Banca y finanzas
El Banco de España desoyó las alertas internas sobre Banco Popular
- El supervisor rechaza una intervención por miedo a complicaciones judiciales
elEconomista.es
La crisis del Popular se ha convertido en un asunto delicado en extremo para el Banco de España más allá de encontrar la solución a sus acuciantes apuros. La preocupación por su desempeño y balance, ya estaba entre los técnicos del organismo, sin que cristalizase en medidas decisivas del instituto supervisor que impidiesen a la entidad llegar a una situación tan límite. ¿Pueden las acciones de Banco Popular llegar a valer cero? Matemáticamente sí
En círculos próximos a la institución señalan que, con dicha disfunción, la idea de una intervención desagrada en el Banco de España para evitarse el amargo trago de que pudiesen solicitarse responsabilidades. Lo que menos se quiere oír en los despachos del inmueble ubicado en la Plaza de Cibeles es otro conato de fuego que pille al organismo en medio cuando aún duelen las heridas de la imputación de varios de sus responsables por el Caso Bankia y que, aunque finalmente resultasen exculpados, dañó su imagen con las versiones cruzadas entre inspectores y obligó a sustituir a los directivos señalados.
El Mecanismo Supervisor Único (Mus) asumió en el otoño de 2014 la vigilancia y rol disciplinador sobre entidades como el Popular. Es la institución última responsable de tomar medidas pero, sobre el terreno, se apoya en los inspectores que trabajan in situ, con fuerte vinculación al supervisor nacional. El organismo dirigido por Luis María Linde coincide aquí con el Ministro de Economía, Luis de Guindos, en preferir que el camino del Popular se resuelva por la vía privada, sin intervención ni ayudas públicas, refieren las fuentes consultadas. Un extremo, por cierto, que habría provocado cierto distanciamiento con Emilio Saracho.
Rotunda negativa de Guindos
El presidente del Popular y Guindos han pasado por épocas de mayor entendimiento. El exvicepresidente mundial de JP Morgan, que no vino al banco para proceder a su liquidación, se resiste a 'malvender' una enseña cuyo valor en bolsa apenas alcanza los 1.700 millones de euros tras el terrible varapalo sufrido en bolsa en los últimos días.
Para maximizar la solución en favor de los accionistas, Saracho se ha topado con la rotunda negativa de Guindos a instrumentar algún tipo de esquema de protección que disuelva los temores de los potenciales postores y les anime a ofrecer un precio superior al ínfimo valor al que capitaliza en bolsa. Guarecer al comprador frente a eventuales quebrantos en alguna cartera de riesgos o derivados de demandas judiciales, ayudaría reactivar el apagado interés por el Popular.
Una venta a pérdidas sería además un revés para Saracho si alguien invoca responsabilidades. El banquero ya esquivó, precisamente, arriesgarse frente a eventuales demandas vinculadas con la ampliación de capital que efectuó el banco el pasado año al lograr que los errores contables detectados en 2016 y ejercicios anteriores se reconociesen sin reformular las cuentas, algo que le habría expuesto de tener que firmarlas.
La entidad dirigida por Saracho proyectaba despejar la incógnita sobre su futuro a finales de mes, pero el viacrucis bursátil, hace presagiar un desenlace más rápido. JP Morgan, el banco del que procede el banquero y al que encomendó explorar una operación corporativa, fijó el próximo sábado 10 de junio como la fecha para que los interesados formulen una oferta vinculante, sin menoscabo de alcanzar algún acuerdo antes o después.
Cita con el BCE
Nadie o pocos esperan que se demore en exceso la situación de incertidumbre. Hoy, lunes, es de facto un día clave. La ausencia de noticias clarificadoras sobre el estado real del banco y su futuro, y pese a que la entidad ha reiterado que su ruta continúa inalterable -vía fusión o ampliación de capital-, está haciendo mella en los clientes.
Al ser una entidad especialista en pymes y con menor cuota en banca de particulares, cuenta con mayor resistencia a una fuga asfixiante y crítica de depósitos. Según algunas informaciones, su presidente y el consejero delegado, Ignacio Sánchez Asiaín, tienen cita además con el BCE mañana martes para rendir cuenta de la situación y explorar el acceso a alguna liquidez si fuese necesario para gestionar la estrategia que se determine.
La caída a plomo de la cotización aleja la viabilidad de una ampliación de capital donde los actuales dueños deben aprobar una operación que aniquile por completo su posición e inversión. Sí es factible que facilite, en cambio, una operación corporativa al hundir su precio -a menor valor, mayor es el fondo de comercio positivo y un postor puede estimar que paga poco por el banco pero le compensa asumir el riesgo de quebrantos por potenciales demandas-.
Sin embargo, la falta de claridad aún sobre el valor de su 'ladrillo' y el déficit de provisiones ha enfriado el apetito. CaixaBank y Sabadell se desmarcaron desde el principio, BBVA ha declinado reengancharse y Bankia parece ponerse de perfil, dejando al Santander como la última opción en la que confía el Gobierno para que esquive el rescate. Una intervención corresponde decidirla al BCE o a la Junta Única de Resolución (SRB), mecanismo este último que la ejecutaría.