
Este país de apenas dos hectáreas es el auténtico emblema del lujo. Es el país donde el metro cuadrado asciende a cifras astronómicas, las aguas de su puerto mecen las embarcaciones más lujosas de la Costa Azul, su palacio es un auténtico museo y Monte-Carlo alberga en pocos metros las tiendas y los hoteles más exclusivos de mundo.
Administrado por la familia Grimaldi, Mónaco es uno de los países más curiosos y también más exclusivos de mundo. ¿Te imaginas poder visitar un país en un sólo día? Mónaco se descubre en pocos días - o incluso uno - a lo largo de pequeños paseos por la intrigante Monte-Carlo y alrededores.
Mónaco es tan pequeño que no tiene aeropuerto. Por eso, tenemos que acceder a este rincón del lujo desde el aeropuerto de la cercana Niza. Los miradores que encontramos a nuestro paso nos 'abren boca' de los que nos espera cuando llegamos. Y es que por mucho que nos lo hayan contado, hasta que no lo contemplamos no llegamos a ser conscientes de las diminutas dimensiones de este país.
Nos parece poder recorrer el país con la mirada en pocos segundos. Y en ese momento únicamente tenemos más ganas de descubrir qué alberga. Por eso nos disponemos a bajar una carretera escarpada y con muchas curvas, esa que le costó la vida a la guapísima Grace Kelly.
En este trayecto nos topamos con la Catedral de Mónaco, en la que descansa precisamente la Princesa Grace y que está rodeada de las mansiones más bellas y exclusivas que jamás has podido imaginar. Casas decoradas con un gusto refinado que se distribuyen en la parte alta de este lugar tan evocador.
El segundo país más pequeño del mundo, tras El Vaticano, está presidido por el Palacio Principesco. Data de los siglos XVI y XVII y es residencia desde hace años de la Dinastía Grimaldi. Con su majestuosa estructura y su cambio de guardia, que nada tiene que envidiar a la de el mismísimo Palacio de Buckingham, los tesoros de éste se encuentran en su interior.
Tapices rojizos estilo Luís XVI, espejos en las paredes, lámparas de araña, cuadros históricos y colores dorados se mezclan en las diferentes salas del palacio. ¿Lo mejor? Las vistas que ofrece del puerto.
Monte-Carlo es su capital, y su aire moderno y refinado nos recuerda a la época de la Belle Epoque. Pero si hay algo impresionante de esta ciudad es su característico puerto, bañado por las cristalinas aguas del mar Mediterráneo. Yates exclusivos y embarcaciones de todos los tamaños imaginables reposan sobre las tranquilas aguas de la ciudad monegasca.
Éste se llena de luz y color durante el Grand Prix de Mónaco, cuyo recorrido rodea la ciudad. ¿Te imaginas poder contemplar el circuito que recorren los Fórmula 1 desde tu yate? Aquí es posible.
Parece mentira que apenas hace un siglo esta ciudad creciera bajo la sombra de otras ciudades de la Costa Azul como Niza o Cannes. Fue precisamente el marido de la Princesa de Mónaco y ésta los que convirtieron el país en lo que es hoy en día. De este modo, lo que se inició como un modesto Casino, se convertiría en una gran obra barroca de colores dorados y estancias exclusivas, símbolo de un Mónaco cosmopolita y en el que el dinero circula a espuertas.
Y es que en Monte-Carlo los coches Ferrari, Porsche, las limusinas y los yates que parecen mansione se encuentran a pie de calle, como si de algo 'normal y corriente' se tratase.
¡Tómate un desayuno de Reyes en el Café de París! Emblema de la ciudad y con vistas al Casino como lo hacía el mísmisimo Winston Churchill, o disfruta de una estancia en uno de los mejores hoteles del mundo: el Hotel de París.
Louis Vuitton, Cartier, Hermés, Prada, Gucci, Chanel, Yves Saint Laurent... Mónaco es la capital del lujo Europeo y la Carré D´or, es la 'milla de oro monegasca' en lo que a la cultura del shopping se refiere. Esta calle concentra en pocos metros todas las marcas internacionales de alta costura y aunque no te compres nada, un paseo por sus grandiosos locales y sus exclusivos escaparates te fascinará.
Pero Mónaco no es sólo lujo y yates exclusivos. La familia Grimaldi destaca por su sensibilidad para el arte, por este motivo, un espectáculo el la Ópera garnier o un paseo por su Museo Oceanográfico te mostrarán la 'otra cara' de una ciudad peculiar y fascinante.
Descubre una ciudad pequeña en sus dimensiones, pero grande por los tesoros que alberga en ella.