El hilo que une nuestra conducta a nuestras tareas se llama responsabilidad. Acometemos las tareas porque nos sentimos responsables de ellas. Como evidentemente nadie hace nada que no sienta como cometido propio, el motor nuclear que produce las excusas opera precisamente a ese nivel, es decir, desvinculando la conducta de las tareas, debilitando así el vínculo de la responsabilidad. Resulta sumamente interesante analizar cómo ocurre este fenómeno.
El modelo de Schlenker sobre las excusas indica que hay tres pilares básicos que sostienen la conducta responsable: en primer lugar, la claridad de la obligación. Para que haya conducta responsable la persona tiene que tener claros cuáles son los objetivos a lograr, las normas a cumplir o simplemente la tarea que tiene que desarrollar. En segundo lugar, la persona tiene que sentirse vinculado a esos objetivos, normas o tareas. Por último y en tercer lugar, la persona tiene que poder controlar la situación, es decir, tiene que poseer competencias y recursos suficientes como para hacer lo que se le pide.
Las excusas funcionan debilitando esos enlaces. En cualquiera de los tres casos es posible dejar de hacer una tarea sin sentirse mal por ello si la persona logra una de estas tres cosas: demostrar que no hay claridad en los objetivos, normas o tareas, que aquello que hay que hacer no le compete, o simplemente que no puede hacerlo porque tiene control sobre la situación.
Para desmontar las excusas hace falta conocer su lógica.
Es un modelo curioso, weberiano, que tengo que leer e intentar asimilar. En psicología de la decisión, así como psicología económica, hasta donde alcanzo, el hilo es el refuerzo, el palo y la zanahoria, que se abre en una matriz de castigo positivo /negativo y refuerzo positivo /negativo, a lo que unimos las falacias y los errores de cálculo. Soy más de Kahneman y Tversky, de Skinner, que de Max Weber y la escuela burocrática…
No conocía su blog. Curiosaré para mantener la cabeza ocupada. Saludos.