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Carretera hacia el cielo: Transition, el coche volador

Al igual que las especies fueron evolucionando con el paso del tiempo completándose, especializándose y diversificándose, la humanidad ha aplicado la misma teoría darwiniana que le condiciona desde su existencia a los motores de los vehículos y otros entes de naturaleza artificial.

El mundo cambia, y la tecnología cambia con él inovándose y adaptándose a las nuevas necesidades y realidades para favorecer el ritmo de vida de la sociedad en cada época.

Crear un coche-volador ha sido el sueño más ambicioso de los ingenieros desde que el primer avión levantó el vuelo sobre las cabezas de los espectadores, como un gigante pájaro artificial con plumas de madera y huesos de acero. Desde 1910, cientos de planos y patentes fueron diseñados para un proyecto que conjugaba el invento de Henry Ford y el de los hermanos Wright, un invento en el que llegó a involucrarse el propio gobierno estadounidense. El ingeniero Glenn Curtis fue el primero en proponer en 1917 un prototipo de coche-volador, el Autoplano de Curtis. La recesión tecnológica de aquellos años no favoreció el triunfo del invento, pero al menos demostró que era posible crear una nueva especie fundiendo un vehículo con un avión, aunque el resultado no funcionase con la misma eficacia como ambos transportes por separado. Supuso todo un reto concebir un híbrido con la suficiente ligereza como para remontar el vuelo y no desplazarse lentamente por la carretera; pero a la vez, con la robustez necesaria como para afrontar cualquier golpe o contratiempo climático y salir ileso.

Por fin, muchos años más tarde, la transición de la carretera al cielo tiene nombre propio.

Terrafugia, la empresa norteamericana especializada en aeronáutica, es el artífice creador de Transition, un innovador coche-volador de 279.000 dólares capaz de saltar de la carretera al cielo y remontar las nubes en cualquier instante.

Se trata de un pequeño aeroplano monoplaza de cabina cubierta, cuya parte frontal está revestida con el moderno y resistente cristal de los aviones, prácticamente irrompible. Mientras circula por la carretera, sus alas permanecen plegadas y adheridas a los laterales de la cabina, y basta presionar un botón para que se despleguen sin frenar la carrera del vehículo y romper la barrera de la gravedad gracias a un mecanismo que transmite el poder de propulsión de las ruedas a los motores conectados a las alas. En una demostración pública, Terrafugia batió las alas del vehículo hasta 500 veces seguidas para demostrar al público la rapidez con la que el coche se convertía en avión y la ausencia de fallos tecnológicos que transformasen la maniobra en un colapso aéreo.

Los avances en la composición de los materiales y metales empleados en la carrocería garantizan la seguridad y consistencia de la cabina del vehículo, una más de las numerosas ventajas que ofrece.

Al emprender un nuevo viaje, cada piloto se enfrenta a un cúmulo de incertidumbres meteorológicas que pueden dificultar el vuelo obligando, en muchas ocasiones, a realizar un aterrizaje de emergencia en el que muchas zonas se convierten en improvisadas pistas de aterrizaje, a pesar de sus reducidas dimensiones. El éxito en esta empresa les dura poco, ya que a continuación deben esperar varias horas en mitad de la nada hasta que los recojan o incluso hasta poder contactar con algún compañero, según la disponibilidad de la comunicación. En cambio, el Transition incorpora para los pilotos la ventaja de poder plegar sus alas en cualquier momento que necesiten aterrizar y seguir circulando por cualquier superficie gracias a las ruedas incrustadas en la parte inferior de la cabina.

Aunque el Transition permitirá a su propietario desplazarse 500 millas en un abrir y cerrar de ojos evitando atascos y rodeos innecesarios, la empresa no confía en que sustituya a corto plazo al clásico Toyota o al Seat en la carretera. Sin embargo, han cumplido la profecía que dijo Henry Ford en 1940: "Recordad mis palabra, una combinación de avión y con motor de coche está llegando. Podéis sonreír, pero llegará".

Y ya están aquí.

(el vídeo es cortesía de Theresa Bernabé)

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