Las Carboneras de Lu, cocina de alta escuela con un toque muy personal
Ana Marcos
Una novedad en Madrid que llega con fuerza. Las Carboneras de Lu es la realización de un sueño. Lourdes Poveda como chef y Carlos Romero, su marido, emprendieron juntos esta aventura al dejarse llevar por su pasión: los vinos y la gastronomía. Antes, una intensa carrera en finanzas de Poveda (Romero es consultor, aunque cursó sumillería por afición) que ha cambiado por los fogones tras cursar Le Cordon Bleu y pasar por restaurantes como Alabaster y Horcher.
Unas antiguas carboneras son el escenario perfecto para un nuevo concepto de restaurante-vinoteca. Arriba, el lugar ideal para tomar una copa de vino -admiten público de la calle- en un ambiente reposado o comprar alguna botella (ajustados precios) de las que tapizan sus paredes. Abajo se encuentra el restaurante -antiguo Dassa Bassa del tristemente desaparecido Darío Barrio-, que ha experimentado un apreciable cambio en la decoración.
Un entorno distinto para disfrutar de una cocina de escuela pasada por un tamiz imaginativo y diferenciador: delicadas armonías entre ingredientes, acertada utilización de especias y toques afrancesados muy medidos. Aunque la carta está compuesta de platos tradicionales en su mayoría, Poveda los imprime de un carácter único y personal.
Todo en un ambiente refinado, de esmerado servicio, con cuidado menaje de grandes marcas y algunos platos terminados en sala como las crêpes Suzette o el steak tartar.
El producto, procedente sobre todo de la Comunidad de Madrid, está muy presente: verduras, carnes, aceites… No faltan algunos platos propios como los callos (un poco más de picante sería perfecto), esta vez con garbanzos de Fuentesaúco servidos aparte. El suave escabeche con tomate rosa y tomate seco, Poveda lo especia con cardamomo y jengibre, o en su jardín (opción vegana) pone en el plato, además de verduras como la calabaza o el boniato en puré, algo de membrillo y polen. Notas muy personales de la chef, quien tampoco renuncia a incluir en la carta unos logrados langostinos con curry amarillo, leche de coco y arroz basmati rojo y negro. El plato de pochas con codorniz resulta, sorprendentemente, algo insípido y la legumbre está demasiado entera.
Original carta de vinos con etiquetas de producciones limitadas, zonas emergentes…también de toques internacionales y, como detalle original, con 40 referencias de la D. O. Madrid. Golosos postres, entre ellos la torrija de panettone y helados artesanos con sugerentes sabores: a la pimienta de Sichuán o agua de azahar con semillas de amapola, entre otros.