Cenicienta era una joven que, en la época de 'érase una vez' y en tiempo de reyes, príncipes y hadas, se convirtió en una princesa con tan sólo calzarse un zapato. Pero no era un zapato cualquiera. Estaba hecho por un hada y de un fino cristal cubierto de pequeños brillantes que lo convertían en una pieza única. Es más, se lo probó el verdadero 'príncipe azul' y en las cercanías de un precioso palacio.
Desde luego, todos sabemos que tan sólo es un cuento, pero sin embargo un cuento que algunas privilegiadas convierten en realidad de vez en cuando. Porque hoy en día existe un zapato que puede hacerte sentir una princesa con sólo calzártelo. De él dicen que "te hace sentir diferente". Eso sí, la realidad es un poco diferente del cuento. En lugar de probártelo a pie de una sucia chimenea, puedes hacerlo en un cómodo y elegante sofá de terciopelo púrpura en la lujosa calle madrileña de Serrano. Quién te lo prueba no es un príncipe real, pero se le parece mucho. No está hecho de cristal pero sí de increíbles pieles, corales e incluso oro, aunque este último la 'princesa' debía encargarlo ex profeso. Y en cuanto a su creador, el hada de la varita es en realidad un canario de padre checo que en treinta años ha pasado de ser un diplomático frustrado a convertirse en el diseñador de zapatos por excelencia.
Es por supuesto, Manolo Blahnik, cuyo destino, al igual que cenicienta, ha estado marcado por un zapato y su particular hada madrina. Blahnik nació en 1942 en las islas canarias y su destino era ser diplomático. Pero tras estudiar lenguas y arte en Ginebra decidió romper con las aspiraciones de su familia y dedicarse al diseño teatral. Una vez dentro del mundo de la moda, su hada particular cambió su vida. Fue en 1970 en Nueva York cuando la entonces directora de la revista americana Vogue, Diane Vreeland, le recomendó que se centrara el diseño de zapatos... y la magia comenzó. Tres años más tarde abría su primera tienda en el londinense barrio de Chelsea y desde entonces no ha dejado de fabricar zapatos, ha abierto locales en más de 40 países y no ha parado de recibir numerosos premios y reconocimientos.
Aunque los 'manolos' - como se conocen sus diseños - son incontables, se dice que ya ha diseñado más de 10.000 pares de los que se ha asegurado que guarda uno de cada en su casa de Bath. Pero a pesar de estas cifras, y de haber calzado desde a Sarah Jessica Parker en 'Sexo en Nueva york', a Kristen Dunst en 'María Antonieta' o a Bella Swan en 'Amanecer', asegura que todavía no ha conseguido todavía el zapato perfecto. Su reto, encontrarlo y calzar a la Emperatriz Eugenia de Montijo. Eso sí, tendrá que ser ya en una versión cinematográfica.
El secreto del éxito
En este punto, la realidad se separa totalmente del cuento. Su éxito nada tiene que ver con hadas madrinas o calabazas convertidas en carrozas. Según Gabriela Basaldúa, responsable de comunicación de la marca, "su secreto radica en qué él hace lo que él quiere. No se deja influir por modas o tendencias como otros diseñadores". Pero no se trata sólo de eso. Comodidad, calidad, diseño y exclusividad son los otros cuatro pilares sobre los que se asienta la marca.
Sobre todo esta última. La exclusividad parece ser la pequeña obsesión de la casa Blahnik. "Es obsceno tener más de 500 manolos", aseguró en este sentido el propio diseñador. Su estrategia se basa en asegurarle al cliente que vaya a donde vaya no coincidirá con otro invitado con los mismos zapatos. Por ello, aunque se han diseñado miles de 'manolos', se han fabricado muy pocos de cada modelo. "Cada tienda tiene sólo un par de números de cada modelo", explica Gabriela Basaldúa. "Y además cada tienda 'personaliza' la colección. Elige los modelos según los gustos del país o el clima de la ciudad", continúa. Por eso, es difícil encontrar el mismo modelo en dos tiendas diferentes. Ni siquiera puede encargarse un modelo a otra tienda. El cliente debe desplazarse a la ciudad donde se vende el modelo deseado para comprarlo.
En definitiva, una exclusividad que justificaría, junto a la calidad de los materiales, su precio: 700 euros de media por cada par. Una cifra que sus clientes están más que dispuestos a pagar a pesar de la crisis. "Decir que no se nota en absoluto la crisis sería una tontería, pero es cierto que por el tipo de clientes que tenemos se nota muy poco", indica el director de la tienda de Manolo Blahnik en Madrid. "Dónde si se nota en es el cliente esporádico, que ahora todavía lo es más, ya no se permite hacer el esfuerzo", concluye.
Así pues, ser la princesa de un cuento no es barato, pero merece la pena. Eso sí, si en lugar de princesa quieres convertirte en el príncipe encantador deberás acudir a Barcelona, única ciudad en España donde se venden 'manolos' para hombre.