Earl Tupper, el inventor del 'tupperware' que revolucionó la historia de la cocina
- El 'boom' del 'tupperware' llegó gracias al ingenio de la publicista Brownie Wise
- Se retiró a los 51 años tras vender su empresa a Rexall Drug por 16 millones
Alejandro Serrano Martínez
El tupper es, posiblemente, uno de los grandes inventos de la humanidad. Tan simple como útil, este producto hecho de plástico revolucionó la cocina en el siglo XX y a día de hoy sigue resultando tan imprescindible como práctico. Y todo ello ha sido gracias a Earl Silas Tupper, un empresario estadounidense que decidió retirarse a la temprana edad de 51 años después de vender Tupperware Plastics Company.
Earl Tupper nació el 28 de julio de 1907 en Berlin, una pequeña ciudad del estado de New Hampshire, en Estados Unidos. Tras graduarse, su primera aventura empresarial le salió rana, y terminó cerrando su estudio de paisajismo durante la Gran Depresión. Después, Tupper trabajó para una fábrica de plásticos, y allí pasó un año aprendiendo el oficio hasta que se hizo con varias máquinas de segunda mano para emprender su nuevo negocio de productos de plástico, conocido como Tupper Plastics.
Sus primeros pasos no fueron los esperados y fracasó, aunque Tupper, una persona tenaz donde las haya, no bajó los brazos y continuó buscando el éxito. "Sus primeros plásticos para jabón y cigarrillos se fueron al traste, pero Earl Tupper era una persona persistente. Tenía muy claro desde el principio que triunfar en la vida sólo dependía de él", reveló el periodista Bob Kealing, periodista de WESH 2 (filial de NBC) en Orlando.
Una de las claves de su éxito fue cuando descubrió el polietileno en 1946. Este material fue el que Tupper utilizó para crear sus primeros recipientes Tupperware, que se caracterizaban por ser todo lo herméticos que no eran los cuencos en los que la gente guardaba los restos de la comida, tapados con gorros de cocina. Eran otros tiempos. Por tanto, al presionar la tapa de plástico hacia abajo, el aire salía fuera del contenedor, lo que permitía un envasado al vacío. Una idea inspirada en las tapas de las latas de pintura.
Su producto logró llegar a los grandes almacenes, llegó a ganar varios premios de diseño y tuvo un gran impacto en el mercado. Pero, por desgracia, las ventas no prosperaban como cabría esperar. Algo fallaba. Había que darle una vuelta al mecanismo de cierre al vacío de la tapa, que era difícil de explicar y promocionar a través de la publicidad y de la presentación de los envases.
Entonces fue cuando en 1948 entró en escena Brownie Wise, una legendaria vendedora conocida por organizar reuniones para promocionar los productos de limpieza entre grupos reducidos de mujeres en sus propios hogares. Tupper se percató de la labor de Wise y decidió contratarla con el objetivo de dirigir un procedimiento de ventas similar en Florida. Este tuvo tanto éxito que el empresario retiró los productos de los comercios para centrarse exclusivamente en la venta por demostración. "Puro networking, que tan de moda está ahora", indica Kealing.
En 1951, Tupper nombró a Wise gerente general de ventas de la nueva división de Tupperware, y tres años después se convirtió en la primera mujer en ser portada de la revista Business Week. Era la mujer de moda, acompañado del hombre del momento. Tal era su estatus que Wise convirtió a Tupperware en una marca que atrajo a una generación de mujeres de clase media de la posguerra.
Como en los grandes grupos musicales, el éxito se les subió a la cabeza y ninguno de los dos supo digerirlo de la mejor manera. Tupperware y la junta directiva, compuesta íntegramente por hombres, decidieron, en 1958, echar a Wise dejándola sin acciones de la compañía y con un acuerdo de unos 30.000 dólares a cambio de no demandar a la compañía. "Estaba convencido de que la empresa sería mucho más atractiva para los posibles compradores si no estaba dirigida por una mujer", comentó Kealing. "Además, Earl creía que la fama se le había subido a la cabeza de tal manera que estaba prestando más atención a sí misma que al producto."
Ese mismo año, Tupper vendió la empresa a Rexall Drug (Kraft) por 16 millones de dólares, cantidad que en la actualidad equivaldría a unos 130 millones. Tupper tenía solo 51 años, pero decidió jubilarse vendiendo la empresa para después comprarse una isla en Costa Rica. Además, renunció a su ciudadanía estadounidense para evitar pagar impuestos. Finalmente, Earl Tupper murió, solo, a los 79 años, según la necrológica del Orlando Sentinel, y meses después expiró la patente. Sin duda, todo un éxito de uno de los mejores inventos del mundo que, a día de hoy, se vende en más de 100 países de cinco continentes.