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"Coronaulas": ¿Está la educación de nuestros hijos también en la UCI?
- Toca improvisar con la incertidumbre de la situación
Ecoaula.es
Madrid,
¿Qué sucedería si un 13 de marzo de 2020, en pleno vuelo, le piden a usted que maneje un avión con su complicado sistema de mandos, navegadores, ordenadores, piloto automático, etc? Asusta, ¿verdad? Pues, seguramente, así se sintieron miles de docentes cuando de un día para otro vieron cerrados sus centros escolares a causa del estado de alarma. Así que, ante todo, había que conseguir, por un lado, que el avión – Pedro – aterrice sano y salvo y no pierda el curso, ahora que parecía que no iba en barrena; y, por otro, despegar la creatividad, los recursos y la paciencia.
Desde luego, estos tres ingredientes conforman el día a día de un docente de cualquier nivel educativo preuniversitario. Pero ahora toca aliñarlos con las TIC y las TAC, con internet y con la capacidad de los hogares para dar a los estudiantes un ordenador, tableta o móvil que garantice que la comunicación profesor-alumno no se pierda. Es cierto que hace más de diez años, cuando se repartieron pequeños ordenadores entre los estudiantes y docentes, se inició ya el desplazamiento del libro que pesa en la mochila por las tabletas y libros digitales. No obstante, en ese momento y pese a la reticencia de muchos docentes, sí hubo cursos y programas sobre cómo y cuándo introducir la que sería el aula del siglo XXI. En los idus o calendas de este marzo de 2020 no ha habido periodo de transición ni introducción escalonada ni directrices desde arriba. Por tanto, toca improvisar, con la incertidumbre de la situación y con la ansiedad que provoca lo desconocido.
¿Podemos aplaudir a los docentes de nuestros hijos por cómo gestionan esa UCI o Unidad de Clases por Internet? Sí, porque el abismo era grande y el desafío angustiante. Habrá voces críticas que afirmen que el peso se lo llevan los padres; que se mandan demasiadas o pocas tareas o sobre cómo atender de manera no presencial a los niños de Infantil y a los niños de familias sin recursos. Sin embargo, sin directrices únicas y unívocas sobre cómo enfrentarse a este resto, en cada nivel y área con sus dificultades, los maestros y profesores han demostrado, una vez más, lo vocacional que es la profesión de docente y cómo extraer lo mejor de un contexto más cruel y complejo.
Conocemos a maestros que contactan con sus niños de Infantil o sus familias, para saber cómo están; a docentes defendiendo a sus alumnos de segundo de Bachillerato para que no queden solos ante el peligro de la EVAU. Asimismo, buscan recursos, actividades, métodos, tutoriales o audios que expliquen tal o cuál contenido, mientras que aprenden ellos mismos dos competencias fundamentales para las profesiones del mañana, en cualquier sector: el trabajo colaborativo y la transferencia de conocimiento. También muchos valoran más la tarea que llevan a cabo universidades en línea y todos hemos aprendido que, por encima de Classroom, Audacity, rúbricas en línea, blogs de profesores de otros institutos, Googlesite, Teams, Skype y recursos varios, el contacto humano resulta esencial porque ese nexo profesor-estudiante conseguirá que Pedro – perdón, el avión – no se estrelle.
Elaborado por Teresa Santa María, Directora del Máster online de Didáctica de la Lengua y la Literatura en Secundaria y Bachillerato, de UNIR