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El Valle de la Muerte Europeo: Conectando la Ciencia y el Mercado
- La compañía está explorando distintos mecanismos financieros para colaborar con nuevos proyectos salidos de las universidades
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Madrid,
Europa tiene de qué enorgullecerse cuando se trata de investigación, contando con el 21% de los mejores cien centros de investigación del mundo, según el Ranking de Instituciones Scimago. Max Planck, Fraunhofer y Oxford son algunos ejemplos de esta excelencia científica.
Sin embargo, según un reciente estudio en el que participamos desde IESE con la Comisión Europea, se estima que casi el 95% de las patentes existentes en la región están inactivas, sin usarse. Mientras que el 5% restante impacta en cerca del 40% del producto interior bruto europeo. ¿Cómo podríamos activar un 5% adicional?
Entre las principales barreras identificadas: la duda de los inversores privados en nuevos proyectos que provengan de investigación científica. Estas iniciativas suelen estar asociadas a un riesgo elevado, una inversión considerable y resultados a largo plazo. En consecuencia, en diversos casos los investigadores carecen de los recursos necesarios para llevar sus descubrimientos al mercado. Este fenómeno algunos lo denominan "Valle de la Muerte Europeo".
¿Cómo ayudar a cubrir este Valle? Una opción es considerar el corporate venturing, la colaboración entre empresas establecidas y startups innovadoras, un fenómeno que su adopción sigue creciendo a gran velocidad a nivel mundial. Desde 2013, el número de este tipo de colaboraciones se ha cuadruplicado. Y empresas como la energética Schneider Electric, la tecnológica Samsung, y la empresa de bienes de consumo Henkel ya usan este tipo de innovación corporativa.
Con el corporate venturing, ciertas debilidades de los emprendedores --como la falta de recursos o acceso al mercado-- son algunas de las fortalezas con las que las empresas establecidas pueden apoyarles. Mientras, la lentitud corporativa también se puede complementar con la agilidad de las startups. Por tanto, es una cooperación que aporta valor a ambas partes de la ecuación.
En concreto, cada vez más corporaciones están trabajando con este tipo de emprendedores provenientes de instituciones de investigación mediante diversos mecanismos como llevar a cabo pruebas de concepto conjuntas para validar una tecnología, un mercado o un negocio.
En el caso de la energética BP, la compañía está explorando distintos mecanismos financieros para colaborar con nuevos proyectos salidos de las universidades. En este mecanismo, la compañía invierte entre 50.000€ y 250.000€ para que el emprendedor científico desarrolle una prueba de concepto durante 12 meses para validar el modelo. En caso de que la prueba sea exitosa, el emprendedor podría ser invertido por el fondo de capital riesgo de la compañía.
En este proceso, mientras que el investigador obtiene la financiación requerida para la prueba, la corporación puede recuperar la inversión, en forma de un descuento (por ejemplo, de un 10%) al invertir en la próxima ronda de financiación de la startup.
Otros, como la alemana Adidas, han colaborado con startups de esta tipología para crear nuevos productos. Por ejemplo, cuando buscaban nuevas tecnologías y metodologías para adaptar las bambas a cada cliente y aumentar el rendimiento de cada deportista.
Estos rastrearon el mercado de la impresión 3D, encontrando a Joseph DeSimone, que no solo era profesor de química en la Universidad de Carolina del Norte (ahora profesor en la Universidad de Stanford), si no también cofundador de la startup Carbon – en la intersección del hardware, software y ciencia molecular. Juntos --Adidas y Carbon-- crearon Futurecraft 4D, un nuevo producto en el que el comprador puede adaptar la suela de su bamba.
En resumen, aunque Europa es fuerte en investigación, aún tiene campo por recorrer para cubrir el llamado Valle de la Muerte, cubriendo la necesidad de recursos para conectar la ciencia y el mercado. Un vía para ello es apoyarse en las corporaciones mediante la colaboración entre empresas establecidas y startups innovadoras, una fórmula de innovación que aporta valor a ambas partes de la ecuación.
Elaborado por Josemaria Siota, Director Ejecutivo del Centro De Emprendimiento e Innovación en IESE Business School