Ferraro: "En Andalucía hace falta un cambio de políticas y no sólo de políticos"
José Luis Losa
Este catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla ya jubilado no deja a nadie indiferente cuando, con datos en la mano, expresa sus críticas contra las políticas económicas del Gobierno socialista en la Junta de Andalucía e incluso contra la propia sociedad andaluza por determinados comportamientos tradicionales que le impiden avanzar.
El Observatorio Económico de Andalucía (OEA) presentó hace unas semanas un documento muy crítico con las políticas económicas de la Junta. ¿Cree que es hora de aplicar las recetas que lanzaban? Claro que sí. Es el momento. Nosotros lo que observamos es que después de muchos años de autonomía, nosotros no convergemos en términos económicos, de empleo, de renta por habitante… y también hay otros indicadores que muestran que nos vamos quedando atrás y que pueden indicarnos cómo va a ser nuestro futuro. Desde el OEA observamos cómo nuestro capital humano se encuentra con restricciones bastantes significativas. Por ejemplo, que la inversión productiva, es decir, el capital que sirve para producir, es escaso y de baja calidad. En el mercado de trabajo tenemos el mayor nivel de paro, y las predisposiciones hacia el trabajo no son las óptimas. Nos encontramos con una estructura productiva que está muy concentrada en sectores y actividades que no son ni los más dinámicos ni los que generan mayor valor añadido. Estamos con un marco institucional que no es el más óptimo para el progreso... Las consecuencias de todos estos hechos, el por qué estamos aquí, como cualquier fenómeno social de esta envergadura, no es culpa solo del Gobierno. Decir eso sería lo fácil. Es consecuencia de una serie de factores históricos, de responsabilidades individuales o colectivas, de los empresarios o las mismas personas…
Una de las partes que más llamaban la atención es la parte de las críticas a la "gobernanza" de la Junta de Andalucía que, a juicio del Observatorio, no favorece el progreso de la región. ¿Qué hay que hacer a partir de ahora? ¿Cómo se le puede dar la vuelta a esto? La Junta de Andalucía realiza muchas políticas (económicas, industriales, turísticas, de empleo…), y nosotros no creemos que esas políticas estén dando buenos resultados. No logramos ningún avance diferencial sino todo lo contrario: aumentamos la divergencia con España y Europa. Nosotros llamamos la atención para que esas políticas se evalúen y se sepa en qué medidas sirven o no. Y lo hacemos porque desgraciadamente sobre esto no hay debate en Andalucía. ¿Y dónde debe existir ese debate? En el Parlamento. Por lo que también llamamos la atención a la oposición, que tiene su responsabilidad. No hay un debate profundo sobre ello en el Parlamento. No se trata de confrontación entre partidos criticándose los unos a los otros, sino de manera constructiva ver qué funciona y dónde vamos.
Usted habla de evaluar las políticas públicas, pero de momento lo que prometen PP y Ciudadanos es una auditoría de la Junta de Andalucía. Hace falta esa auditoría, pero es mucho más amplio. Una evaluación que mide la eficacia y la eficiencia, porque las empresas privadas evalúan todos los días su trabajo, se venda o no. Porque si una empresa produce mal o productos averiados, va a tener la evaluación en el mercado. Las producciones públicas, como son las políticas, no tienen evaluación en el mercado. Y esto es lo que hacen los países civilizados. Evalúan periódicamente sus políticas públicas por instituciones independientes y profesionales y no políticas. Eso es lo primero que pedimos. Estoy convencido de que hay políticas que no sirven para nada y, sin embargo, llevan aplicándose más de 20 ó 30 años.
