El Banco de España pide "ser cuidadoso" con las ayudas a los hipotecados para no perjudicar a futuros clientes
- El organismo cifra en el 6% la merma de beneficio por el "impuestazo"
Eva Contreras
El impuestazo con el que el Gobierno quiere recaudar 3.000 millones de euros en dos años con cargo a la banca se comerá "entre el 5 y 6%" de los aproximadamente 24.000 millones en beneficios anuales que generan las entidades en el país. Son estimaciones del Banco de España facilitadas por su director general de Estabilidad Financiera, Regulación y Resolución, Ángel Estrada, durante la presentación del último Informe sobre Estabilidad Financiera elaborado por el organismo y donde, precisamente, alerta del impacto que la situación macroeconómica tendrá sobre la banca. Durante la misma, el directivo pidió que las ayudas a los hipotecados sean temporales y focalizadas para no encarecer el crédito a clientes futuros.
Conforme a sus números, el nuevo gravamen supondrá alrededor del 0,1% de los activos ponderados por riesgo de las entidades, parámetro utilizado para calcular el coste de las provisiones y la hucha de solvencia. El organismo se reserva, en todo caso, una evaluación más en profundidad de las implicaciones o efectivos de la futura tasa cuando se encuentre aprobada, una vez complete la actual tramitación parlamentaria.
Lo que sí tiene es una opinión sobre las potenciales medidas de auxilio a hogares y ciudadanos hipotecados por la subida del euríbor. Al ser cuestionado sobre la intención declarada por el Gobierno de extender los apoyos más allá de los colectivos considerados como vulnerables por el Código de Buenas Prácticas hasta las clases medidas, el directivo abogó por que sea con foco en colectivos identificados y que las medida que se instrumenten "no vayan más allá de una ayuda temporal y transitoria", además de evitar un diseño que "favorezca a los que ahora tienen la hipoteca a costa de perjudicar a los potenciales nuevos clientes que puedan tener las entidades".
"Hay que ser muy cuidadoso, no sea que la consecuencia de una medida que se tome ahora sea ponérselo más difícil a los nuevos demandantes de crédito porque si es algo que alguien descuenta que vuelve a pasar en el futuro, los costes se los van a trasladar", reflexionó.
Un mensaje que redunda en el aviso dado por algunos de los principales directivos de la banca. El consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, pidió, en concreto, que las medidas que se acuerden "tiene que aplicarse a un perímetro reducido, a los más vulnerables" porque "lo contrario pondría en duda la cultura de pago del país".
El director general de Estabilidad Financiera, Regulación y Resolución subrayó que "las hipotecas es lo último que dejan de pagar" los españoles y eso supone "una fortaleza del sistema que no hay que abandonar", y que "le da mucha fortaleza a una fuente de financiación como son las cédulas hipotecarias". Se trata de un título de intensa emisión por parte de la banca para, precisamente, captar los recursos para prestar a clientes.
Según expuso, las primeras obligaciones que se resienten cuando una persona pierde el empleo o sufre una caída de la renta a partir del 20% son los créditos al consumo, con impagos a partir de los seis meses o el año de esa situación.
Si el problema persiste se falla a continuación en el abono de facturas corrientes de suministro de servicios como la luz o la energía, y no se ven impagos en las hipotecas hasta pasados dos años de esa situación doméstica extrema.
Con las presiones actuales en precios de la energía y resto de bienes, y la subida de tipos apuntó que "las clases medidas están tirando de los ahorros" y los hogares con menos rentas "están empezando a ajustar su gasto de consumo", en alusión a los esfuerzos para acomodar los presupuestos familiares.
Intensificación de los riesgos
Sin embargo, el Banco de España sí reconoce una intensificación de los riesgos que existían cuando elaboró su anterior Informe de Estabilidad en la primavera tales como el geopolítico o la inflación y la aparición de otros nuevos, como un "aumento de la probabilidad de que se produzca una contracción de la actividad en España". "En España, nuestro escenario central no prevé una recesión, pero sí es cierto que la probabilidad es mayor que antes", indicó Estrada.
La banca encara la situación con más rentabilidad, mejor solvencia, hucha de provisiones y una morosidad contenida. Sin embargo, también acumula en balance 45.000 millones de euros en financiación dudosa y 84.700 millones en vigilancia especial, es decir, al corriente de pago pero catalogados como en riesgo por la vulnerabilidad que observan en el cliente o por el sector donde operan. Supone un 7% del crédito total, por debajo del 8% máximo que alcanzó en septiembre de 2021.
De la cuantía total en la exposición puesta bajo vigilancia especial, 45.000 millones se encuentran en financiaciones de empresas y 28.000 millones en créditos y préstamos con hogares. De los 45.000 millones en dudosos, 19.000 millones están contabilizados con familias y 25.000 millones en financiación corporativa.
Para testar la resistencia del sector frente a las perturbaciones inducidas por el conflicto bélico, la subida de la inflación y los tipos ha realizado una prueba de resistencia donde se observa una erosión de la solvencia, aunque se mantendría con "un nivel confortable".
Prueba de resistencia
Para el análisis toma como hipótesis un escenario agravado donde el PIB cayese un 1,3% en tres años en lugar de crecer el 9,8% previsto en el escenario base; la inflación escalase un 20,6% en lugar del 12% esperado y el precio de la vivienda disminuyese un 2,7% en vez de crecer un 10,6%.
Bajo este análisis, el capital más exigente del sector CET1 descendería desde el 12,8% de cierre en 2021 a un 10,2% en 2024, conforme a sus números. Si se cumplen los pronósticos macrofinancieros del Banco de España o el escenario base, la solvencia, en lugar de descender, subiría del 12,8% al 13,1%.