El cambio de imagen de Carla Bruni ha llamado la atención de los medios franceses. La siempre elegantísima y sofisticada esposa del presidente Nicolas Sarkozy luce ahora por las calles de París con ropa holgada y zapatillas, como una madre más de un barrio cualquiera de Francia. ¿El motivo? Su imagen afeada podría atraer el voto de la clase media.
En política, la sola imagen es capaz de obrar milagros. Y un milagro es, precisamente, lo que requiere Nicolas Sarkozy para mantener su trono como presidente de la República francesa.
Su mujer, Carla Bruni, toda una experta en lo que a imagen se refiere -fue modelo durante muchos años-, se ha propuesto apelar también al voto de la clase media francesa, el que tanto necesita Sarkozy, y ahora luce por las calles de París como una madre normal de 40 años, que podría haber salido de un breve piso de cualquier barrio de la periferia.
En chándal o con ropa holgada, pantalones anchos y enormes jerseys de punto, con su bebé a cuestas y algunos kilos de más, estas características marcan el nuevo 'look' de la primera dama de Francia. Los tacones vertiginosos, joyas selectas y vestidos de una elegancia incuestionable se han quedado en el fondo de su armario. Al menos, hasta el día de las elecciones.