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El reto: pasar de la clase presencial a la clase online sin "perder" a los alumnos

  • La figura del docente nunca estará obsoleta

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Madrid,

Desde hace 18 días este es el reto que se le plantea a esta docente universitaria dedicada, al cien por cien a la docencia presencial, y docente muy, muy alumnera, a la que le encanta incitar a sus alumnos a que intervengan y participen continuamente en clase. Y en este contexto docente personal, toca impartir lo que resta de mi asignatura -Técnicas de Comunicación Eficaz a futuros docentes de infantil y primaria- en formato on-line, donde el contacto con el alumno lo media la tecnología.

El primer cambio que se me presenta es en el ámbito de la comunicación docente-alumno; y en concreto en el de lograr interpretar el lenguaje no verbal del alumno. Lo que necesita o lo que no entiende; descubrir si ha sabido captar el sentido de lo que le explico o de la tarea que le encargo. Y no olvidemos que también para el alumno es importante interpretar en modo on-line, la complicidad, el compromiso y la responsabilidad con sus compañeros de clase. En definitiva, encontrar en esta enseñanza virtual la forma en la que todos los alumnos, se sientan igual de acompañados que en el aula física.

Toca por tanto adaptarse al nuevo escenario virtual y conseguir que siga siendo un espacio de enseñanza y aprendizaje en el que la comunicación docente-alumno y alumno-alumno no se desvirtué. No quedaba otra que echar mano del pensamiento creativo en comunidad docente para poder generar soluciones eficaces ante el contexto inesperado que se plantea. Considero que sobra explicar en comunidad docente, porque no creo que exista ningún docente que trate de afrontar el reto de educar a sus alumnos a modo de Llanero solitario.

El nuevo escenario docente obliga a adaptar los contenidos, las tareas, las dinámicas, la evaluación… al nuevo espacio, sin perder el objetivo formativo de todo ello. Y, además, sin perder al alumno por no poder interpretarle y comprender su desasosiego ante esta nueva situación. Con que facilidad en este escenario desconocido también para el propio alumno, se le puede perder si no somos los docentes, como referentes del aula, los que procuramos mantener la normalidad y la coherencia con lo planteando al inicio del curso. Los objetivos de la asignatura, los resultados de aprendizaje, la metodología, los contenidos y la evaluación se ha de mantener. El nuevo espacio virtual no obliga al docente a preparar millones de vídeos con los apabullar a los alumnos. Ni tampoco inundarlos de textos que deben leer y extraer la respuesta a sesudas preguntas. Preguntas que a los docentes nos han costado un trabajo de enorme reflexión en tiempo récord, y que además deben relacionar con un contenido específico de la asignatura, sin olvidar la justificación. Toca reinventarse como docente, pero sin perder de vista el porqué y el para qué de la docencia universitaria.

Alguien podría preguntarme y con razón: ¿y esto está mal? Favorecer el pensamiento crítico, analítico y creativo del alumno, ¿es incorrecto? No, en absoluto. Lo importante es no perder de vista que el objetivo de nuestra docencia es que el alumno aprenda. Porque en la respuesta a los porqués y los para qué, esta la razón de ser del docente: poner todos sus conocimientos, habilidades y actitudes al servicio del reto de ayudar al alumno a aprender. Y todo lo que se genere para este nuevo espacio de enseñanza, debe contribuir a ese fin.

Es por todo ello, por lo que estoy firmemente convencida de que el nuevo escenario no supone un aumento de las actividades que ya teníamos diseñadas en nuestra planificación; sino que amerita adaptar la enseñanza al nuevo espacio virtual y seguir siendo, como docentes, el referente del aula para el alumno.

Esto se traduce en preparar una clase on-line en la que el alumno puede hablar y preguntar al docente en directo, y realizar tareas tanto individuales como en equipo dentro del tiempo de clase y sentirse de esta forma, acompañado por el profesor. Igual que lo hacía en la clase presencial. Reconozco y así lo he experimentado, que esto obliga a un mayor trabajo como docente, pero es algo necesario si queremos seguir siendo referente para el alumno. En caso contrario, nos arriesgamos a perderlos.

Además, si somos capaces de sacar nuestra mejor versión como docentes que deciden proactivamente hacer frente a esta situación, estaremos promoviendo también la proactividad en el alumno. Y sabrá afrontar las dificultades que este nuevo contexto trae consigo: gestión adecuada de su tiempo de estudio, de interacción con los demás, de sus horas de sueño y de su estrés. La figura del docente nunca estará obsoleta y mucho menos en la situación que nos está tocando vivir.

La tecnología ayuda y supone una evolución que además permite conectar con el lenguaje digital del alumno. Pero el docente, en tanto que referente, por lo que sabe y su dominio de los conocimientos –autoridad epistemológica-; lo es también por su forma de comportarse, de escuchar, de comprender, de dar feed-back, de afrontar situaciones conflictivas, por su coherencia personal…-autoridad deontológica- Y esto solo se consigue con la comunicación directa y personal, y en tiempo presente con el alumno. Porque es en tiempo presente cuando el alumno necesita ser acompañado. Conviene por tanto dedicar esfuerzos a buscar la manera de seguir siendo ese referente para el alumno, aunque sea on-line.

Decía el profesor Esteve (1951-2010), Catedrático de Teoría e Historia de la Educación en la Universidad de Málaga que había descubierto que el objetivo de todo docente es ser maestro de humanidad. Que lo verdaderamente importante es ayudar a los alumnos a comprenderse y a entender el mundo que les rodea y que ello obligaba a los docentes, a rescatar el valor humano del conocimiento. Y esto, añado yo, no lo suplen ni las tecnologías, ni se alcanza a través de tareas sesudamente preparadas; sino con la presencia real y que acompaña, del maestro.

Mucho ánimo compañeros maestros, en el reto de esta gran aventura docente que, hoy por hoy se torna on-line.

Elaborado por María Fernanda Gambarini Duarte, Profesora y mentora Competencias y Habilidades de la Persona. Instituto de Acompañamiento. Universidad Francisco de Vitoria