también debe hacer llegar al tejido productivo los resultados de esa investigación. La forma de hacerlo es a través de patentes, licencias, consultoría, prestación de servicios, etc., lo que denominamos transferencia de conocimiento. En la medida en que la transferencia requiere un objeto que sea transferido y ese objeto nace de la investigación fundamentalmente, es natural que las universidades públicas, con mejores desempeños investigadores también tengan mejores resultados en transferencia.

    ¿Por qué nuestras universidades españolas no están entre las primeras en los rankings internacionales? ¿Qué deberíamos cambiar? ¿Cómo nuestras universidades pueden ser más competitivas?

    No es verdad que nuestras universidades, en general, no sean competitivas a nivel internacional. En algunas áreas aparecen entre las 50/100 primeras y por ejemplo en Shangái hay 12 entre las primeras 500. Lo que se olvida a veces es que en el mundo hay cerca de 20.000 universidades a la hora de analizar el lugar que ocupa nuestro sistema. Además, muchas de las universidades de cabeza en esos rankings disponen de enormes recursos.

    Esto no quita que el potencial de mejora de nuestro sistema sea muy amplio. Los obstáculos a mejores posiciones son varios, por ejemplo, mejor financiación vinculada a resultados, posibilidades de competir por el profesorado mediante sistemas de contratación mucho más flexibles y vinculados a objetivos, especialización decidida en posgrado e investigación, rigidez del sistema de gobernanza de las universidades públicas.

    Además, es necesario señalar que, en general, los indicadores empleados en estos rankings internacionales están dirigidos a evaluar la calidad de universidades de élite,con bastante historia a sus espaldas y, normalmente, con muchos recursos. Por ejemplo, el Ranking de Shanghái mide los premios Nobel que han obtenido tanto ex alumnos como actuales profesores, lo cual puede servir para comparar a Oxford frente a Harvard pero impide la comparación entre universidades que, de momento, no pueden aspirar a tener un Premio Nobel. En este sentido, este tipo de rankings es de poca utilidad para quien busque elegir universidad en España.

    Según el Indicador Homogéneo de Empleabilidad, Cataluña, Aragón, Illes Balears, País Vasco y Madrid obtenían en 2014 resultados superiores a la media en empleabilidad de sus egresados. Estos sistemas ¿qué hacen de novedoso para emplear a sus egresados?

    La empleabilidad está muy condicionada por el entorno económico regional en el que actúa cada universidad. En la mayoría de esas comunidades con buenos resultados en el IHE, los tejidos empresariales son densos y ello facilita la empleabilidad. Con esto no estamos diciendo que las universidades no tengan ninguna responsabilidad en la empleabilidad de sus egresados, todo lo contrario. En primer lugar, deben fomentar en sus estudiantes la cultura de la movilidad. En un país donde esta cultura estuviera arraigada, el efecto de las diferentes tasas de desempleo entre las comunidades autónomas sería inexistente para los egresados universitarios. En segundo lugar, tienen la gran responsabilidad de contribuir a la mejora de esos tejidos productivos, aportando capital humano formado y conocimiento, investigación, transferencia. Si se cumple con esa misión, a medio plazo esos tejidos mejorarán también favoreciendo la empleabilidad.

    ¿Cree que sobran universidades en España?

    España no es un país que, comparado con su entorno, tenga un número excesivo de universidades. De lo que somos partidarios no es de cerrar, sino de establecer los incentivos para que se produzca la mejora general del sistema. Incluso si el sistema mejora significativamente seguirán habiendo universidades con mejor o peor rendimiento, pero de lo que hay que asegurarse es que el peor rendimiento supera el estándar mínimo que deseamos para nuestro sistema universitario.

    ¿Por qué cree que cada vez hay más universidades privadas?

    Desde el año 2000 no se ha creado ninguna universidad pública, luego, efectivamente, todo el crecimiento en el número de universidades desde esa fecha es privado. La razón es fundamentalmente que la educación universitaria es considerada como un negocio potencialmente rentable por esas empresas. Y no utilizo el término negocio peyorativamente, ni muchísimo menos, es un campo de negocio tan legítimo como cualquier otro. En algunos casos, además, hablamos de organizaciones sin ánimo de lucro. Lo que es fundamental es que la competencia se produzca en términos de igualdad de exigencia en la prestación del servicio y ahí tienen mucho que decir las agencias de acreditación. Con iguales criterios para evaluar la calidad de los resultados, toda competencia debe ser bienvenida porque debe acabar redundando en beneficio del usuario.

    ¿Cuáles son los retos de futuro de la universidad española?

    Algunos ya los hemos apuntado, pero siendo sintéticos los resumiría fundamentalmente en tres: la diferenciación entre instituciones, en función de sus objetivos y actividades; una financiación basada en resultados y un sistema de gobernanza que permita a los responsables de las universidades definir estrategias de mejora y disponer de instrumentos para desarrollarlas asociados a una corresponsabilidad en el logro de los resultados

    ¿Continúa la crisis en la universidad?

    Yo no creo que la universidad esté en crisis, sino que, como muchos sectores importantes para la economía, está siempre necesitada de reformas para cumplir mejor con su función. Sí que creo que es un sistema que necesita de mayor autocrítica por parte de sus gestores, de mayor autoexigencia a la hora de fijarse objetivos de rendimiento, de reformar las estructuras de decisión muchas veces excesivamente burocratizadas. Estas reformas, concretadas en planes, deberían ir acompañadas, en el caso de las universidades públicas de financiación específica y adecuada para cumplirlos. La peor situación es aquella en que las reformas se imponen legislativamente sin ser discutidas y asumidas por las universidades o, también, cuando las universidades se autoexcluyen de los procesos de reforma necesarios amparándose en una autonomía no siempre bien entendida.

    Por qué hay tanta disparidad de precios entre las diferentes comunidades autónomas? ¿Cómo es posible que Cataluña sea la más cara o Galicia y Andalucía las más baratas?

    Habría que distinguir entre las tasas públicas y los precios de las universidades privadas. En el segundo caso es un tema de elasticidad, hay territorios en los cuales el consumidor está dispuesto a pagar más. Pero creo que la cuestión fundamental hace referencia a las tasas públicas. La educación es una competencia transferida. Las comunidades autónomas tienen la capacidad legal de establecer esos precios públicos y aquí entran en juego las diferentes estrategias políticas, las ideologías de los gobiernos regionales, la mayor o menor capacidad financiera de cada comunidad que le provoca mayor o menor presión para trasladar al usuario un porcentaje mayor de los costes de la enseñanza. En mi opinión, la pérdida de la unidad de mercado no es buena pero, sí que se puede minimizar sus efectos con una política adecuada de distrito único, becas y movilidad. Si cualquier español puede, con su nota de las pruebas de acceso, acceder a cualquier universidad del estado y tiene la cultura de la movilidad, entonces el precio acabará reflejando la mejor calidad docente e investigadora y las mayores expectativas de empleabilidad. Las tasas tendrán que adaptarse a la demanda. En cualquier caso, no olvidemos que las tasas representan un porcentaje muy bajo del coste real de la enseñanza universitaria.