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La importancia de la familia en el desarrollo infantil

  • La estructura clásica de la familia ha dado paso a una diversificación de modelos familiares más integradores

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Madrid,

La familia determina en gran medida el desarrollo infantil. Dado que es el ambiente socializador primario, gracias a la familia aprendemos a relacionarnos en la primera infancia. Por ello, debe estar presente y accesible para niñas, niños y adolescentes. En la familia se aprenden los primeros códigos sobre cómo interactuar en el mundo, algunos de los cuales nos acompañarán durante toda nuestra vida.

Para el desarrollo sano infantojuvenil, crear un vínculo de apego seguro es fundamental. El vínculo de apego es la relación más temprana que se construye y con la que nos capacitamos para regular nuestras emociones. Se edifica, desde bebés, gracias a las conductas de acercamiento y de atención. De no entenderse la importancia de que madres y padres trabajen en estos lazos, las consecuencias pueden ser negativas. En cambio, si las familias toman consciencia de su relevancia y se involucran comprometidas en la etapa infantojuvenil, se parte de un protector que facilita el desarrollo. Es un regalo que les hacen a sus hijas e hijos para toda la vida.

Cuando las niñas y niños interactúan con sus familias, se desarrollan modelos internos de funcionamiento que influyen en cómo se relacionarán consigo mismos y con las demás personas a lo largo del ciclo vital. La infancia es una etapa especialmente sensible a este desarrollo y es crucial que las familias conozcan pautas adecuadas de relación con sus hijas e hijos que faciliten un vínculo de apego seguro. Esto implica que, además de asegurarles alimentación, sueño e higiene, existan patrones afectivos y emocionales adecuados, cálidos, sanos y que aporten seguridad.

En las últimas décadas, la estructura clásica de la familia ha dado paso a una diversificación de modelos familiares más integradores. La entrada de la mujer en el mundo laboral, el aumento de la esperanza de vida y la globalización, entre otros factores, ponen de manifiesto la necesidad de un modelo de corresponsabilidad en la familia. Las consecuencias de no hacerlo pueden ser dramáticas tanto por los mandatos de género como por las repercusiones que puede tener en la edad adulta y en la formación de nuevas relaciones el hecho de no haber establecido una estructura vincular sana. La ausencia de los progenitores en la crianza, los problemas de pareja o la pobreza, afectan a la maduración infantojuvenil. En los casos más graves, la violencia intrafamiliar de tipo comunicativo, físico, económico, psicológico o sexual está relacionada con problemas en el desarrollo físico y psicológico adolescente y adulto.

El estilo de parentalidad democrático impulsa el desarrollo infantil sano. La psicología refiere que esta crianza tiene efectos positivos en la socialización e incluye como características fundamentales educar en el amor y la autonomía. Una familia con parentalidad democrática impulsa acciones que dan seguridad y anima a una comunicación bidireccional entre sus miembros, ofreciendo un trato cálido y empático. Promueve razonar y comunicarse como estrategias para analizar las conductas de hijos e hijas. Además, fomenta el respeto a la individualidad y a los propios intereses, acompañando y alentando las metas personales. Crea un hogar seguro en el cual se respetan los valores individuales y se promueven lazos afectivos sanos. Ofrece un clima de apoyo mutuo y confianza basal. En definitiva, brinda un amor incondicional hacia hijas e hijos haciéndoles sentir que, sean quienes decidan ser, siempre van a poder contar con su familia.

Elaborado por Dra. Rebeca Diego, docente del Máster Universitario en Psicología en la Infancia y Adolescencia de la Universidad Internacional de Valencia - VIU