El rebote iniciado el jueves cobró velocidad ayer, y de qué manera. La mayor remontada en Wall Street desde 2004 devuelve al Dow Jones por encima de los 11.000 puntos.
Wall Street ya comenzó fuerte, pero se disparó directamente después del temido discurso de Bernanke: por una vez, el presidente de la Fed no provocó el hundimiento del mercado, sino todo lo contrario.
Así, el Dow Jones se anotó la segunda subida consecutiva superior a 100 puntos, algo que no ocurría desde 2004. La subida fue del 1,83%, con lo que el índice reconquistó el nivel de 11.000 puntos perdido el 7 de junio. La recuperación del S&P 500 fue mayor todavía, del 2,12%, y la palma se la llevó el más castigado: el Nasdaq se disparó el 2,79%. En ambos casos, se trata de la mayor subida diaria desde marzo de 2003.
Esta remontada ha sacado a los alcistas de debajo de la tierra, como no podía ser de otra forma, y vuelven a anunciar a los cuatro vientos la buena nueva del fin de la caída. Tal vez esta vez sea cierto: de hecho, el rebote se ha producido en un soporte crítico del Dow Jones.
Pero no hay que fiarse demasiado, pues dijeron lo mismo a finales de mayo y la caída del mercado se los llevó por delante entonces, como podría hacerlo ahora. Sólo si se baten los máximos previos (como los 1.290 del S&P 500), podremos empezar a hablar de suelo con un mínimo de fiabilidad. Mientras tanto, no.
Bernanke echó ayer una mano al mercado al decir que el traslado de la subida de la energía y las materias primas a la inflación de consumo se ha producido a un ritmo bajo. En un mercado tan preocupado por la inflación, sobre todo después de la tasa subyacente de mayo conocida el miércoles, las palabras de Bernanke tuvieron un efecto balsámico.
Aparte de este discurso, el mercado contó con numerosas referencias que apuntan a que la economía todavía está lejos de la temida ralentización. El índice de la Fed de Filadelfia cayó menos de lo esperado, el índice industrial de Nueva York rebotó más de lo previsto (aunque acompañado de una aceleración de los precios) y las demandas de subsidios de paro cayeron a su nivel más bajo desde febrero. La nota negativa la puso la producción industrial, que se contrajo el 0,1% cuando se esperaba un aumento del 0,2%.
En el resto de mercados, los bonos continuaron la senda bajista iniciada el miércoles e ignoraron los comentarios amables de Bernanke sobre la inflación. La rentabilidad del activo a 10 años subió hasta el 5,10%. El dólar apenas se movió después de unas cifras de flujo de fondos hacia EEUU más débiles de lo esperado. El euro se mantuvo en la zona de 1,26 dólares.
El petróleo prolongó su recuperación, pero volvió a cerrar por debajo de los 70 dólares: en 69,50. El oro, por último, rebotó después del descalabro de las últimas siete sesiones, aunque de forma muy moderada: sólo recuperó hasta 570,30 dólares.
La sesión tuvo tres claros protagonistas en Wall Street: Caterpillar, que se disparó el 5% tras reafirmar sus previsiones de beneficios anuales; Boeing, que extendió su escalada otro 3,4% por la crisis de EADS; y Bear Stearns, que batió las expectativas de beneficios y –al contrario que Goldman Sachs y Lehman Brothers– lo recogió con una escalada del 5,9%.