Actualidad

El curioso caso de la Elizabeth Holmes, que puede ser condenada a 80 años de cárcel


    Ana Gómez Viñas

    La fundadora de Theranos ha sido considerada por el jurado culpable de engañar a los inversores en la puesta en marcha de análisis de sangre fraudulentos. Ha sido condenada por cuatro de los once cargos de los que se le acusaba. Holmes ha sido absuelta de otros tres cargos por denunciar a pacientes sobre la fiabilidad de las pruebas que pagaron.

    Elizabeth Holmes, de 37 años, tiene una imagen imponente, minimal e intuitiva. Como el gurú fundador de Apple. De tanto etiquetarla como la 'Steve Jobs' de Silicon Valley, quizás la ex ejecutiva acabó mimetizándose con él. Traje de chaqueta gris antracita, camisa negra y mascarilla FFP2 azul celeste. Elizabeth Holmes sale de los juzgados. Camina mirando al suelo cuando un periodista le pregunta "¿quiere decir algo?" Ella no levanta la mirada, solo sigue su camino. Va de la mano de su marido, Billy Evans. Así ha sido la primera imagen de esta mujer, después de conocerse el veredicto del jurado: de los once delitos que le acusaban, es culpable de cuatro cargos por defraudar a los inversores de Theranos, entre los que se encuentran el magnate de la comunicación Rupert Murdoch. Se libra de los cargos de fraude contra cientos de pacientes, a quienes prometía diagnósticos de enfermedades mediante sus máquinas de alta tecnología de análisis de sangre. Holmes es la imagen de la derrota.

    El juicio en San José, California, concluyó después de siete días de deliberación. Ahora la estrella empresarial de Silicon Valley se halla en libertad bajo fianza. Se enfrenta a una pena máxima de 20 años de prisión por cada cargo, una multa de 250.000 dólares y devolver el dinero a los estafados. Sin antecedentes, parece difícil que Holmes acabe en la cárcel.

    Las claves del caso: "Fracasar no es un delito"

    Para entender el caso Theranos, una empresa de análisis sanguíneos de última generación, hay que remontarse a 2013 y a una conversación telefónica de Holmes, cuya grabación ella desconocía. En esta conversación, que se ha escuchado en el juicio, la fundadora explicaba a unos inversores su intención de crecer rápido, a través de contratos con el sector farmacéutico y militar. ¿Hubo un engaño premeditado a los inversores? Su abogado, Kevin Downey, dirigió su defensa en que no. "Ella creía que estaba construyendo una tecnología para cambiar el mundo." Y añadió una frase para la historia: "Fracasar no es un delito". Lo cierto es que Holmes fracasó y sus máquinas de análisis de sangre también: resultaron ser un fraude de dudosa eficacia. De hecho, según 'The Wall Street Journal', cientos de muestras se enviaban a laboratorios convencionales para su análisis.

    Holmes declara en la sala

    Entre los inversores que declararon, figuraba James Mattis: el secretario de Defensa de Donald Trump invirtió 85.000 dólares en la empresa. Mattis expresó su asombro inicial ante una tecnología "bastante impresionante". El demoledor informe del diario norteamericano le abrió los ojos.

    El momento más impactante de este proceso llegó de la mano de la acusada, cuando reveló que en su etapa de estudiante, en Stanford, sufrió una violación. Tenía 19 años. Una tragedia que marcó en ella un punto de inflexión al prometerse a sí misma que construiría su propia empresa. Así hizo. A esa temprana edad fundó Theranos. Después relató en la sala que sufrió maltrato por parte de su socio, consejero y entonces novio Ramesh Balwani. Holmes llegó a declarar que abusó de ella y que la manipuló para que cometiera fraude.

    Ejecutiva, brillante, poderosa y triunfadora, detrás de Elizabeth Holmes, hay una mujer enamorada de su marido, Billy Evans. Un hombre que procede de una familia adinerada, cuyos abuelos fueron los fundadores de la cadena de hoteles Evans, con resorts en San Diego. Allí, en San Diego, se crio Billy Evans. Se casaron en 2019. El matrimonio tiene un hijo, William. Juntos salían de los juzgados de San José agarrados de la mano.

    Millonaria a los 31

    Holmes, en lo suyo, llegó a lo más alto. Gracias a su intuición, supo captar el interés de millonarios inversores a los que prometió el futuro: mediante un simple pinchazo en el dedo y una pequeña gota de sangre se podían diagnósticar enfermedades, sin necesidad de recurrir a las muestras de laboratorios convencionales. Todo un fiasco.

    En 2014 Forbes la encumbró como la empresaria más rica del Estados Unidos y su fortuna personal se estimó en 4.500 millones de dólares. Tenía 800 empleados. Ahora la ex ejecutiva se enfrenta a 80 años de cárcel. La empresa se disolvió en 2018.

    Las informaciones que publicó 'The Wall Street Journal' en 2015 hicieron saltar todas las alarmas de los inversores, lo que provocó que el Departamento de Justicia de EEUU presentara cargos contra la fundadora, que llegó a ser millonaria a los 31.