
Con Kim Kardashian me acuesto, con Kim Kardashian me levanto. Quien sea conocedor del papel cuché norteamericano se habrá topado en algún momento con esta exuberante mujer, hija del difunto abogado Robert Kardashian, el artífice de que O. J. Simpson fuera excupaldo de asesinar a su mujer y al amante de ésta.
Quizás esto sentó un precedente para que Kim fuera sinónimo de drama.
Los norteamericanos han sido testigos, a través de sus televisores, de los acontecimientos que han marcado su vida. Su primer matrimonio fallido, un vídeo subido de tono por el que la joven recibió una indemnización de cinco millones de dólares; romances, rupturas, infidelidades, portadas, exclusivas y una segunda boda cuyo posterior maratón hacia el divorcio (en 72 días) se convirtió en el negocio del siglo. Eso sí, todo ello grabado y emitido por el canal E!, con un beneficio envidiable para Kardashian: 18 millones de dólares.
Las curvas de Kim Kardashian no sólo mueven audiencias. Con poco más de tres décadas a sus espaldas, la reina indiscutible de los reality no sólo ha sido corononada como la celebridad más expuesta del momento por la revista Forbes, sino que, junto a su peculiar familia, ha sabido rentabilizar como nadie la fama.
Un imperio que mueve más de 65 millones de dólares y que se expande por diferentes vías. En primer lugar, la televisión, donde el nuevo contrato por tres años con los Kardashian suma otros 40 millones de dólares a la caja familiar. A ello se suma Dash, su marca de boutiques de moda, distribuidas por la geografía del país, y un amplio catálogo de branding y merchandising, cuyo último añadido llegaba en forma de perfume: True Reflection. Coincidencia, o no, en la presentación de la fragancia también hubo drama: Kim fue bombardeada con una montaña de harina.
Esta versión femenina del rey Midas convierte en oro todo lo que toca. Si no que se lo digan a su ex, el jugador de baloncesto Kris Humphries, que durante su corto matrimonio a Kim llegó a ganar 236.000 dólares al día. Con esta rentabilidad no es de extrañar que la ruputura no sentara bien al miembro de los New Jersey Nets, quien de media embolsa 40.000 dólares por partido. Como su boda exprés, otros proyectos de Kardashian, como su propia tarjeta de crédito prepago o su respaldo a productos adelganzantes tampoco llegaron a buen puerto.
Pero no saquen conclusiones erróneas. Kim Kardashian también tiene una conciencia social. La joven respalda la propuesta de implantar la tasa Buffett, que incrementaría los impuestos a quienes, como ella, ingresan más de un millón de dólares al año. Ahora, con un nuevo romance en plena ebullición con el cantante Kanye West, 2012 prometer ser un año de lo más fructífero. Seguro que la Hacienda estadounidense agradece los ingresos extra.