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Nos ha dejado uno de los grandes: Josep Piqué

    El exministro, empresario y economista Josep Piqué

    Carlos Floriano Corrales

    Josep Piqué nos ha dejado. Nos lo quitaron con la primera luna llena después del solsticio de primavera y la Tierra se convirtió en un lugar mas gris desde que se fue. La Tierra se ha nublado, porque nos quedamos sin esa manera suya tan peculiar de contemplar el mundo llena de nobleza, altura de miras y claridad de ideas.

    Hemos perdido su forma de desenredar los nudos de los problemas para reducirlos a una simple enumeración. Hoy estamos huérfanos de su desinteresada vocación por el servicio público que le permitía decir lo que pensaba, de su amor al trabajo y de su ejemplo en tantas cosas, que no me atrevo a detallar, porque alguna olvidaría.

    Josep Piqué nos ha dejado. Nos han quitado a uno de los Grandes. A una de esas personalidades que cuando tienen alguna responsabilidad no solo están, sino que hacen siempre lo que es más conveniente para la mayoría, sin que se les pase por la imaginación preguntarse por las consecuencias que tiene para él o los que le son más cercanos.

    Son esas figuras que jamás piensan en ellos, salvo en pedir más tiempo para trabajar, estudiar, razonar, dialogar; son esos caracteres tocados por lo que llamamos carisma, que lo rodeaba, incluso, cuando guardaba silencio y escuchaba intentando no tanto encontrar la contradicción, sino el punto de acuerdo.

    ¿Nos ha dejado un brillante economista? ¿Un académico? ¿un empresario? ¿un político? ¿un escritor? Posiblemente, lo ha hecho todo eso a la vez, porque Josep Piqué era un intelectual capaz de abordar cualquier aspecto del conocimiento.

    Su persona siempre ha estado por encima del cargo que ostentaba

    Josep Piqué nos ha dejado. El 6 de abril de 2023, con solo 68 años, nos quitaron a una persona exquisita, educada, cordial, franca. Volaba tan alto, siendo Josep, que no necesitaba decir que era, como lo fue entre los años 1996 y 2002, Ministro de Industria, Portavoz del Gobierno, Ministro de Asuntos Exteriores o de Ciencia y Tecnología, le bastaba con un "Hola soy Josep Piqué", no hacía falta más.

    "Era tan importante", que no necesitaba ningún título; la persona estaba muy por encima, tan por encima del cargo que ostentaba en cada momento, que era él el que le daba relevancia y no al revés.

    Pero lo más subrayable de esto es que, con todo, te hacía sentir importante a ti por el último libro que le comentases y que él, extrañamente, desconociese; o por tu titulación académica, a pesar de haberse Licenciado en Derecho y Doctorado en Ciencias Económicas; o por una intervención parlamentaria, a pesar de ser las suyas descomunales.

    Josep Piqué nos ha dejado. Hemos perdido a quien defendía, frente al acoso verbal de los intolerantes, sus principios, que asentaba en la libertad, la igualdad de oportunidades y la defensa del Estado de Derecho. Lo hizo en un entorno en el que la práctica de la exclusión social era, y es, lo habitual si no se comulga con el nacionalismo separador.

    Demostró la fuerza de sus convicciones para defender la Constitución de 1978, de la que era ferviente admirador, en los lugares más complicados y en los momentos mas difíciles, basta recordar los años en los que fue presidente del Partido Popular de Cataluña.

    Por aquellos tiempos, como senador y diputado del "Parlament", formó parte de la ponencia para la reforma del Estatuto. Advirtió en numerosas ocasiones de la deriva inconstitucional que llevaba aparejada, del monumental error democrático que suponía ignorar la posición del Partido Popular en la reforma de algo tan importante como la que se estaba acometiendo y, sobre todo, de la terrible frustración que se apoderaría de una parte de la sociedad catalana. El tiempo le ha dado la razón.

    El peso se sus razones era de tal calidad que no necesitaba la demagogia

    Josep Piqué nos ha dejado. Hemos perdido la moderación que representaba mejor que nadie en el espacio público español. El peso de sus razones era siempre de tal calibre que no necesitaba de la demagogia, el sectarismo, la expresión ofensiva, el argumento "intuitu personae", la descalificación ni, por supuesto, dar una voz más alta que otra. Creo que cuanta más razón tenía, Josep hablaba más bajo.

    Y así nos ha dejado Josep. En voz baja. La última vez que lo vi fue en unas jornadas del CESEDEN en las que participó como ponente a través de la pantalla. Semanas después escuché a compañeros de distintas fuerzas políticas refiriéndose a la brillantez de una intervención suya en la Comisión Mixta para la Unión Europea y el seis de abril me llegó la noticia de su ausencia para siempre.

    Demasiadas veces pensamos que lo bueno que nos rodea lo tendremos para cogerlo en cuanto se nos antoje, una vez más, nos hemos vuelto a equivocar: ya no lo tenemos. Ojalá que su familia y su querida Gloria encuentren el consuelo que su espacio vacío les deja. A mí, que soy creyente, solo me queda decir que brille para él la luz perpetua.