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Las tecnologías de digitalización, al servicio de instituciones para una EBAU atípica pero segura

  • En el sector de TI se dice que la cadena de seguridad es tan débil como el eslabón más débil

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Madrid,

En plena cuenta atrás para la EBAU más atípica hasta ahora, si algo ha quedado de manifiesto es la relevancia que sigue teniendo la documentación en papel. Estamos en una época de transformación en la que algunos usos que parecían que iban a perdurar siempre, resultan ser efímeros; y al revés, otros a punto de abandonarse, resisten. El papel tiene un fuerte componente cultural, pero también de eficiencia y legalidad. Si no existiese, habría que inventar este formato, pues permite una experiencia de usuario única y tiene valor probatorio. Aún cuesta a los ojos de gran parte de la población que los documentos digitales se perciban como legítimos y seguros. El hecho de presentar archivos de manera presencial es visto por muchas personas y organizaciones como la única manera de formalizar procesos. Pero ¿por qué no tener lo mejor de ambos mundos, la ventaja y la confianza de la información en papel y, además, la agilidad y accesibilidad de la información en digital?

Se trata de una percepción que conviene revisar más si cabe al disponer de soluciones tecnológicas que pueden hacer todo lo anterior de forma eficiente, capturando la información en papel y llevándola ágilmente al entorno digital con el cumplimiento de estrictos marcos legales. La tecnología puede ayudar a que los flujos de trabajo se muevan entre el mundo físico y el digital, aportando velocidad y fiabilidad en la gestión de documentos con mínimas alteraciones y reduciendo en estos momentos el riesgo de contagio del COVID-19 entre usuarios.

Poniendo la vista en la EBAU y las pruebas masivas, nos encontramos con que la única forma operativa e igualitaria para todos los alumnos a día de hoy es hacerla presencial y en papel. La tecnología puede contribuir a que estas convocatorias –en las que suele haber un ambiente cargado, se entra en contacto con distintos objetos y los nervios de los aspirantes pueden hacer que se toquen la cara más de lo habitual– se desarrollen con mayores garantías en cada parte del proceso. Desde la identificación del alumno, pasando por su ubicación durante la prueba, hasta la entrega de los ejercicios, su digitalización y almacenaje sin salir del aula. Existen dispositivos profesionales asequibles que permiten escanear eficazmente distintos tipos de documentos y obtener imágenes digitalizadas de calidad sobre las que el personal docente podría evaluar, sin tener que exponerse a un virus que permanecería activo horas en dicha superficie.

Es lógico que haya cierto miedo ante la posibilidad de contagiarse o transmitir la enfermedad a nuestro círculo cercano. En el sector de TI se dice que la cadena de seguridad es tan débil como el eslabón más débil. Si se pone una norma, pero no es practicable, es como si no se pusiera; y el hecho de saber a priori que no es muy factible, no exime de responsabilidad. Sin entrar en la opción de realizar los exámenes online, como se ha hecho en universidades españolas en este último tramo del curso, la solución para una EBAU segura pasaría por constituir un comité técnico-sanitario que trabaje en cómo mantener la asepsia antes, durante y después de las pruebas. Las autoridades competentes deberían poner los medios oportunos para aliviar cualquier incertidumbre, junto con las normas decretadas de distancia interpersonal, higiene y limpieza.

Asociado a este cambio, nos encontramos un problema añadido: la responsabilidad de garantizar una EBAU segura no tiene un claro responsable entre el ministerio, consejerías, universidades; por tanto, la toma de decisión para dotar a estos procesos de medios recae en todos ellos y, a la vez, en nadie. No obstante, con muy poco esfuerzo, se podría tener una EBAU en papel y sin riesgos añadidos después de semanas de obligatorio confinamiento. Pocas inversiones podrían estar más amortizadas y justificadas cuando lo que prima es la seguridad de las personas.

Elaborado por Jesús Cabañas, director regional de PFU (Fujitsu) para Iberia