Para que haya conducta responsable, según el modelo del triángulo de la responsabilidad, la persona tiene que sentirse vinculada a los objetivos, normas o tareas. En el mundo de las organizaciones esta vinculación normalmente se encuentra en el descriptivo de cada puesto, aunque lo cierto es que las estructuras cada vez son más cambiantes y orgánicas, y cada vez hay más tareas que son acometidas por varias personas, no quedando del todo claro de quién es la responsabilidad última. Gran oportunidad para los excusadores.
Y ahí viene otro de los grandes filones para elaborar excusas: debilitar el enlace que vincula a la tarea poniendo en duda a quién le corresponde. Las excusas de esta categoría son del siguiente tipo: “no es de mi competencia”, “ese tema lo lleva otro departamento”, “antes de hacer esto hay que hacer lo otro y eso no lo llevo yo”, y similares. En algunos casos la excusa es incluso más sutil, como por ejemplo en: “a mí no me importa hacerlo, es más, lo haría sin problema, pero creo que es mejor que lo haga la persona a la que le corresponde.”
El gran problema de las excusas que debilitan el vínculo entre la persona y la tarea es que obligan a la organización a hacer un sobreesfuerzo para delimitar milimétricamente a quién le corresponde qué. Como en último término esto es imposible, se produce un incremento inútil del esfuerzo para detallar el descriptivo de puesto, que en origen es una herramienta pensada para favorecer el trabajo, en lugar de impedirlo.
Los buenos profesionales no se mueven únicamente por las indicaciones de sus superiores sino que actúan con autonomía responsable. Se vinculan a las tareas que les corresponden y asumen también lo que no está asignado a nadie pero en lo que creen que pueden aportar, lo cual es altamente positivo para la organización, porque es precisamente en esas zonas imprecisas donde en muchas ocasiones se producen los avances más significativos. La autonomía responsable significa poseer la iniciativa para aportar en aquellas tareas que no están específicamente asignadas a nadie.
La falta de claridad en las tareas se combate con autonomía responsable.