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Covadonga Pérez-Lozana: "Buscar un trabajo estable forma parte de la cultura y eso nos lastra"

    Covadonga Pérez-Lozana, 'coach' personal, empresarial y de terapia de pareja. Foto: Alberto Martín.

    Juanjo Santacana

    El término coaching, tan empleado últimamente, corresponde con un método estadounidense destinado a ayudar a las personas a desarrollar sus potencialidades. La coach personal, empresarial y de pareja, Covadonga Pérez-Lozana, repasa la trayectoria de esta herramienta, así como su eficacia para crecer personalmente.

    ¿Quién es Covadonga Pérez-Lozana personal y profesionalmente?

    Soy una persona que se perdió en el juego de la vida una y mil veces hasta que un día decidió no seguir el guión socialmente impuesto y empezó a escucharse a sí misma y a encontrar sus propias respuestas. Me había construido un personaje para sobrevivir que poco tenía que ver con mi esencia. Cuando empecé a hacer las cosas desde el quiero y no desde el debo o el tengo que, empezó a florecer un mundo mágico dentro de mí que yo desconocía, con unas potencialidades innatas que me llevaron a ayudar a otras personas en el autodescubrimiento.

    ¿Cómo llegó hasta aquí?

    Tenía una amplia formación pero no encontraba nada que me motivase. Empecé a indagar en temas relativos a la psicología, el crecimiento personal, el coaching... y encontré algo que verdaderamente me apasionaba. Estudié coaching en la Universidad Francisco de Vitoria, programación neurolingüística, técnicas de meditación y muchas técnicas terapéuticas. También estudié budismo y tahoismo, y todo ello me permitió elaborar una visión del ser humano y por qué se comporta de determinada manera. En base a eso, empecé a generar mis propios contenidos. Al principio, era un hobby, luego me puse a dar conferencias y una cosa llevó a la otra.

    ¿Qué es el 'coaching' para usted?

    Es un método que viene de Estados Unidos y que se desarrolló para que las personas pudieran conectarse con su potencialidad y conseguir así sus objetivos. Pero el coaching tradicional se queda muy corto porque donde de verdad está la felicidad es en la aceptación y la ausencia de deseos: estamos siempre deseando cosas y no disfrutamos del ahora. Creo que cuando estás paralizado por el miedo, puede ser muy útil para que la persona de unos primeros pasos y salte a la acción, pero para alcanzar la armonía contigo mismo, el coaching se queda incompleto. Es una herramienta de crecimiento personal pero, en ese sentido, se queda corta.

    ¿Qué hay después del 'coaching'?

    Yo creo que hay la conciencia de la trascendencia, el componente espiritual. El coaching es sólo un inicio del proceso de búsqueda vinculado a la acción.

    Ha publicado el libro 'Aprendiendo a amar'. ¿Usted ha aprendido?

    No, estoy en ello. No creo que ninguno sepamos. Tenemos un concepto muy erróneo de lo que es el amor. El amor real va más allá de una necesidad, de una posesividad; es mucho más libre, más trascendente, es una energía de expansión y lo que realmente nos conecta con la vida. Cuanto antes admitimos que no sabemos amar, antes aprendemos a hacerlo de una forma real y consciente. Yo estoy acompañando a muchas personas en ese proceso y este libro es el resultado de haber escuchado muchas historias testimonio.

    Rompió con el mundo empresarial y se pasó al mundo emocional. ¿Hay amor en las compañías?

    En el comercial que cree en su producto y trata de hacer un buen servicio a su cliente, existe una energía expansiva que se puede llamar amor. Pero, desgraciadamente, tenemos estructuras tan jerarquizadas que se pierde el componente creativo e individual de cada uno. En el mundo empresarial se instaura el miedo como modus operandi y el miedo saca lo peor de cada uno de nosotros. Y es un error, porque si no tienes trabajadores felices no van a crear, no van a opinar, no van a generar nuevas ideas...

    ¿Hemos perdido la parte emocional en el trabajo?

    Totalmente. Pero no por la desvinculación con la empresa, sino por la falta de pasión por lo que hacemos. Y es una pena porque el español es un pueblo apasionado y creativo. Nos hemos europeizado demasiado. Tenemos miedo a emprender. Buscar un trabajo estable se ha convertido en parte de nuestra cultura y eso nos lastra. Deberíamos educar a la gente joven en que conectándose con sus potencialidades y recursos pueden conseguir lo que quieran. Tenemos un espíritu derrotista que nos inculcan desde pequeños, lo que genera ansiedad por los títulos y, al mismo tiempo, la creencia de que esos títulos no van a servir para nada.

    Hábleme de su parte internacional.

    Mi parte internacional se dio de forma natural, porque un amplio porcentaje de la gente que seguía mis vídeos era de América Latina y de las zonas de Estados Unidos donde se habla español. Empecé a hacer sesiones por Skype y me empezaron a pedir talleres, había gente que solicitaba mis servicios, etc.