En ese documento hablaban de la falta de meritocracia en la Administración andaluza y de esos entes paralelos de la Junta de Andalucía en los que trabajan casi 25.000 personas. Yo creo que lo que hay que ver es si tiene sentido que algunas instituciones públicas sigan existiendo. Para ello hay que evaluarlas. Aquí podemos incluir el Consejo Económico y Social, el Consejo Audiovisual, el Consejo Consultivo… ¿Qué resultados han dado? ¿Qué han hecho? ¿Cuánto valen lo que han hecho y cuánto vale mantenerlos? Y tras evaluar esos entes, hay que evaluar las personas. Sabemos que hay muchos cargos políticos y lo que habría que ver es la necesidad que hay de esos cargos. ¿No sería mejor que las responsabilidades públicas estuviesen asignadas por motivos profesionales, mejor que por motivos políticos? Que esos cargos estuvieran ostentados por personas profesionales, conocedoras de la tarea y actividad que se va a desarrollar. Y no solo hablamos de casos en la Junta. Por ejemplo, podríamos hacer lo mismo con las Diputaciones.
¿Creen que deben desaparecer las Diputaciones? Nosotros no vemos justificado el nivel de gastos de éstas para lo que aporta de valor añadido. Son muy caras.
Se supone que ayudan a los pueblos más pequeños… Hay muchísimas formas más baratas de hacer eso. Y más eficaz y eficiente.
Hablando de suprimir organismos, Vox apoya la supresión de las autonomías. Otros partidos hablan de recentralizar determinadas competencias, y otros defienden a ultranza el modelo autonómico actual. ¿Cuál es su opinión? Sobre este tema el Observatorio Económico de Andalucía no tiene aún un planteamiento establecido. Personalmente, en 2006 coordiné un balance sobre las autonomías, en el que se llegaba a conclusiones significativas. Y esto no lo digo porque un partido determinado defienda tal o cual postura. En ese libro se decía que la gente le tenía mucho aprecio a las autonomías y estaban de acuerdo con ellas. Y había muy buena apreciación sobre ellas. Pero hoy esa idea entre los ciudadanos, a raíz de la crisis, ha cambiado bastante. La reflexión que nosotros hacíamos en ese libro es que el Estado de las autonomías fue necesario en su momento porque las regiones reclamaban una serie de necesidades específicas y de igualdad entre todas. Pero las autonomías en este momento son el resultado de un proceso y de las contingencias políticas a lo largo de la historia. No son el resultado de ningún proyecto racional que se haya pensado por un grupo de personas. Consecuentemente ¿a qué me lleva todo esto?, ¿a que son malas o buenas? Pues a que las autonomías son consecuencias de circunstancias históricas de estos años. Por ejemplo, Aznar no tenía mayoría parlamentaria y para conseguir los apoyos de los partidos catalanes tuvo que darles una serie de competencias en materia concreta. Y luego otras Comunidades pedían lo mismo o compensaciones. Digo esto para que reflexionemos con libertad. Tenemos el Estado con más autonomías de Europa y con mayor número de competencias descentralizadas. Y esto nos está dando muchos problemas. Como, por ejemplo, la autonomía catalana. Por lo tanto, es posible que algunas competencias en materia legislativa que habría que repensarlas.
Más allá de los problemas políticos, a nivel económico, esta dispersión de leyes autonómicas, ¿facilita el crecimiento económico? Una de las cosas que aluden las empresas que tienen que operar en todo el territorio, es que si tiene que operar con leyes diferentes pierde las ventajas que tiene un territorio grande con una homogeneidad institucional. A lo mejor para una gran empresa le cuesta menos, porque tiene un gran gabinete jurídico para cumplir la legislación de cada sitio. Sin embargo, las pymes tienen que estar atentas a distintos procedimientos, reglas, etc., que se traducen en costes de gestión, en gastos, que repercute de manera negativa sobre ellas. Lo que digo es que hay que repensar el Estado de las autonomías y ver sus funciones, porque la descentralización administrativa genera sobre todo un menor control estatal. Un ejemplo son los casos de corrupción: donde en mayor medida han ocurrido a nivel autonómico.
