Aragón

Lúpulo y uva de mesa para el "agro" madrileño


    Eva Sereno
    Zaragoza,

    El Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA), está llevando a cabo varios proyectos de investigación dentro del Plan de Desarrollo Rural con el fin de impulsar la agricultura en la comunidad a través de la introducción de nuevos cultivos, así como la industria alimentaria vinculada al territorio. Unas líneas de investigación que también ahondan en una mayor sostenibilidad y respeto al medioambiente, además de apostar por la comercialización de productos autóctonos y el comercio de proximidad. A estos ejes de acción, se suman otras iniciativas como el Centro de Innovación Gastronómica para vincular la producción local agraria con la cocina y la gastronomía.

    Buscar alternativas a cultivos tradicionales, apostando por productos más rentables y que no están implantados en la Comunidad de Madrid, pero para los que existe demanda desde la industria alimentaria, es una de las líneas de actividad en las que el IMIDRA está trabajando con el sector para potenciar la agricultura y la salida de los productos locales hacia el mercado.

    Cultivos como el lúpulo y la uva de mesa son las alternativas con las que se ha comenzado a trabajar el año pasado a través de diversos proyectos de investigación con el fin de introducir estas plantaciones en la Comunidad de Madrid.

    "La uva de mesa es una alternativa al regadío. Tenemos un campo de experimentación en la localidad de Alcalá de Henares con variedades propias del IMIDRA, que no tienen pepitas", con el fin de comprobar si este cultivo sería rentable, según explica Félix Cabello, director del Departamento de Investigación Agroalimentaria del IMIDRA, instituto adscrito a la Comunidad de Madrid.

    Una actividad que se está llevando a cabo con una empresa de San Sebastián de los Reyes -conocida por su producción de fresa-, que está interesada en este cultivo en el que también se incidirá para que sea más ecológico y se comercialice en el mercado como producto de proximidad.

    El objetivo es que la Comunidad de Madrid llegue a tener entre 100 y 200 hectáreas de uva de mesa, lo que conllevará una generación de 200 puestos de trabajo estables durante todo el año, además de 600 indirectos con carácter temporal.

    Una línea de investigación similar se está llevando a cabo con el lúpulo. En este cultivo, también se está trabajando con empresas interesadas y se han puesto en marcha plantaciones experimentales en Peralejo -en las inmediaciones de El Escorial-, así como en Aranjuez, Chinchón y Almendralejo.

    El lúpulo ecológico es muy demandado por parte de los productores, que tienen dificultades para acceder a las partidas de esta materia prima para elaborar cerveza porque las empresas más grandes suelen adquirir su totalidad. Pero este no es el único problema. Con esta producción, el objetivo es también abaratar costes, ya que el kilo de lúpulo a gran escala cuesta unos 10 euros, mientras el lúpulo fresco para cervezas artesanas vale entre 40 y 60 euros el kilo.

    En este cultivo, también se quiere llegar a tener unas 200 hectáreas, lo que supondría la generación de 250 puestos de trabajo directos. "Son empleos cuyo sueldo estará por encima del Salario Mínimo Interprofesional, siendo de aproximadamente unos 25.000 euros, con el fin de poder fijar población en el campo y que no haya despoblación", además de "buscar la rentabilidad de los cultivos y que la gente tenga ingresos atractivos".

    Cuatro ejes de acción

    Estas líneas de investigación se engloban dentro del Plan de Desarrollo Rural, que comprende un total de 24 proyectos de investigación -cada uno dotado con unos 150.000 euros y horizonte de tres años (comenzaron en 2018)-, y que se agrupan en cuatro grandes áreas: agricultura, alimentación, comercial y promoción y medioambiente.

    "Surgen a demanda del sector, que promueve el proyecto según sus necesidades. Contactan con nosotros y se les elabora un protocolo con las líneas que se quieren hacer y se crea el grupo operativo, se evalúan las propuestas y se trabaja en un proyecto con metodología, impacto y presupuesto". Son líneas de investigación que van más allá de la introducción de nuevos cultivos porque también se están abordando otros temas sectoriales como la descontaminación de suelos, la comercialización a través de redes de comercio justo de productos de proximidad, nuevos canales de comercialización y también trabajando "la parte de un comercio social para que personas con discapacidad o en riesgo de exclusión puedan trabajar".

    Dentro estos proyectos del Plan de Desarrollo Rural, se encuentran iniciativas en el ámbito alimentario como la producción de quesos frescos sin lactosa para que no haya problemas de alergias o intolerancias en los consumidores y no se frene su consumo por este motivo. Un proyecto que, además, tiene la dificultad añadida de que se realiza con leche de yegua, cuya producción es estacional, aunque el objetivo es poder desarrollar productos para aumentar el valor añadido de esta empresa.

    Este tipo de proyectos "van unidos a una red comercial con empresas artesanas o familiares de dos o tres trabajadores, al desarrollo de nuevos productos y el establecimiento de una red de kilómetro cero con poca huella de carbono". Además, se pretende que el producto tenga un precio competitivo y los productores puedan vivir de ello.

    Del campo a la mesa

    En IMIDRA también se están desarrollando otras acciones para poner en valor las producciones agrarias y los productos locales para lo que se inauguró en noviembre del año pasado el Centro de Innovación Gastronómica, situado en el centro de Madrid. Este complejo es el más grande de Europa -superficie de 750 metros cuadrados-, e incluye diversas áreas como el laboratorio de química culinaria, sala de catas, enoteca o zona de showcooking en directo para trabajar en la promoción, investigación y formación, principalmente.

    En este centro se están llevando a cabo seis proyectos de investigación -cada un dotado con 270.000 euros-, para realizar estudios que permitan obtenciones culinarias, realizar maridajes, organizar eventos... "Es un proyecto ambicioso con el que se pretende poner en valor nuestros productos hortícolas tradicionales, como el tomate, a ser posible con cultivos ecológicos, y a través de establecimientos con Estrellas Michelín".

    En esta línea, por ejemplo, se enmarcan iniciativas como la elaboración de vinagre ecológico en tinaja de barro -se suele hacer en barrica de roble-, para lo que se colabora con bodegas tradicionales porque era la técnica que se empleaba antiguamente.

    Otras acciones se centran en productos lácteos para tener alimentos prebióticos fermentados con frutas como arándanos, frutos del bosque o el madroño u obtener productos lácteos con bajo contenido en azúcares -yogur, natillas o helados, entre otros-, para que sean más saludables.

    Son iniciativas que, además, se unen a proyectos nuevos, ahondando en esa idea de trabajar "con un producto de una empresa primaria o de industria de transformación artesana 100% madrileña o que trabajen con materias primas que proceden de la Comunidad de Madrid".

    La finalidad es también hacer elaboraciones culinarias en colaboración con cocineros de prestigio -con estrellas Michelín o Soles Repsol-, y sean prescriptores para poner de moda el producto a través, por ejemplo, de combinaciones como la leche de Colmenar con la fresa de Aranjuez. "La gente lo ve, sale en la prensa y lo van a buscar. Es tirar del consumo para generar más empleo y riqueza en el medio rural".