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Las hermanas Álvarez muestran la puerta de salida al presidente de El Corte Inglés

  • Dimas Gimeno pide a los consejeros delegados recuperar el poder
Marta Álvarez, consejera de El Corte Inglés.

Javier Romera

Los principales accionistas de El Corte Inglés han abierto una batalla familiar por el control de la compañía y la herencia de su expresidente, Isidoro Álvarez, que recuerda en muchos aspectos a la que se ha vivido en los últimos años en Eulen. En este último caso, los hijos del fundador del grupo de seguridad y limpieza, David Álvarez, se enfrentaron por vía judicial, tanto por el legado de su padre como por la gestión de la empresa. Es un proceso que sigue abierto, pero que no lleva ya a ninguna parte, porque una de las hermanas, María José Álvarez, administradora única de la sociedad, tiene garantizada la mayoría en el capital y, por lo tanto, el poder.

Y es justo lo mismo que ha ocurrido en el gigante de los grandes almacenes. Gracias a su mayoría accionarial, Marta y Cristina Álvarez, las hijas de Isidoro, han apartado de la gestión a su primo, el actual presidente, Dimas Gimeno. En un primer momento, éste evitó plantar cara, pero ahora parece haber cambiado de opinión. Consciente de que su vida profesional, con tan solo 42 años, había quedado relegada a una labor institucional, en la que se limitaba a pedir igualdad fiscal frente a Amazon, ha pasado al contraataque.

Así, y tras contratar a una firma asesora de comunicación para encarar el conflicto, ha elevado al máximo su presencia pública en un afán de intentar recuperar protagonismo y ha pasado a reclamar de forma insistente que los dos consejeros delegados que le han sustituido al frente de la empresa, Víctor del Pozo y Jesús Nuño de la Rosa, tengan que reportarle. El problema es que se ha encontrado con una respuesta tajante por parte de las hermanas Álvarez, que le han comunicado ya que en ningún caso le darán más poder y que sus funciones nunca volverán a ser las mismas.

Aunque es cierto que El Corte Inglés no se plantea en este momento el despido del presidente, también es verdad que le han mostrado con todo ello la vía de salida y en el entorno del grupo se empiezan a buscar, de hecho, posibles sustitutos. Uno de los nombres que suena con fuerza, en este sentido, es el de Manuel Pizarro, expresidente de Endesa y actual consejero de la compañía, que en cualquier caso no tendría tampoco el poder ejecutivo. Para las hijas de Isidoro Álvarez, uno de los puntos de inflexión se ha producido cuando Gimeno ha empezado a solicitar auditorías internas en áreas de la compañía, como la de seguridad, denunciando en algunos casos falta de profesionalidad en la gestión.

El origen del conflicto

Isidoro Álvarez había elegido al hijo de su hermana María Antonia como su sucesor natural en la compañía, formándole para ello durante años. Pero las cosas no han salido como se esperaba. Nada más llegar al puesto y aún en plena crisis, Gimeno buscó en el verano de 2015 un inversor externo, el catarí Hamad al Thani, que inyectó 1.000 millones de euros en la compañía a cambio de hacerse este verano con un 10% de las acciones. Un porcentaje que se podría elevar hasta el 12,25% si el inversor opta por cobrar los intereses de dicho préstamo en acciones. Además, Hamad al Thani podría llegar al 15% gracias a la cláusula de mejora del 'ebitda'. El grupo se se comprometió a que el beneficio bruto de explotación creciera a un ritmo medio del 12% anual en tres años y, si no lo conseguía, el inversor recibiría otro 2,5% del capital. Y el problema es que precisamente eso lo que está pasando. Gimeno logró un crecimiento del 'ebitda' del 10,4% el primer año y rebajó la cifra al 7,5% el segundo.

Los herederos de Isidoro Álvarez controlan el 22,18% de El Corte Inglés a través de la sociedad patrimonial Cartera de Valores Iasa, en la que Marta y Cristina Álvarez Guil tienen un 69% y Dimas Gimeno, su madre, María Antonia, y su tío César Álvarez el otro 31%. Descontentas así con la marcha del grupo, y decididas además a emprender un proceso de transformación digital para plantar cara a compañías como Amazon o Alibaba, las hermanas Álvarez exigieron el pasado verano un cambio en las funciones ejecutivas y el 25 de octubre el consejo de administración retiró de este modo el mando al presidente y nombró en sus lugar a los dos nuevos consejeros delegados, Del Pozo y De la Rosa. Marta y Cristina lograron el apoyo unánime de todo el órgano ejecutivo y a Gimeno no le quedó más remedio que votar también a favor, para no quedar en evidencia, lo que hubiera podido implicar incluso su marcha de la empresa. Por detrás, sin embargo, se iniciaba una batalla, que a todas luces parece estéril. Pocos días antes de que su salida fuera oficial, su madre y su tío presentaron hasta tres demandas contra Marta y Cristina Álvarez, por más de 140 millones, por un supuesto vaciamiento patrimonial de Iasa.

Reducción de capital

Todo porque el año anterior la firma había aprobado en junta de accionistas una reducción del capital de 121,4 millones, hasta 50.000 euros, antes, según alegan los demandantes, de que se registrara ante notario su entrada en la sociedad. A las demandas, admitidas por el Juzgado de lo Mercantil número 7 de Madrid, se sumó otra de la madre de Gimeno por una modificación de última hora en el testamento de Isidoro Álvárez, por lo que recibió solo 5 millones, la mitad de lo previsto en un principio.

Fue precisamente de forma paralela a esa batalla judicial, cuando Gimeno empezó a reclamar en los consejos de administración recuperar el poder. Pero las hermanas Álvarez, que tienen ahora el total apoyo de inversor catarí, insisten en que debe cumplir lo que marcan los estatutos. Es decir, limitarse a presidir el consejo, llevar a cabo la representación institucional del grupo y encargarse de la convocatoria de la junta de accionistas. Al igual que en Eulen, el conflicto carece así de sentido. La gestión ha cambiado ya de rumbo.