Actualidad

Mark Rutte, el duro frugal que lleva chocando con España desde la crisis del euro y dócil aliado de Trump

  • La relación de sumisión con Trump ha sorprendido a todo el mundo
  • El político holandés tenía una imagen de tipo de duro y sin fisuras morales
  • Durante la crisis del Covid ya se mostró especialmente duro con España
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte.

Francisco S. Jiménez

Mark Rutte, primer ministro de Países Bajos durante más de una década, ha estado muy presente en la política española. En la crisis del euro, cuando en Bruselas se negociaban los rescates a los países del sur de Europa, fue especialmente duro con los planes de ajuste, incluido para España. Y en el Covid volvió a chocar con España e Italia al intentar imponer recortes para los fondos europeos.

Rutte, como primer ministro de Países Bajos, se consolidó como símbolo de la ortodoxia presupuestaria y del rigor financiero en una Europa. Su estilo directo, su defensa de las cuentas equilibradas y su visión liberal del Estado lo enfrentaron en varias ocasiones con los países del sur, especialmente con España, a la que acusaba —veladamente— de pedir solidaridad sin hacer los deberes.

Durante los años posteriores al colapso financiero de 2008 y al estallido de la deuda soberana, Rutte se convirtió en portavoz de los llamados "países frugales", junto a Austria, Suecia y Dinamarca. Desde esa trinchera, combatió con tenacidad cualquier intento de mutualizar la deuda o relajar las condiciones fiscales impuestas por la Troika. En los consejos europeos, su figura se volvió incómoda para los gobiernos de España, Italia y Grecia, que consideraban que su postura obstaculizaba la recuperación económica y ahondaba en la división norte-sur dentro de la Unión.

El enfrentamiento más visible con España se produjo durante la negociación del fondo de recuperación posterior a la pandemia, en 2020, aunque sus raíces se hundían en la desconfianza sembrada durante la crisis del euro. Rutte exigía reformas estructurales y supervisión estricta para cualquier país que recibiera ayuda europea, y su actitud provocó tensiones abiertas con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. "No se puede construir Europa a base de estigmas", llegó a decir el español, en referencia al tono moralista que marcaba el discurso neerlandés.

Sus ministros de Finanzas cargaron duramente con España y otros vecinos europeos. "No puedo gastarme todo mi dinero en copas y mujeres y luego pedir ayuda", llegó a decir Jeroen Dijsselbloem, ex ministro de Finanzas de Países Bajos. El político no llegó a señalar a ningún país, pero estaba en la misma línea clasista y moralista del propio Rutte.

El ministro de Finanzas de Países Bajos durante la pandemia en Países Bajos, Wopke Hoekstra, un estrecho aliado de Mark Rutte, pidió investigar por qué países como España no tenían margen fiscal para afrontar la crisis, lo que muchos interpretaron como una insinuación de mala gestión o despilfarro. Las declaraciones despertaron viejos fantasmas.

Pero esa imagen de "señor del no" de Rutte le daba mucho capital político internamente y en países vecinos. Su figura ofrecía estabilidad y pragmatismo, algo muy valorado tanto en La Haya como en Bruselas. Pese a los roces, Rutte nunca fue un euroescéptico: creía en la UE, pero en una unión de reglas, no de transferencias incondicionales.

Con su estilo austero y su rechazo a los privilegios, Rutte cultivó una imagen personal austera que contrastaba con su influencia política. Viajaba en bicicleta al parlamento y no tenía coche oficial. Pero bajo ese aire sencillo se escondía un negociador duro y meticuloso. Su estrategia era clara: condicionar la ayuda al cumplimiento estricto de reformas, reducir los fondos permanentes y preservar el modelo económico del norte de Europa.

Las negociaciones del 5% del PIB en defensa en el seno de la OTAN le venían como anillo al dedo para equilibrar el tablero con las peticiones de Trump y los países europeos que ven con reticencia un aumento de tal tamaño. Pero la indiscreción de Trump al publicar mensajes privados de Rutte, siendo el primero en exigir un crecimiento del gasto ha sorprendido con un tono de absoluta sumisión al presidente de EEUU a todo el mundo. La rueda de prensa junto a Trump tras la cumbre de la OTAN llamando 'daddy' a Trump ha venido a demostrar que Rutte puede girar de duro frugal a lindo gatito dependiendo del oponente.