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Las batallas judiciales de Borja Thyssen y Tita Cervera

Fotos: GETTY.

Un cuadro de Goya, pero no un cuadro cualquiera, sino uno valorado en seis millones de euros, tiene la culpa del nuevo enfrentamiento entre Borja Thyssen y su madre. Si su relación ya era suficientemente complicada, ahora hemos sabido que el jóven ha demandado a Tita para que le devuelva el polémico cuadro.

Borja no ha confirmado la noticia, pero tampoco la desmiente. Prefiere guardar silencio y que de los temas judiciales se encarguen los abogados y se traten en un juzgado. Por su parte, Carmen Cervera, al ser preguntada por el asunto declaraba estar muy disgustada:"Cómo voy a estar. No me esperaba para nada esto. Todo está en manos de los abogados". La demanda se verá en los tribunales el próximo día 1 de junio, según han informado las partes.

Las cosas entre Tita y su hijo empezaron a ir mal el día que Borja se casó con Blanca Cuesta, en octubre del 97 y desde entonces ha habido acusaciones cruzadas, desencuentros e, incluso, su visita a los juzgados. Una guerra que tiene pocos visos de arreglarse a corto plazo.

La baronesa siempre había manejado con soltura al chico tímido que era Borja y ella, ambiciosa con su hijo como cualquier madre, le educó para que él se convirtiera en su testigo al frente de la Fundación. Pero un buen día apareció Blanca y Tita creyó que podría manejarla también y "despacharla" luego, cuando Borja se cansara de ella. Porque la baronesa nunca consideró que esa chica fuera suficiente para convertirse en esposa de su vástago.

Pero el noviazgo se consolidó y la pareja anunció su boda y la llegada de su primer hijo. Entonces Tita no pudo o no quiso aguantar la tensión y comenzó a lanzar frases como puñales a la prensa: "La boda de mi hijo es para echarle el lazo" o "Estoy en contra de esa boda porque ella no es la chica adecuada para mi hijo".

Luego llegaron las dudas sobre la paternidad de Sacha, el hijo mayor de la pareja y más tarde, las humillaciones y el desencuentro sobre la herencia del barón, que dieron al traste con todo intento de acercamiento familiar.

Ésta es la segunda causa pendiente que enfrenta a Tita y a su hijo Borja en los tribunales. Hace un año y medio, Carmen Cervera demandaba a su hijo y a su nuera, Blanca Cuesta, por un delito de supuesta sustracción de documentos y de revelación de secretos. Claro que, por aquel entonces, Borja aseguraba en una entrevista haber descubierto que su madre le ocultaba información sobre la parte de la herencia del barón que tendría derecho a disfrutar a título personal.

Días antes se había presentado a las puertas del Museo Thyssen de Madrid, donde están colgados el Goya y el Giaquinto, acompañado de un notario y reclamando los dos cuadros que, según dice él, le pertenecen porque el propio barón se los regaló nada más adoptarle. Se trata de "El bautismo de Cristo", de Giaquinto, valorado en más de 800.000 euros y "Una mujer y dos niños en una fuente", una obra de Francisco de Goya por la que podrían llegar a pagarse más de seis millones de euros. En total, casi siete millones.

Curiosamente, pillamos a Tita en un "renuncio" a la hora de hablar de este cuadro. Cuando empezó la guerra entre madre e hijo, la baronesa aseguró que Borja no podía reclamar algo que no era suyo, que ambos cuadros pertenecen a la Fundación. Pero echando la vista atrás, en una entrevista que la propia baronesa concedía a la televisión, reconocía que el cuadro de Goya pertenece a su hijo.

Tita hablaba de las aptitudes que posee Borja para elegir buenos cuadros para coleccionar. Éstas eran sus palabras: "Además de un cuadro de una fuente, de Goya, que le regaló mi marido por su bautismo, Borja colecciona litografías con su propio dinero". La baronesa se refería al momento en el que Borja fue bautizado en la catedral de Nueva York, pero no hay constancia de que exista un documento que acredite esa donación, aparte de las propias palabras de Tita.

La baronesa mentaba en esa entrevista al Goya de la discordia, cuya propiedad enfrenta ahora a madre e hijo y que les llevará a los tribunales, en una nueva batalla de esa guerra abierta que ambos mantienen desde hace más de cuatro años.

Carmen repite una y mil veces, tal vez como consuelo, que el distanciamiento de su hijo son cosas de juventud, que pasará tarde o temprano porque una madre nunca se separa de su hijo. Pero Borja parece tener las cosas muy claras, con declaraciones tan contundentes como: "lo que opina mi madre hace mucho tiempo que dejó de importarme. Lo principal es que respete a mi familia y que respete a mi mujer".

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