Status

La era de los dragones de acero

El cielo de Seúl tiene dos nuevos inquilinos: una pareja de rascacielos que enroscan sus 450 metros de vigas, cristal, metal e ingenio sobre la selva de azoteas de la ciudad coreana.

Se trata del último reto de la compañía estadounidense Adrian Smith+Gordon Gill Architecture, un icono de la arquitectura más moderna y atrevida a escala internacional. Con sus 88 plantas y sus pasillos repletos de tiendas y oficinas, han conseguido convertir un edificio en una manifestación artística en este siglo XXI que arrastra tras de sí un currículum creativo muy versátil en el que todo se ha visto y en el que quedan pocas ideas por descubrir. Todo esto sin dejar que una hybris estética contamine la verdadera función de los edificios. En ellos, la decoración vanguardista prosigue en el interior recreando un espacio geométrico un tanto abrupto, con suelos transparentes y paredes de cristal que desvelan el paisaje de la ciudad asiática. Una arquitectura original a la par que acomodada a las necesidades de las personas que aloja en sus entrañas.

Imaginación y utilidad se combinan en la dosis adecuada sin que el efecto final sea recargado o inservible. La compañía cumple de este modo uno de los primeros mandamientos del diseño: el no subordinar la funcionalidad a la estética, logrando un equilibrio envidiable. Un reto que muchos se plantean, pero que pocos superan.

Al mirar las torres nos viene a la memoria las viejas ilustraciones de dos dragones orientales retorcidos sobre sí mismos en una espiral de hormigón y vidrieras que conquistan las nubes. Por el día, un flujo ininterrumpido de personas bombea vitalidad y ruido por sus pasillos, arterias transparentes que comunican los distintos departamentos entre sí. Generando un gruñido inconfundible que indica a los transeúntes que la bestia de andamios está despierta, en plena digestión de trabajo. Por la noche, los focos y las bombillas la señalizan emitiendo una tenue iluminación que la recubre por completo. Una segunda piel de un fuego que no quema.

Aún hay quien se atreve a desafiar los cielos y levantar sueños venciendo el hechizo de la gravedad. Aún hay quien sueña con dragones en la Tierra. Aunque sus alas sean de metal y sus escamas de acero.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky