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Un padre es expulsado de una playa tras dejar su toalla en la orilla mientras su hijo nadaba: "No hay justificación para tal cosa"

Toalla y chancletas en la arena de playa | iStock

Daniel Ceped

En la mayoría de las playas del mundo, ver la arena cubierta de toallas y sombrillas forma parte del paisaje habitual. De hecho, es normal ver a personas que intentan llegar antes que nadie para colocar sus pertenencias cerca de la orilla y pasar varias horas en primera línea de playa.

Sin embargo, en el sur de Rímini, una ciudad italiana de la costa adriática, colocar la toalla cerca del agua puede salir muy caro. Y es que en este mismo 2025 ha entrado en vigor una ordenanza costera según la cual los primeros 20 metros de la playa están reservados para el paseo y no se permite colocar toallas, tumbonas ni objetos personales.

Les expulsan por colocar una toalla

Aunque pueda parecer un detalle menor, los trabajadores de la playa se toman muy en serio esta norma. Y si no que se lo digan a Roberto Fabio Prestigiacomo, que según cuenta Corriere di Bologna, fue expulsado de la playa por dejar la toalla en la arena mientras su hijo se bañaba.

Roberto denunció la situación y explicó que colocó la toalla cerca de la orilla por motivos de fuerza mayor: "Mi hijo tiene una discapacidad leve, certificada por la ley 104, y no puede estarse quieto mucho tiempo. Solemos pasear mucho y parar en la zona de la playa, cerca del agua, donde guardo mis cosas unos minutos mientras él se baña".

Por otro lado, se defendió diciendo que no tenía sentido reservar asientos o tumbonas porque estaban los dos solos y no paraban de moverse. "Mi hijo quería bañarse y no siempre podemos ir a las playas libres, en Rímini hay muy pocas, muy alejadas y no es fácil llegar", añade Roberto.

"De forma poco amistosa, nos dijo que no podíamos quedarnos"

Según el padre, un trabajador de la zona llegó un instante después de colocar la toalla para echarles de la playa: "De forma poco amistosa, nos dijo que no podíamos quedarnos allí. Esto ya nos había pasado durante la semana, pero esta vez fue aún más desagradable". Ante esta situación, Roberto trató de explicarle al operario que la Ley Nacional de Italia estipula que debe haber al menos 5 metros libres.

Aún así, el trabajador mantuvo su postura y entonces la conversación subió de tono. "No hay justificación para tal cosa. Dije que estaba dispuesto a autodenunciarme, pero en ese momento me tienen que decir el nombre de la persona que me dijo que me fuera, pero no vino nadie", concluye un Roberto que, asegura, no va a volver a la playa de Rímini.