Banca y finanzas
Los expertos critican la intervención del BCE para controlar las primas de riesgo
- Se confía en que la crisis de Francia no estalle gracias al Banco Central Europeo
- El Eurobanco está sujetando los rendimientos de la eurozona 'por detrás'
Mario Becedas
La imposibilidad de fijar una hoja de ruta fiscal saludable en medio de la inestabilidad política -que podría solventarse tras el anuncio de que Macron se abre a nombrar un primer ministro socialista- está carcomiendo las finanzas de la segunda economía de Europa. Aunque la secuencia parece estar sucediendo a cámara lenta, cada nuevo paso errático de los políticos galos supone un salto preocupante en los rendimientos de la deuda soberana.
Una escalada que lleva aparejado el siempre presente riesgo de contagio al resto de la región. Ante esta situación, la mayoría de analistas opta por un tono de advertencia más que de alarma. Esta cierta "tranquilidad" descansa sobre los hombros de un Banco Central Europeo (BCE) que invariablemente ha salido a la palestra (chequera en mano) a calmar las aguas. Sin embargo, esta estrategia de respuesta acarrea un riesgo aún mayor que puede comprometer el futuro de la eurozona.
A pesar de la situación política y fiscal que enfrenta Francia, es cierto que el BCE no ha hecho nada. Las comillas simples se deben a que el eurobanco no ha ejecutado ninguna acción directa. Pero si algo se ha aprendido de los bancos centrales en los últimos años es que con las palabras se puede hacer mucho. Las declaraciones hechas estos días por la presidenta del BCE, Christine Lagarde, han podido pasar desapercibidas, pero se antojan más que reveladoras.
Lagarde concedió a inicios de semana una entrevista a una emisora de radio francesa en la que hizo dos comentarios notables. En primer lugar, afirmó que está monitorizando "muy de cerca" los rendimientos de la deuda pública francesa. En segundo lugar, celebró que Italia pronto abandonará el procedimiento de déficit excesivo de la UE, al reducir su déficit al 3% del PIB.
Unas declaraciones, en principio, inocuas, pero que tienen sus implicaciones, como resalta el economista Robin Brooks, investigador principal de Brookings Institution y execonomista jefe del Instituto Internacional de Finanzas (IIF). El comentario sobre Francia "se trata de una intervención verbal que mantiene artificialmente bajos los rendimientos franceses. Irónicamente, esto perjudica sobre todo al primer ministro François Bayrou, quien intenta generar consenso para los recortes de gasto necesarios y necesita un sentido de crisis para lograrlo. Con el intento de Lagarde de limitar los rendimientos, ese esfuerzo está condenado al fracaso", señala Brooks.
En lo que atañe a Italia, denuncia el economista, este visto bueno (al déficit) parece allanar el camino para la activación del instrumento de protección de la transmisión (TPI), la herramienta antifragmentación del BCE que le permite limitar los rendimientos si el panorama fiscal de los países parece sostenible. "Este comentario también es profundamente problemático. Italia se embarcó en una orgía fiscal justo después del covid con su Superbonus. Reducir el déficit al 3% difícilmente puede ser motivo suficiente para dar el visto bueno a Italia. Se debería pedir a Italia que supere sustancialmente el umbral del 3% de Maastricht", completa el antiguo estratega de divisas de Goldman Sachs.
Todo lo que falla en Fráncfort
Para Brooks, los comentarios de Lagarde ilustran claramente todo lo que falla en el BCE actualmente. "Se trata de un banco central que microgestiona los rendimientos de los bonos gubernamentales a largo plazo, creyendo erróneamente que sabe más que los mercados. Este enfoque, vigente desde el comentario de Draghi de "cueste lo que cueste" en 2012, ha fracasado. Esto se debe a que países que ya estaban altamente endeudados hace una década solo lo están aún más (Italia), mientras que Francia ahora también se suma a la situación. Al comprimir artificialmente los rendimientos, el BCE está distorsionando los incentivos para la consolidación fiscal", explica el analista.
Lo cierto es que la deuda pública seguirá creciendo rápidamente. Los bonos que vencen con cupones muy bajos tendrán que ser sustituidos por bonos con cupones más altos. Además, los gastos aumentarán debido al envejecimiento de la sociedad y al aumento del gasto en defensa. En conjunto, es probable que la deuda pública de Italia, por ejemplo, alcance casi el 150% del PIB en diez años. La ratio de deuda pública de Francia está creciendo más rápidamente que la de cualquier otro país importante de la región y probablemente será solo ligeramente inferior a la de Italia en diez años. En Alemania, que en su día fue un modelo a seguir, es probable que la ratio aumente desde el nivel actual, ligeramente superior al 60% del PIB, hasta el 90%.