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El origen del Día de Año Nuevo hace más de 4.000 años no fue el 1 de enero
- La celebración del Año Nuevo tiene sus raíces en la antigua Mesopotamia, hace más de 4.000 años
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elEconomista.es
El Día de Año Nuevo, celebrado el 1 de enero, es una de las festividades más universales en el mundo. Marca el inicio del calendario moderno y simboliza un nuevo comienzo, una oportunidad para dejar atrás el pasado y mirar hacia el futuro con esperanza. Aunque su fecha actual está ligada al calendario gregoriano, sus orígenes se remontan a tiempos ancestrales y a diversas culturas que lo adoptaron como un momento de transición.
Los primeros festejos del Año Nuevo
La celebración del Año Nuevo tiene sus raíces en la antigua Mesopotamia, hace más de 4.000 años. Los babilonios conmemoraban el comienzo del año en marzo, durante el equinoccio de primavera, con una festividad llamada Akitu. Esta marcaba no solo el cambio de estación, sino también un acto de renovación social y espiritual, acompañado de rituales dedicados a los dioses.
Más tarde, en la antigua Roma, el calendario de diez meses fue sustituido por uno más cercano al que usamos hoy. En el año 46 a.C., el emperador Julio César estableció el 1 de enero como el inicio oficial del año en el calendario juliano. Este cambio estuvo relacionado con Jano, el dios romano de los comienzos y las transiciones, representado con dos caras que miran al pasado y al futuro.
El calendario gregoriano
El calendario gregoriano, ampliamente adoptado en todo el mundo, fue introducido en 1582 por el Papa Gregorio XIII como una mejora del calendario juliano ya que contenía imprecisiones que causaban un desfase gradual entre las fechas del calendario y los eventos astronómicos, como los equinoccios y solsticios. Estas discrepancias afectaban la precisión de las festividades religiosas, especialmente la fecha de la Pascua, que depende del equinoccio de primavera.
¿Qué cambios trajo el calendario gregoriano?
El calendario gregoriano ajustó la duración del año para alinearla más estrechamente con el año solar real. Esto se logró reduciendo el número de años bisiestos. En el calendario juliano, cualquier año divisible entre 4 era bisiesto. En el gregoriano, solo son bisiestos los años divisibles entre 4, pero no entre 100, a menos que también sean divisibles entre 400. Por ejemplo:
- El año 1600 fue bisiesto.
- El año 1700 no lo fue, aunque sería bisiesto en el calendario juliano.