Banca y finanzas

Las entidades lusas, abocadas a un segundo y millonario rescate

  • El auge de los impagos deja pequeños los 18.000 millones ya inyectados


El esfuerzo llevado a cabo desde el año 2009 por el Gobierno y los contribuyentes lusos para reparar los agujeros de su sistema bancario parece que ha servido de poco. El Brexit ha dado la puntilla para que el mercado haya arremetido con fuerza contra sus entidades por dudas sobre la solvencia y una voluminosa y creciente cartera de morosos debido a la frágil economía.

Después que el sistema haya recibido más de 18.000 millones en ayudas, en torno al 10 por ciento del PIB, lleva cinco años acumulando pérdidas -6.400 millones-, y aún no ha encontrado una solución a sus problemas. El Banco de Portugal ya ha pedido flexibilidad a las autoridades comunitarias en las medidas a adoptar, que serían similares a las italianas, para purgar de una vez por todas los males.

La principal vulnerabilidad es una bolsa de activos tóxicos de unos 34.000 millones de euros, que el BCE eleva el porcentaje al 15 por ciento. Los impagos comerciales rondan el 20 por ciento y ahuyentan a algunos bancos a prestar a las empresas, por lo que el saldo de créditos al tejido industrial caiga el 4,1 por ciento. Este descenso está provocando que el negocio crediticio esté bajando un 0,4 por ciento.

El hecho de que el sector haya tenido que ser reflotado ha condicionado su propio desarrollo, porque a cambio de las ayudas ha tenido que desprenderse de multitud de negocios y su actividad se ha visto limitada. Este circustancia es similar a la experimentada en otros sistemas europeos que han requerido dinero público para sobrevivir, como el español, pero con la diferencia de que el rescate ha alcanzado a la práctica totalidad de su banca.

Pero las entidades han hecho los deberes a medias. La estructura de los bancos apenas se ha ajustado en un 13 por ciento, por lo que en los próximos años tendrá que llevar a cabo un recorte de plantilla y sucursales. Y siguen los problemas.

Caixa Geral

Es la mayor entidad del país y la última en destapar el grave estado en el que se encuentra el sistema luso. Caixa Geral se encuentra inmersa en proceso de reestructuración, que puede afectar a 2.500 trabajadores y cerrar 300 sucursales, en un plan de reposicionamiento en distintos mercados, como el español, y en conversaciones con las autoridades para conseguir hasta 5.000 millones para recapitalizarse ante la galopante morosidad. La crisis de esta entidad hizo que esta semana dimitiese en bloque su cúpula, sin que haya sustitutos. Caixa Geral ha recibido durante la crisis 3.800 millones de euros, de los que 900 millones tiene que devolverlos.

Novo Banco

Es el cuarto banco portugués y el problema sin arreglar. La caída de este coloso sacudió al país en verano de 2013 porque se vio arrastrado por la quiebra del grupo familira Espirito Santo, uno de los más relevantes del país vecino. Su rescate fue el primero bajo la nueva estructura de resolución europea, donde las ayudas sólo llegan después de haber agotado las soluciones probadas con quitas a los accionistas. El Estado tuvo que prestar a la banca buena parte de los 4.900 millones de su salvamento. El Gobierno ha pedido ampliaciones del plazo para venderlo ante el fracaso de la primera subasta, que fue suspendida en plena campaña electoral por el coste político ante las bajas ofertas. La puja se ha reactivado recientemente, pero el Ejecutivo no descarta sacarlo a bolsa. A este proceso no ayuda la judicialización de distintas demandas, entre las que destacan las pérdidas que sufrieron los bonistas. El Banco de Portugal, para recapitalizar con otros 2.000 millones a la entidad, tomó la decisión, sin precedentes, de colocar una emisión de bonos en el banco malo BES causando al instante un quebranto masivo a los inversores. Esta medida extendió la incertidumbre sobre los bonos y convertibles de toda la banca europea, que afectó gravemente a Deutsche Bank y a las entidades italianas.

Banif

Era el séptimo banco luso. Tuvo que ser rescatado in extremis a finales de 2015 con otros 3.000 millones y adjudicados sus activos buenos al Santander. Anteriormente ya había recibido ayudas por 1.100 millones. Su rescate y venta ha causado un terremoto político, porque los socios del Gobierno socialista han sembrado dudas sobre el proceso de adjudicación, motivando una invesigación en el seno de la Comisión Europea. Ha generado también enfrentamiento, porque las nuevas ayudas podrían llevar a Portugal a incumplir el objetivo de déficit público, lo que podrían suponer al país tener que aplicar más ajustes.

BPI

El quinto banco, a priori, no está aquejado de problemas de descapitalización, pero cuenta con una guerra interna en su seno y la amenaza de una multa millonaria por parte del BCE si no reduce su exposición en Angola. Caixabank, dueña del 45 por ciento del capital, ha lanzado un opa para tomar su control. La suerte de esta entidad dependerá si la segunda principal accionista, la africana Isabel dos Santos, con un 20 por ciento, torpedea los planes del grupo español nuevamente. En los primeros años de la crisis percibió ayudas de 1.500 millones.

BCP

Es el segundo grupo financiero. Participado en un 5 por ciento por el Sabadell, la entidad es la que mejor ha sorteado la crisis tras salir de pérdidas el año pasado de entre las grandes. Ganó 235 millones. Para salir de esta situación ha contado con ayudas de 3.500 millones.

Banca española

La debilidad de los bancos portugueses ha facilitado el fortalecimiento de entidades foráneas, entre las que destacan las españolas, lo que ha provocado un auge de una alerta de que sus grandes grupos financieros se queden manos de extranjeros. La situación de debilidad ha sido aprovechada por el Santander, sobre todo. Además, Bankinter ha desembarcado en el país con la compra de la filial de Barclays. Caixabank y el Santander intentan ahora quedarse con Novo Banco. El único español que ha sufrido seriamente en Portugal ha sido BBVA.