Cocina mediterránea y original de toques burgueses en el nuevo Xanverí
Ana Marcos
Un nombre castizo con una pizca de rock duro, Xanverí, para honrar uno de los barrios cañí por excelencia. Estamos en Chamberí, donde nació César Anca que, tras una estancia en Alicante, retorna a la capital con este restaurante. Aunque en este caso, ni la cocina es madrileña, ni la sala tiene ninguna connotación transgresora. Un bonito espacio contemporáneo acoge la cocina mediterránea del chef, trufada con algunos guiños a esta ciudad, como el helado de violetas o los tigres. Poco más.
Arriba se encuentra La Desenfadada, de horario non-stop e informal, donde desayunar, comer, probar su coctelería o tomar una copa premium. Abajo, el restaurante gastronómico. Un bonito espacio cargado de simbolismos del barrio que lo acoge, como los retratos de personajes que vivieron aquí, en un marco sereno, de mesas vestidas y cuidado menaje.
En carta, cocina mediterránea de toques burgueses, con buen producto de temporada, aderezada con algún guiño afrancesado: delicadas salsas, gratinados, fondos… bienvenidos a la suculencia ligera y armónica. Entre los primeros, el milhojas de foie y manzana verde, bacalao y queso de cabra -claramente inspirado en el de Martín Berasategui-, resulta agradable, aunque un exceso del caramelo que lo recubre da como resultado un plato excesivamente dulzón, en el que se anula la acidez de la fruta.
Del pulpo sobre torrija de patata en ajada y gratinado de alioli destaca la perfecta textura del cefalópodo y la gran calidad de la patata, contundente y sabroso. Los callos de bacalao con judías están de diez, tanto en sabor como en calidad y cocción de las legumbres y la alcachofa de Almoravid rellena de chipirones y gratinada con alioli, convence plenamente, aunque el gratinado y el alioli se repita de nuevo. Imprescindible pedir algún arroz, que Anca borda, como el de gamba roja de Denia; para elaborarlo traen agua de mar para darle el punto perfecto. Jugoso y sabroso. Apartados de pescados y carnes variados: desde carrillera de vaca rubia a las cocochas al pil-pil.
Poseen un interesante Menú Ejecutivo (35 euros) que cambia a diario. Buenos panes y carta de vinos muy personal, con referencias de DO emergentes y algo desconocidas que sorprende. Perfecta ocasión para tomar a los postres una copa de fondillón, joya enológica alicantina difícil de encontrar en restaurantes.