Status

Les Coques, apuesta segura en uno de los grandes clásicos de Tarragona


    Iker Morán

    Más de tres décadas de historia han hecho de Les Coques uno de los restaurantes de referencia en Tarragona. Una carta de presentación inmejorable en la que la veteranía va de la mano de una oferta competitiva, un servicio a la altura y una bodega sencillamente espectacular son las tres bazas con las que juega este histórico local.

    Seguramente a estas alturas no descubrimos nada a los habitantes de la ciudad. Pero quienes pasen por allí no deberían saltarse la visita, tras pasear por la parte vieja, a este restaurante en el que producto y recetario tradicional mandan.

    Rodeado de arcos y altas paredes de piedra, José Antonio Vidal lleva las riendas de la cocina y la sala con destreza y naturalidad. Segunda generación de la casa, saluda por su nombre a muchos clientes mientras el comedor se abarrota -lo habitual- para el estupendo menú de mediodía a 18 euros.

    Y es que la carta se enfrenta aquí a un duro rival: los menús cerrados que a 30 y 45 euros ofrecen un interesante recorrido por algunas de las propuestas más interesantes, con entrantes a compartir y segundos como un buen rape al l'all cremat o la espaldita de cordero.

    Clásicos de la cocina catalana y mediterránea como las patas de cerdo a la brasa o los imprescindibles canelones conviven con productos de temporada también muy pegados a la tierra. Ahora mismo, por ejemplo, unas alcachofas laminadas a la plancha o unos calçots que en versión señorito no requieren ni mancharse las manos. Más reticencias tenemos con las anchoas servidas sobre hielo, que sólo aporta agua en el plato y demasiado frío al pescado.

    Las recetas y raciones son realmente contundentes, pero mejor dejar algo de espacio para los quesos y los postres. Repostería también clásica y de temporada, con hojaldres y buñuelos caseros y una tarta Tatín sencillamente deliciosa.

    Para la próxima temporada, explica Vidal, la idea es habilitar una terraza en la zona superior y reubicar la bodega, uno de los tesoros de este restaurante. No sólo por extensión de la espectacular carta de vinos, sino por la combinación de referencias a precios muy ajustados, con botellas muy exclusivas para darse un capricho. Aunque la oferta a copas se limita a vinos locales, cabe destacar la buena selección de bodegas catalanas, vinos dulces e incluso alguna que otra media botella.

    Mantener un negocio como este durante 34 años -18 de ellos en esta ubicación- y superar la crisis económica no parece una tarea fácil. Pero está claro que con una cocina clásica y eficaz se puede conseguir. Y ojalá que sea por muchos años.