La semana tuvo de todo y por todas partes. Caídas del euro y la renta fija, alzas que no fueron en renta variable... Los mercados arrancan el ejercicio 2007 muy desconcertados.
¡Menuda semana! Hubo de todo en el mercado. Empezó la cosa bien la renta variable y el euro, aunque curiosamente éste se daba la vuelta y acaba llevándose un auténtico porrazo frente al billete verde. Se alcanzó así una zona de soporte muy importante que, en principio, el euro no debería ceder a su rival si, como pienso, estamos en un movimiento bajista del dólar norteamericano. La jornada del viernes fue la puntilla para la divisa única debido, dicen los que entienden de macro, a una presión salarial norteamericana poco coherente con un entorno de relajación monetaria.
El empleo se mostró fuerte, y eso tampoco da muchos argumentos al escenario de consenso de mercado. Nuevamente los tipos de interés a largo plazo, que vienen semanas escalando fuertemente, sufrieron un castigo que ya venía sugiriendo que algo no está del todo claro en la ecuación de expectativas del consenso. Ni siquiera el fortísimo varapalo que recibía el crudo, así como otras materias primas, animó al mercado de deuda. Algo no cuadra, de modo que parece lógico pensar que bien se equivocan los bonos, bien lo hacen las materias primas...
Los datos de desempleo acabaron por llevarse por delante las ganancias de la renta variable en casi todas partes. Unas ganancias que ya fueron puestas nítidamente en entredicho el miércoles tarde por la reacción del mercado a las actas de la Reserva Federal. El banco central más importante del mundo provocó una jornada de infarto. Las alzas de casi un 2 por ciento que vivía el Nasdaq 100 antes de la publicación de las actas llegaron a convertirse en descensos superiores al uno por ciento en el peor momento, auque finalmente las cosas quedaron en una tierra de nadie que nos deja sin dirección técnica convincente por el momento...
En realidad, el documento no contenía grandes sorpresas negativas: Insiste en que el principal riesgo de la economía sigue siendo la inflación, e incluso algunos miembros de la Fed empiezan a trasladar la preocupación al lado del crecimiento, a la vista del debilitamiento de algunos datos de actividad. En general, los analistas coinciden en que el tono de las actas era más el que gorjea una paloma que el de un halcón (ya saben como nos gustan los animalitos, y en política monetaria las palomas abogan por una laxitud de tipos de interés mientras que los alcistas son restrictivos, alcistas, con los mismos). Curiosamente, Wall Street se vino abajo estrepitosamente nada más conocerse este documento. Los cronistas norteamericanos lo achacan a que el mensaje de la Fed provoca temores a un debilitamiento de la economía mayor del esperado que reduzca los beneficios empresariales. Claro, si no es gato, es gata.
Entonces, ¿en qué quedamos? ¿El mercado quiere un mensaje suave sobre el crecimiento y la inflación que sugiera bajadas de tipos, o prefiere un mensaje que confirme la solidez de la economía aunque eso implique más subidas de tipos? Es decir, las actas de la Fed evidenciaron la contradicción en que está instalado el mercado y cuya resolución es crítica para la continuidad de los movimientos de la renta fija y la renta variable. En realidad, este dilema es tan viejo como el mercado y se puede decir que éste vive permanentemente instalado en esa contradicción. ¿No le cuento siempre que vamos dando más palos de ciego que otra cosa? Pero así es siempre que queremos acercarnos a un ser reflexivo, a algo que influye y que se deja influir. Las cuestiones de la economía no responden a universales y una misma causa puede tener distintos efectos. Por eso los que lo perciben correctamente desde la comprensión racional únicamente tienen algo que los demás no tenemos (claro que gran parte de los que lo intentan fracasan).
En definitiva, lo que no se llevaron por delante las actas de la FED parece que se lo cargaron los datos del mercado laboral, dejando las ganancias con las que arrancaba la semana la renta variable en casi nada con la siempre honrosa excepción de nuestro Ibex35, que ha empezado el ejercicio con ese aire chulesco que tiene él y que a tantos encanta (menos a los que tenemos que batirnos el cobre con él, claro). Probablemente el índice que mejor encarna la actual situación de desconcierto y neutralidad es el Nasdaq Composite. Por encima de los 2.475 puntos confirmaría que la tendencia mantiene todo su brío. Por debajo de los 2.390 podríamos empezar el año de un modo ingrato.