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Trucos para dejar de comerse las uñas

Lo hace Messi y Cristiano Ronaldo, tampoco se libra Paco León o Ronan Keating pero es no quiere decir que mole. De hecho no mola nada. La onicofagia, más conocida como comerse las uñas, es un trastorno con tratamiento (incluso psiquiátrico) que puede evitarse con algunos sencillos trucos si te lo propones.

La edición de 2013 del Manual de Diagnóstico y Estadísticas de la Asociación Americana de Psiquiatría incluyó la pulsión irrefrenable de morderse las uñas o onicofagia como uno de los trastornos obsesivos-compulsivos patológico. Es decir, podrá obtener una atención científica, psiquiátrica y hasta farmacológica que hasta ahora no tiene.

No hay que ir tan lejos para conocer algunos pequeños secretos de este "mal" que nace en la infancia y que puede causar, además de heridas, una humillación pública para el mordedor compulsivo. Además, unas uñas mordidas pueden ser motivo de rechazo en un proceso de selección de personal por transmitir ansiedad o de no ganar un contrato porque el cliente interpreta esas uñas como signo de una persona poco meticulosa y hasta sucia.

Una buena forma de comenzar a quitarse tan desagradable hábito es llevar una manicura meticulosa, llevar las manos muy cuidadas. Al ver las uñas arregladas y bonitas, aunque sea simplemente cortándolas, nos pensaremos dos veces el hecho de "destrozarlas" a mordiscos.

Mavala Stop, Bite It, Sucking/Nail Biting Liquid de Thum? la lista de productos repelentes por sabor es larga y suelen ser efectivos, sobre todo entre los más peques. Una vez a la semana, usa un quitaesmalte para eliminar las capas de estos productos y sigue aplicándolos cada noche hasta que dejes de mordértelas. Por intentarlo, que no quede.

Los que sufren de onicofagia han adoptado otros trucos más caseros para intentar superar su trauma. Los chicles o caramelos sin azúcar son sus grandes aliados para distraer la mandíbula; en las manos, un llavero, una sortija o un bolígrafo, cualquier cosa vale para distraer la atención sobre las uñas. Al final lo que intentamos calmar es el nerviosismo natural de la persona o el que le genera su entorno en un momento dado.

No hay uñas, no hay mordisco. Los guantes de látex o las tiritas puedes ayudarte, aunque hay que reconocer que son algo incómodos. La opción de las uñas postizas tampoco es descartable: prueba con unas cortas, que se adhieren con un pegamento especial que protege tus uñas. Quedan mucho más naturales de lo que crees y si las recortas y limas bien pueden serte de gran ayuda.

Ponte objetivos a corto plazo: puedes empezar por un dedo, quizás el pulgar, de la mano izquierda durante una semana. Es el más incómodo de llevarse a la boca y por lo tanto, el más sencillo. Continúa con el otro pulgar y así progresivamente. En un mes sin morderte las uñas habrán crecido lo suficiente para tenerlas bien cuidadas. Utiliza un endurecedor y sigue cuidando las cutículas, todo por lucir las manos que siempre has querido.

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