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Un menú 'gourmet' a base de los mejores productos castellano-leoneses

Imagen: elEconomista

En plena zona de Ribera del Duero se erige el Hotel Balneario Villa de Olmedo que, con cuatro estrellas, forma parte de Castilla Termal, una red de establecimientos de lujo con un concepto único en España: la recuperación de edificios históricos que cuentan con aguas mineromedicinales.

Además de este antiguo convento mudéjar de Sancti Spiritus en Olmedo, ahora completamente rehabilitado con las más confortables instalaciones, la cadena cuenta con otros balnearios de alta gama en El Burgo de Osma, Solares (Cantabria) y, próximamente, en Valbuena de Duero. Todos ellos en entornos rurales de interés turístico, concebidos con un enfoque de modernidad.

Villa de Olmedo no es una excepción. Ambiente refinado y sumamente relajado para una estancia en la que, además de disfrutar de las aguas de manantial en sus instalaciones balnearias -espectacular patio mudéjar entre ellas-, la gastronomía y los vinos de la zona son protagonistas.

Su restaurante El Hontanar apuesta por una cocina sostenible y de Km. 0. Así, juegan con la rica despensa de la comarca: magnífico lechazo, caza, setas y trufa negra, quesos, mieles, embutidos, legumbres... un variado elenco al que se suman los vinos con D.O. Rueda, Ribera del Duero y Vinos de la Tierra de Castilla y León. El Hontanar, que cuenta con un comedor más amplio y otro gourmet, apuesta por una cocina muy basada en la autenticidad, aunque con una vuelta de tuerca que va más allá de la tradición. Y siempre el mercado diario como piedra angular sobre la que pendula su oferta. Aquí el menú gastronómico Sabores Tierra de Pinares (37,40 euros), es la estrella como perfecto resumen de los productos autóctonos pasados por un tamiz creativo. Cada plato está ideado como un complejo mosaico en el que los contrastes o armonías están muy presentes.

Así, se comienza con una ensalada de jarrete de conejo escabechada, que se acompaña de puerros de Íscar (suaves y tiernos) y lombarda encurtida. Un arranque que sigue con un salteado de mollejas de lechazo con boletus sobre crema de garbanzos pedrosillanos y virutas de cecina ahumada.

Después de una concesión a la tradición con un bacalao a la olmedana, se sirve la original hamburguesa de lechazo. Como broche final, Islas flotantes: natillas de achicoria con helado de mudejarito (un dulce típico de la villa).

Este menú de cinco platos se acompaña de una nutrida carta de vinos -también foráneos-, elegidos con sumo acierto. El hotel además ofrece interesantes actividades enoturísticas en el programa Entre aguas y viñedos.

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