¿Ha estudiado los programas de PP y Ciudadanos para Andalucía? ¿Qué espera de ellos? Sí que los he visto y espero algún cambio. Estoy teniendo algunas noticias y apuntan a algunos cambios pero ninguno sustancial, aunque es muy pronto aún. Desde luego, esperamos que no sólo sea un cambio de políticos gobernantes, sino fundamentalmente de políticas públicas. El asunto fundamental es situar a Andalucía de una manera solvente con respecto al mundo de aquí a 20 o 30 años. Lo que tenemos que pensar es que vamos a vivir en un mundo muy complejo y de enormes transformaciones. En los últimos 20 años han emergido más de 1.000 millones de personas que han salido de la pobreza. En los próximos 20 años, emergerán otros tantos de cientos de millones de personas, que se educarán y aprenderán de una forma extraordinaria. Tienen en sus manos las tecnologías que les permiten conocer a la vez que nosotros los progresos de la Humanidad en cualquier momento. Ese mundo que emerge, sobre todo asiático, trabaja con la cuarta parte de los salarios que nosotros tenemos. Y ahí se están creando médicos, ingenieros, arquitectos, periodistas… todo tipo de profesiones. Y el mundo es global y abierto. En el mundo cada vez rige más la ley de un solo precio. Por eso compramos tanto a China e India, que son más baratas. Éste es el mundo al que vamos. Nosotros lo que tenemos que hacer son políticas para que los andaluces del futuro, ante ese panorama, vivan de manera satisfactoria, y no esperen vivir de un subsidio. El Estado del Bienestar no se puede estirar como un chicle. Nosotros no vamos a poder mantener la sanidad universal y gratuita, con todas las atenciones, para todo el mundo, aunque queramos, y hay otras muchas cosas más que no van a ser posibles. En esa perspectiva, es donde tendríamos que encaminar un programa de futuro a largo plazo con políticos responsables.
¿En qué basaría ese cambio político y social? Encuentro dos pilares a analizar: educación y tejido productivo. Educación no es que todos los niños puedan ir al colegio, porque eso es ya del siglo pasado; es que haya educación de excelencia. Eso es lo que tienen en Suecia, Finlandia, Corea, Japón, Holanda… es preparar a gente muy cualificada, y no tener a los niños en los centros educativos aburridos y premiarlos con regalos por los aprobados. Es preparar a la gente en habilidades para poder trabajar. Y a nosotros nos queda mucha tarea. En el Informe Pisa, los andaluces somos los últimos en materia educativa. Castilla y León nos da cien vueltas, por ejemplo. Ahí es donde hay que meter el dinero y los esfuerzos. Esto exige reinventar el sistema educativo. Ese es el gran reto. Y en cuanto al tejido productivo, habrá que sostenerlo en nuestras propias empresas. El problema es que tenemos pocas empresas. Son pequeñas, en general. No hay suficiente masa crítica. Están poco capitalizadas porque hay poca inversión empresarial. Entonces, ese es el segundo reto. Y eso no se hace a base de subvenciones, que es lo que aquí se acostumbra a hacer. Porque al final creas adictos y clientes a ese modelo.
Desde que entramos a la UE, Andalucía ha recibido 100.000 millones de euros. ¿Los hemos aprovechado o se han malgastado? Se han hecho muchas cosas, sobre todo infraestructuras. Tenemos un capital público que sin estas ayudas no tendríamos. Pero probablemente se debería haber destinado más parte al fomento de la actividad económica. Hay otros países como Irlanda, que han empleado los fondos de otra forma diferente. Conocí Irlanda hace años, cuando tenía menos renta per cápita que Andalucía, pero no hace tanto tiempo. Y ya sabemos lo que hay allí hoy en día. Han concurrido muchas circunstancias. Por ejemplo, ellos tenían unas carreteras muy malas. Mientras nosotros aquí gastábamos el dinero en hacer unas autovías magníficas, ellos dejaron las carreteras tal y como estaban y se gastaron el dinero en educación e innovación...
Tras 100.000 millones Andalucía vuelve a ser declarada Región Objetivo 1 por la UE. ¿Es un fracaso colectivo? Esto lo que pone de manifiesto es que estamos parados. Yo creo que hemos estado en política muy pendientes de qué nos viene de fuera, del Gobierno o de esos fondos europeos. Y hemos estado menos pendientes de qué hacemos nosotros con nuestros recursos, con nuestras costumbres, con nuestras habilidades…