Status
Del hobby al negocio: la exitosa historia que hay tras una GoPro
Evasión
Ofrecer al entusiasta de los deportes extremos la cámara que registre el riesgo de practicar surf, escalada o puenting es la calve del éxito que ha llevado a Nick Woodman, CEO de GoPro, a hacer de su hobby un negocio millonario.
La inspiración del éxito de GoPro nació durante una intensa sesión de surf de Woodman en playas australianas. Amante de los deportes extremos, Nick soñaba con registrar en vídeo sus hazañas deportivas y las de sus amigos.
Así, tras varios intentos caseros de GoPro con cinta americana y cámaras desechables, Nick Woodman lo arriesgó todo para construir una compañía que hoy figura en la lista Forbes con un patrimonio de 1,01 mil millones de dólares.
Con el hobby y la idea bajo al brazo, lo único que le faltaba era el dinero. Por suerte, la familia Woodman fue el primer apoyo para el proyecto GoPro. 200.000 dólares por parte del padre y 30.000 dólares por parte la madre fueron la primera inversión con la que partió GoPro.
También, y antes de disfrutar del éxito de la venta de estas revolucionarias cámaras, Nick Woodman y su mujer vivían y financiaban su incipiente empresa a partir de la venta de collares de perlas, procedentes de Bali, por la costa oeste estadounidense.
Aunque el pasado año 2015 GoPro tuvo que hacer frente al despido del 7% de su plantilla de más de 1.500 empleados por haber obtenido una facturación menor de lo esperado; la compañía facturó en el cuarto trimestre de 2015 403 millones de euros y justifica el retroceso en las ventas por un "menor ritmo del esperado" en el comercio minorista.
A pesar de los datos menos positivos de GoPro, Woodman se dedica en cuerpo y alma a divertirse, disfrutar de su fortuna y a continuar practicando el hobby que vio nacer la inspiración.
Recientemente, Woodman ha adquirido un jet privado para dirigirse a sus destinos favoritos para surfear. Este amor por el mar también ha hecho que el pasado año encargase un megayate de lujo al astillero holandés Amels de 55 metros de eslora y con espacio para 14 huéspedes más los 13 de tripulación.
Por suerte, Woodman y su esposa Jill no olvidan la filantropía y donaron unos 500 millones de dólares a la fundación de Silicon Valley.