Aragón

El consumidor paga hasta un 1100% más por las frutas y verduras que lo que cobra un agricultor


    Eva Sereno
    Zaragoza,

    La diferencia del precio entre lo que percibe el agricultor y lo que paga el consumidor ha vuelto a crecer en las últimas semanas. Alimentos como el brócoli, calabacín, pepino o melón registran las mayores diferencias, aunque no son los únicos productos. Situación parecida se reproduce en los productores de ajo, berenjena, ciruela, cereza o albaricoque. Los agricultores viven con extrañeza esta situación dentro de una campaña, que había comenzado bien y con precios más favorables para cubrir costes y vivir que en anteriores años.

    El IPOD de junio de 2018 (Índice de precios en origen y destinos de los alimentos) ha reflejado nuevamente la diferencia entre la cantidad que percibe el agricultor por sus frutas y hortalizas y el precio que paga el consumidor por su compra.

    Y es que hay alimentos en las que las diferencias son más que significativas. Es el caso del brócoli en el que el diferencial porcentual entre origen y destino es del 1.109%, percibiendo el agricultor 0,23 euros el kilo, mientras el consumidor abona 2,78 euros por kilo.

    El melón es otro de los productos en los que este diferencial porcentual es elevado, llegando al 883%, así como el calabacín con un diferencial del 800%, pepino con el 964%; ajo con el 781%; berenjena con el 655%; circuela con el 665%; albaricoque con el 547% y cereza con un 532%, aunque la situación es generalizada en mayor o menor medida en otras frutas, verduras y hortalizas.

    Y, aunque esta diferencia de precios no es nueva en el sector, lo cierto es que los productores están viviendo la situación con extrañeza porque "este año iba a ser atípico porque faltaba producción. Al principio estaba bien y había precios buenos, pero de repente está habiendo mucha diferencia y al agricultor cada vez se le está comprando la fruta más barata. Pero vemos que en tienda tiene un precio alto", según ha explicado Francisco Ponce, miembro de la comisión ejecutiva de UAGA, en declaraciones a elEconomista.es

    "Es algo que nos extraña porque comenzó el año muy bien y en diez días los precios se han hundido. Este año el agricultor podría recibir un precio majo, pero no está pasando porque al productor le siguen comprando barato". De hecho, en general, se les está poniendo la excusa de que la primavera ha sido atípica por el clima y que el consumo estaba siendo menor a otros años "porque con el calor se consume más fruta".

    Una explicación que contrasta con la demanda que se les está haciendo porque no se para de recoger frutas como el abaricoque o la cereza, que "está ahora en apogeo".

    Además, en los mercados se está lanzando un mensaje contrario porque "les dicen al revés, que los precios están altos porque no hay producto bueno porque la primavera no ha sido climáticamente buena y falta fruta y verdura de calidad, que lo poco bueno escasea y es a un precio más alto".

    Sin embargo, la realidad "es que la fruta está buena. Hubo tormenta, pero ya hay fruta buena. No es sostenible el argumento de que por las tormentas de mayo no hay fruta buena en julio".

    A pesar de estas diferencias en el precio, la situación que viven los agricultores es mejor que en campañas anteriores, por lo menos, hasta el momento. "No son tan malos como años atrás en los que no cubríamos los costes para nada. En el inicio de la campaña no eran precios para hacernos ricos, pero se podían llevar".

    El sector está también pendiente de las exportaciones, que comenzarán la próxima semana para frutas como el melocotón, que es una de las más afectadas por el veto ruso.

    Inicialmente, las expectativas de comercialización en el exterior son buenas porque "en Francia e Italia también ha habido pedrisco y hay menos cosecha a nivel europeo".

    Mejores precios en la industria agroalimentaria

    Para intentar solucionar esta situación, los productores están a la expectativa de ver la eficiencia de las medidas puestas en marcha por las administraciones para solucionar el problema estructural del sector. De momento, en la fruta parece que "van dando efecto".

    Unas líneas de acción dentro de las que se quiere también impulsar conseguir mejores precios en la industria alimentaria porque consume mucha fruta, "pero se paga mal. Los productos que se hacen, como zumos o mermeladas, el consumidor los paga en el lineal, pero la fruta no se paga con un precio digno en relación al producto que crean. Queremos trabajar en esta línea porque, si esta fruta tiene un precio justo, no se tendría reparo en destinarla a la industria alimentaria y esto aliviaría el mercado porque la pérdida sería muy pequeña".

    Una línea de trabajo que se está valorando mientras también se pone el foco en conseguir organizaciones más grandes y fuertes, así como en sensibilizar a la población para que conozca la diferencia de precios.