El rey emérito Juan Carlos I y el ex president Jordi Pujol
Juan Carlos Giménez-Salinas
Barcelona,
Es interesante elaborar una reflexión sobre el rey emérito Juan Carlos I y el ex president Jordi Pujol, ambos personajes, por su relevancia, pasarán a la historia de nuestro país.
Ambos en edades similares, el fallecimiento de Franco los situó en lugares que resultaron definitorios para incidir de un modo decisorio en nuestra historia. Los que vivimos aquellos años desde la visión de una edad adulta, recordamos una sociedad convulsa, presionada tanto por los inmovilistas, que deseaban mantener el poder con el apoyo del ejercito, como por los reformadores, apoyados en alguna ocasión por fuerzas que pretendían destruir nuestra sociedad para alcanzar sus objetivos.
Presidía el Gobierno, Arias, hombre del régimen anterior que no propiciaba avance democrático alguno. Hubo enormes tensiones hasta que el Rey Juan Carlos consiguió que dimitiera y, de acuerdo con las normas de la época, introdujo a Suárez en una terna para elegir al nuevo presidente del Gobierno. Juan Carlos y Suárez, con la ayuda de Miranda, consiguieron modificar todas las leyes que imperaban en España. Lo consiguieron con enorme esfuerzo y también con el apoyo de todas las fuerzas progresistas, incluido el Partido Comunista. Tal esfuerzo, agotó a Suárez y desmembró al partido que le apoyaba, UCD. Juan Carlos mantuvo los equilibrios, pero no pudo paralizar, antes de producirse, el intento de golpe de Estado de Tejero, el 23 de febrero de 1981. Lo consiguió durante la madrugada posterior. Recordemos que le dijo a Jordi Pujol, cuando le llamó angustiado a La Zarzuela, "tranquil, Jordi, tranquil". La democracia española debe mucho al Rey Juan Carlos. En su declive, llegó lo que llegó, que después analizaremos.
Jordí Pujol resultó ser un hombre providencial para Cataluña, consiguió sintetizar el pensamiento de la mayoría de sus coetáneos y unirlos a través de un partido cuya ideología era la suya personal, una mezcla de socialdemocracia, liberalismo y conservadurismo social. Puso a Cataluña en el mapa, políglota, se codeó con los políticos europeos que siempre le tuvieron en cuenta. Hombre pragmático y moderado, no deseaba los enfrentamientos y siempre procuraba llegar a acuerdos cuando veía el momento oportuno. Conocía sus propias debilidades y las de Cataluña y jamás cruzaba los límites si no tenía la victoria asegurada. Construyó una Cataluña abrigada por su cultura y consiguió que la mayoría de las personas que habitaban en ella, la respetaran. Propició el engrandecimiento de las industrias radicadas en Cataluña y creó un entramado de intereses económicos fuerte y eficaz que con los años y el declive que proporciona el poder y la edad, se transformó en grupo de presión y corrupción. Los últimos años, el Patriarca decayó y nadie, hasta hoy, ha conseguido sustituirle, ni tan siquiera Maragall, que quizás lo hubiera conseguido si no hubiera hecho mella en él la enfermedad. Desde la partida de Pujol, Cataluña solamente hace que buscar su destino y se encuentra en manos de políticos que han olvidado el carácter catalán y desean objetivos que solo provocan el enfrentamiento.
Fue tal la fuerza de ambos personajes, su aceptación por la sociedad, la capacidad de resolver situaciones límite que en su declive se agravaron sus debilidades. Ambos personajes se creyeron imprescindibles y consideraron que la sociedad les debía todo lo que había conseguido alcanzar. Confundieron lo público con lo privado y consideraban que podían disponer a su antojo de todo lo que se planificaba y obtenía en el país.
Ambos tuvieron dos debilidades que les condujeron hacia un mismo final, el Rey Juan Carlos, las mujeres, supongo que su soledad desembocó, con la llegada de la vejez, en el falta de prudencia y mínimo decoro.
Para Jordí Pujol, su familia fue su debilidad que le condujo hacia el abismo, su esposa y sus hijos, pero el resultado final ha sido el mismo para ambos. Confío en que la historia juzgará lo positivo de ambos porque su balance vital se lo merece.
Sus debilidades han sido aprovechadas, la de Jordi Pujol, por el Gobierno de España cuando gobernó el PP de Rajoy, para frenar la radicalidad de los políticos catalanes. La del Rey Juan Carlos I con el Gobierno de Sánchez, a Unidas Podemos, partido populista de izquierdas, le interesa desequilibrar España propiciando la caída de la monarquía.
En política nunca nada ocurre por casualidad, todo acontecimiento o noticia posee un objetivo y se debe a una voluntad. En España no hay monárquicos, exceptuando algunos nostálgicos, por lo que es fácil destruirla. El que crea que con la República se han acabado todos los males solamente es un ingenuo idealista. A los políticos catalanes actuales no les interesa la República, se quedan sin el enemigo Borbón a quien achacar todos sus males.
La corrupción no tiene defensa, pero debemos ser conscientes que las conductas nefastas de ambos personajes eran conocidas por todos desde hace muchos años y todo el mundo callaba. Como ciudadanos hemos de ser conscientes de que siempre existe algún poder interesado en manipular nuestro pensamiento. La libertad requiere conocimiento.