La sesión de ayer en Wall Street permitió varias interpretaciones. En el lado positivo, el mercado detuvo la sangría de la semana pasada -sobre todo el viernes- y los principales índices se mantienen por encima de sus soportes críticos. En el negativo, el mercado tampoco fue capaz de un mínimo rebote, lo cual es muestra de su enorme debilidad, según los pesimistas.
Así, el Dow Jones cerró con una pequeña subida del 0,11%, pero el S&P 500 y el Nasdaq terminaron en pérdidas: del 0,135 para el primero y del 0,26% para el segundo.
Saldremos de dudas en las próximas sesiones, pero muy pocos en el mercado creen que éste ha tocado suelo y que vamos a ver una recuperación contundente en breve. Al contrario, casi todo el mundo espera una prueba de estos soportes cruciales y un período mayor de consolidación, como mínimo, antes de retomar la tendencia alcista en pos de los máximos históricos.
La sesión estuvo marcada por el debate sobre cuál será la decisión de la Fed la próxima semana. Ayer pronunciaron discursos cuatro miembros del banco central, y el mensaje enviado fue contradictorio para un mercado que está convencido de que habrá una bajada de tipos después del dato de paro del viernes, pero que no sabe de qué cuantía. Más claro parecen tenerlo los bonos, que se anotaron una fuerte subida en precio que redujo su rentabilidad al 4,321%.
Lo más destacado en el panorama empresarial fue la mejora de previsiones de Intel, aunque no evitó que el valor bajase el 0,5%. Mejor le fue a Apple, que se disparó el 3,7% después alcanzar un millón de iPhones vendidos. Fuera de la tecnología, Bear Stearns se anotó el 2% por la compra del 7% de su capital por el millonario británico Joseph Lewis. Countrywide recibió los importantes despidos anunciados con caídas del 5,5%.
En otros mercados, el dólar siguió acusando la crisis y se mantuvo cerca de los mínimos de 15 años frente al euro, que cerró en 1,3797 dólares. El petróleo volvió a ganar y ya toca sus máximos históricos con un precio de 78,07 dólares.