Status

Nadie quiere comprar la mansión 'terrorífica' de Noriega y quieren destruirla

La increíble mansión del ex dictador de Panamá, Manuel Antonio Noriega, es a día de hoy un auténtico escenario para una película de terror. La fastuosa casa está abandonada y nadie quiere comprarla, por ello, el actual presidente panameño, Ricardo Martinelli, ha propuesto que sea destruida.

"Lo mejor es demoler la casa y hacer un parquecito al que tenga acceso todo el mundo. Es importante que el pueblo panameño sepa que ahí vivió una persona que le hizo mucho daño a Panama", ha declarado Martinelli a la cadena televisiva Telenmetro.

La antigua mansión de Noriega, en el exclusivo barrio Altos del Golf, "no va a ser un santuario al que esa persona va a regresar, sino que va estar en su actual casa recibiendo a personas y conspirando, haciendo sepa Dios qué", ha agregado Martinelli.

La administración pública panameña ha intentado ya en dos ocasiones vender la casa, pero nadie ha querido comprarla. Según informa hoy mismo El Universal en su edición digital, la última subasta de la vivienda, por la que esperaban recaudar unos 2,5 millones de dólares, "ha sido declarada desierta".

3.200 metros cuadrados

La mansión está abandonada y hasta hace poco tiempo se refugiaban allí indigentes que han destrozado el interior de la mansión. Sin embargo, en la época en la que el dictador dirigía el país 'con mano de hierro' fue el escenario de banquetes y fiestas, así como visitas de altos mandos militares a finales de la década de 1980.

La casa, que ocupa una extensión de 3.200 metros cuadrados, tenía hasta un minizoológico -emulando las haciendas de los capos colombianos del narcotráfico- y una gigantesca caja fuerte donde, según se rumorea, Noriega escondía millones de dólares, francos, libras y todas las divisas que la imaginación permita.

"Hacían fiestas y venía mucha gente extranjera, se veían muchos coches y mucha seguridad", ha asegurado Edwin Chávez, un vecino de Noriega.

Eran las épocas de poder absoluto -que terminarían con la cruenta invasión estadounidense de 1989- y en las cuales la mansión brillaba con las fiestas, el casino privado, el gigantesco salón de baile y las jaulas con venados, guacamayas y pavos reales.

"Propiedad del Estado"

Pero hoy sólo quedan trozos de cristales por el suelo, algunos muebles derruidos, la legendaria caja fuerte, mucha maleza, candados oxidados y algunas estatuas dañadas.

La mansión está amurallada, y una pequeña placa con el apellido Noriega al lado de un tenebroso portón de hierro pintado en negro, identifica al antiguo propietario. Más arriba, otro cartel refuerza el anticlímax: "Propiedad del Estado. No pasar. Pena de multa".

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky